Antes de entrar en materia de los X Files déjenme les digo que:
Doy gracias al blog (como si fuera entidad lejana o divina etérea o sólo conceptual).
Doy gracias al blog que me deja escribir de lo que me plazca.
Doy gracias al blog que me deja escribir de lo que me plazca la extensión que yo quiera.
Porque la Verdad está allá afuera.
Vi un episodio de los X Files recientemente que grabé en el canal de FX que por horarios me era imposible de ver por cuestiones de horarios (¿X Files? ¿Canal FX? ¿Fox Network? Aquí hay un monstruoso patrón de alcances masivos ¿eh?). Este en particular es uno en el que Fox Mulder (¿más del mismo patrón?) está de manera extraña en un barco llamado Queen Anne, hundido en el Mar de los Sargazos en 1939, el 3 de septiembre para ser exactos, día del inicio de la Segunda Guerra Mundial, pero que de repente aparece en 1998 y en medio de una intriga complicada de explicar en este espacio, que envuelve una incursión de parte de soldados alemanes, un científico nuclear, los amigos de Mulder, The Lone Gunmen, los loquitos paranoicos que siempre lo ayudan y también, la eterna Dana Scully, por partida doble en este capítulo particular, con todos los secundarios, The Cancer Man, Spender y Skinner con el plus de verlos vestidos como nazis, en el caso del The Cancer Man, de la SS y fumando, para variar.
¿Más fascinación? En este capítulo en particular suceden dos historias simultáneas en el mismo capítulo, con pantalla dividida incluso, una en el barco mencionado lleno de alemanes, en el que Mulder está con una Scully que no lo es exactamente, y otra Scully, la verdadera, que recorre el barco mismo, pero vacío, buscando al Mulder extraviado.
Todo rodeado de una música trepidante tipo jazz con cierto staccato contrapunteado con música tipo Glenn Miller mientras sucedía una pelea entre marinos y alemanes.
Es divertido ver a Mulder hablar con los personajes del pasado con referencias del presente, como por ejemplo decirle a un inglés, que le empieza a creer que es del futuro, que los Estados Unidos ganaron la guerra sólo por dos palabras: Pearl Harbor. Además le dijo que en la contienda los ingleses habían hecho lo suyo, con la ayuda de ellos, los norteamericanos, y que de alguna manera la historia los trataba bien, excepto por lo de las Spice Girls.
No extrañamente, o bueno, tal vez, sí extrañamente, mi blog reciente trató de Lost, precisamente sobre el episodio de La Constante en el que hay un viaje en el tiempo, o más bien en realidades temporales traslapadas, lo cual es uno de los temas favoritos de la ciencia ficción o la fantasía, ultimadamente, pero en este caso particular de mi blog es sólo coincidencia el que hago una mención de un capítulo de los X Files en el que también hay una referencia de realidades temporales traslapadas.
¿Y si les dijera que el siguiente episodio de X Files que vi se trató de un asunto que involucraba una situación de rehenes en un banco en el que el agente Fox Mulder está dentro, herido, con Dana Sculley y un mártir-to-be trayendo un chaleco lleno de explosivos que finalmente explotará de manera tremebunda con ellos dentro? El punto aquí es que la historia no se detiene así, sino que empieza de nuevo y la trama se repite, y viene y vuelve una y otra vez más, como en un ciclo que se cumple eternamente hasta que…
Y no es que yo pregone la originalidad en sí de una idea que, deja tú en la venerable ciencia ficción, sino que ya es harto conocida en la misma televisión y en el cine (lo cual es ya mucho decir). De hecho, hay un excelente episodio de Star Trek: The Next Generation que trata de lo mismo, un evento que se repite una y otra vez hasta que otro evento diferente, pero que se va creando poco a poco en cada ciclo, rompe con todo. Y este plus, no salga sin ellos, es que el Enterprise explota. No una, sino en cada ocasión. El otro ejemplo famoso de episodio que se repite sin cesar es el de la película de Groundhog Day en la que a Bill Murray le ocurre el mismo día, sí, el mismo día una y otra vez, según leí, por diez años, tiempo que calcula el propio director de la película.
Volviendo a los X Files, ya vimos que tienen un lugar en el ámbito de la ciencia ficción y fantasía respetable en lo que a televisión respetable se refiere.
En ellos hay acción, conspiración, lo sobrenatural, sueños, mil cosas. Es drama, es entretenimiento cuyo efecto a ciertas personas es, ¿hacer pensar? ¿Convencer?
Pero sobre todo mucha gente identifica a los X Files con los extraterrestres. Y no sólo con objetos no identificados, sino con conspiraciones desde la misma parte oscura del gobierno. Ah, pero estos agentes su día no sólo era lidiar con la terrible burocracia, sino también se daban tiempito para lidiar con vampiros, con fantasmas, con espíritus. Con monstruos que parecían tenias humanas (sí, platelmintos, brrr), o que se integraron a la naturaleza boscosa de cerca de los Everglades, o los que eran como formados por lodo viviendo en los emblemáticos suburbios de América (así le dicen ellos), o investigando lugares en los que hay seres como si hubieran sido clonados de manera no natural uniendo a animales con humanos, o incluso en el cómo se puede ver que tan bajo (baaajo baaaajo) puede caer una serie, batallando incesantemente con Chupacabras latinos, ¿o qué, acaso hay de otros?
Will Shakespeare, James Joyce, Chris Carter, Henry Miller, Vladimir Nabokov Cuauhtémoc Sanchez. Todos genios. Nadie aspiró a comunicar un mensaje, todos aspiraron a entretener, a mostrar la verdad y diversidad de los orgullos, valores y vicios humanos. Al menos a su versión de la verdad y su visión de la diversidad.
El juego de los X Files era el de uno que decía que podría haber algo más allá. Como la Verdad que está allá afuera, pensando que no hay mucho problema, la cosa es solo levantarse, abrir la puerta y asomarse a la calle.
Conforme las temporadas iban pasando (fueron 9) Chris Carter, sumo pontífice de este programa, decidió irse por el asunto de deja-les-complico-la existencia-a-los-televidentes.
Para esto la receta es sencilla-complicada: Hay que mezclar de todo, conspiraciones de parte del gobierno, el cual siempre ha de tener una razón seria para acecharnos (les podría contar historias) a nosotros, pequeños seres de a pie, que en la edad post Watergate, post Once-de-Septiembre y post Huelga-de-Escritores de TV tenemos que apechugar, aguantar esas presiones de gobierno democrático elegido por la gente y para la gente, que busca eternamente nuestro beneficio a pesar del perjuicio en corto que esto pudiera causar. Pecatta minuta.
Pero todo esto es sólo especulación, y sé perfectamente que no cayó nada espectacular en Roswell en 1947, que no hay ovnis, que no hay profecías hechas por los diseñadores de la Gran Pirámide, que lo único que pescas en Teotihuacán en cualquier 21 de marzo no son rayos cósmicos ni energía ni buenas vibras, sino un resfriado de proporciones cósmicas, que no creo en fantasmas, o en brujas o en hombres lobo, que no creo en astrología, que no creo en la homeopatía, que no creo en la rabdomancia, que no creo en que te lean las cartas, que no creo en los biorritmos, que no creo en El Secreto.
A duras penas creo en Elvis (el de antes de 1959), en Dylan (por casi siempre), en Lennon (eternamente).
O sea, los X Files son absurdos, muy absurdos, increíblemente absurdos. Pero son historias, la mayoría bien contadas. Suspensión de la Incredulidad una vez más a bordo de una motocicleta Triumph 2290 cc a toda velocidad, rompiendo con lo queda de duda o de titubeos. No nos provoquen, sabemos muy bien que terreno caminamos, aún sí este es hielo quebradizo, no nos importa. Para eso estamos nosotros, los pensadores de sistemas, los decodificadores masivos inclusivos de las ondas hertzianas, y de sus primas, las transmisiones cableras.
Los programas de TV son las leyendas modernas, los mitos que se crean, por personas que aprovechan tendencias o zeitgeist del momento para construir figuras chinescas con sus sombras en la pared llenas de nuestros temores, ¿Qué tal si sí hay fantasmas? ¿Qué tal si sí hay conspiraciones? ¿Qué tal si las leyendas urbanas no son tales? ¿Qué hay si todo está alambrado para que mi destino esté encadenado aquí, en este lugar y no pueda ir más allá que mi fuerza de voluntad cese de existir pasando esa puerta…? ¿Qué tal si sí? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad cuando hay comerciales tan largos? ¿Qué es la verdad cuando descubro que por hacer este blog tan extenso no he terminado mis deberes deberes? ¿Qué tal si el Sistema Windows Vista no logra despegar?
Estamos desamparados en este Valle de Lágrimas, en este Valle de la Muerte.
Y así dice la Biblia, que caminaré por el Valle de la Muerte, pero prefiero cambiarle a como dice Woody Allen: “¿caminar por el Valle de la Muerte? Nooo, mejor correr por el Valle de la Muerte…”.
Mejor así. Correré. Sí.
Pero estábamos hablando de los X Files.
Como dije, no creo en ovnis pero adoro los X Files. No creo en fantasmas pero adoro los X Files. Creo en conspiraciones Y adoro los X Files. Y sólo soy un representante común y silvestre masculino de contradicciones como buen hombre que soy. No en el contexto de bueno, de bondad, sino de hombre, hombredad, ¿ok?
Me encantan las frases entre ambos, la ironía total, el sarcasmo, el puntillismo con que las frases afloran. Hay que sobrevivir. A palabras o a mentadas, como decía María Félix en esa maravillosa película de la Revolución, ¿cuál era? Entre Sculley y Mulder la química verbal entre ambos, sublime, más que entre el agente Dogget y la Agente Reyes que los sustituyeron sutilmente en las últimas dos temporadas (ah, ese episodio en el que salió Burt Reynolds, grandioso).
Por cierto, esta serie fue la primera en basarse con celulares, presagiando la llegada de 24, una serie que, sin sus celulares, le tendrían que haber llamado Quincena.
Mulder le llama a Sculley: “¡Ayúdame Sculley!”. Sculley le grita a Mulder: “¿Dónde estás Mulder?”.
Al mismo tiempo plena recepción, plena batería. Roaming: ¡muérete en el infierno! (en aquellos años era algo menos sofisticado que ahora) y el mejor programa de pagos o tiempo-aire de la historia. O eso o la mayor cantidad de tarjetas prepago de todos los tiempos (que muy convenientemente no nos muestran, ¡ajá!, otra línea de investigación).
¿Les dije además que los nombres de episodios son geniales? Talitha Cumi. Anazasi. Redención. Teso Dos Bichos. Génesis. Memento Mori. Getsemaní. Tungunska.
El mundo de esta serie, sí que es terrible. Peor que el nuestro, aquí te peleas en el tráfico, con el cuate de la tarjeta, con el del cable que te cobró mal, con el del Internet que no te lo dejó bien, con la entidad federativa que no te ha pagado el aguinaldo desde Diciembre y ya estás en Abril (pregúntenme cómo así).
¿Pero el de ellos?
¿Me preguntas al respecto del de ellos? ¡Ponte a pensar! Hay una conspiración en contra de la población mundial, y mientras te das cuenta de ello y meditas que hacer, con una mano luchas contra todo ese aparato gigantesco (hay que recordar el episodio del Submarino en el Ártico), contra hombres de negro sospechosos (el episodio de José Chung, con hombres de negro protagonizados por Alex Trebek, de Jeopardy!, y Jesse Ventura, actual o anterior gobernador de Minnesota, sepa, y que es otro hiperexcelente episodio), con la otra estás contra hijos del demonio, contra seres que vienen por ti en forma de cucarachas, fantasmas, monstruos de todo tipo, chupacabras, tipos que leen la mente, extraterrestres sin ojos y sin boca, virus que se te mete en los ojos, momias incas, lo que se te ocurra, abejas peligrosas, implantes en tu cuello o en tu médula. Incluso dobles, incluso reencarnados.
¿Díganme cómo estos agentes pueden dormir en la noche? ¿Cómo se atreven a cerrar los ojos?
O sea, en su día matan, destruyen, conjuran, contienen invasiones extraterrestres, estorban conspiraciones gubernamentales, mil cosas.
De noche… bueno, van por los bosques mejor iluminados del mundo acompañados de valor, una pistola, una placa y mucha, mucha fe en sí mismos, en que su mundo tendrá solución. Algún día. O hasta que salga la película de X Files 2, que está ya en producción.
Y después de todo, de todo, sólo queda reflexionar que mientras sus celulares tengan batería, nosotros, sí podremos descansar.
Doy gracias al blog (como si fuera entidad lejana o divina etérea o sólo conceptual).
Doy gracias al blog que me deja escribir de lo que me plazca.
Doy gracias al blog que me deja escribir de lo que me plazca la extensión que yo quiera.
Porque la Verdad está allá afuera.
Vi un episodio de los X Files recientemente que grabé en el canal de FX que por horarios me era imposible de ver por cuestiones de horarios (¿X Files? ¿Canal FX? ¿Fox Network? Aquí hay un monstruoso patrón de alcances masivos ¿eh?). Este en particular es uno en el que Fox Mulder (¿más del mismo patrón?) está de manera extraña en un barco llamado Queen Anne, hundido en el Mar de los Sargazos en 1939, el 3 de septiembre para ser exactos, día del inicio de la Segunda Guerra Mundial, pero que de repente aparece en 1998 y en medio de una intriga complicada de explicar en este espacio, que envuelve una incursión de parte de soldados alemanes, un científico nuclear, los amigos de Mulder, The Lone Gunmen, los loquitos paranoicos que siempre lo ayudan y también, la eterna Dana Scully, por partida doble en este capítulo particular, con todos los secundarios, The Cancer Man, Spender y Skinner con el plus de verlos vestidos como nazis, en el caso del The Cancer Man, de la SS y fumando, para variar.
¿Más fascinación? En este capítulo en particular suceden dos historias simultáneas en el mismo capítulo, con pantalla dividida incluso, una en el barco mencionado lleno de alemanes, en el que Mulder está con una Scully que no lo es exactamente, y otra Scully, la verdadera, que recorre el barco mismo, pero vacío, buscando al Mulder extraviado.
Todo rodeado de una música trepidante tipo jazz con cierto staccato contrapunteado con música tipo Glenn Miller mientras sucedía una pelea entre marinos y alemanes.
Es divertido ver a Mulder hablar con los personajes del pasado con referencias del presente, como por ejemplo decirle a un inglés, que le empieza a creer que es del futuro, que los Estados Unidos ganaron la guerra sólo por dos palabras: Pearl Harbor. Además le dijo que en la contienda los ingleses habían hecho lo suyo, con la ayuda de ellos, los norteamericanos, y que de alguna manera la historia los trataba bien, excepto por lo de las Spice Girls.
No extrañamente, o bueno, tal vez, sí extrañamente, mi blog reciente trató de Lost, precisamente sobre el episodio de La Constante en el que hay un viaje en el tiempo, o más bien en realidades temporales traslapadas, lo cual es uno de los temas favoritos de la ciencia ficción o la fantasía, ultimadamente, pero en este caso particular de mi blog es sólo coincidencia el que hago una mención de un capítulo de los X Files en el que también hay una referencia de realidades temporales traslapadas.
¿Y si les dijera que el siguiente episodio de X Files que vi se trató de un asunto que involucraba una situación de rehenes en un banco en el que el agente Fox Mulder está dentro, herido, con Dana Sculley y un mártir-to-be trayendo un chaleco lleno de explosivos que finalmente explotará de manera tremebunda con ellos dentro? El punto aquí es que la historia no se detiene así, sino que empieza de nuevo y la trama se repite, y viene y vuelve una y otra vez más, como en un ciclo que se cumple eternamente hasta que…
Y no es que yo pregone la originalidad en sí de una idea que, deja tú en la venerable ciencia ficción, sino que ya es harto conocida en la misma televisión y en el cine (lo cual es ya mucho decir). De hecho, hay un excelente episodio de Star Trek: The Next Generation que trata de lo mismo, un evento que se repite una y otra vez hasta que otro evento diferente, pero que se va creando poco a poco en cada ciclo, rompe con todo. Y este plus, no salga sin ellos, es que el Enterprise explota. No una, sino en cada ocasión. El otro ejemplo famoso de episodio que se repite sin cesar es el de la película de Groundhog Day en la que a Bill Murray le ocurre el mismo día, sí, el mismo día una y otra vez, según leí, por diez años, tiempo que calcula el propio director de la película.
Volviendo a los X Files, ya vimos que tienen un lugar en el ámbito de la ciencia ficción y fantasía respetable en lo que a televisión respetable se refiere.
En ellos hay acción, conspiración, lo sobrenatural, sueños, mil cosas. Es drama, es entretenimiento cuyo efecto a ciertas personas es, ¿hacer pensar? ¿Convencer?
Pero sobre todo mucha gente identifica a los X Files con los extraterrestres. Y no sólo con objetos no identificados, sino con conspiraciones desde la misma parte oscura del gobierno. Ah, pero estos agentes su día no sólo era lidiar con la terrible burocracia, sino también se daban tiempito para lidiar con vampiros, con fantasmas, con espíritus. Con monstruos que parecían tenias humanas (sí, platelmintos, brrr), o que se integraron a la naturaleza boscosa de cerca de los Everglades, o los que eran como formados por lodo viviendo en los emblemáticos suburbios de América (así le dicen ellos), o investigando lugares en los que hay seres como si hubieran sido clonados de manera no natural uniendo a animales con humanos, o incluso en el cómo se puede ver que tan bajo (baaajo baaaajo) puede caer una serie, batallando incesantemente con Chupacabras latinos, ¿o qué, acaso hay de otros?
Will Shakespeare, James Joyce, Chris Carter, Henry Miller, Vladimir Nabokov Cuauhtémoc Sanchez. Todos genios. Nadie aspiró a comunicar un mensaje, todos aspiraron a entretener, a mostrar la verdad y diversidad de los orgullos, valores y vicios humanos. Al menos a su versión de la verdad y su visión de la diversidad.
El juego de los X Files era el de uno que decía que podría haber algo más allá. Como la Verdad que está allá afuera, pensando que no hay mucho problema, la cosa es solo levantarse, abrir la puerta y asomarse a la calle.
Conforme las temporadas iban pasando (fueron 9) Chris Carter, sumo pontífice de este programa, decidió irse por el asunto de deja-les-complico-la existencia-a-los-televidentes.
Para esto la receta es sencilla-complicada: Hay que mezclar de todo, conspiraciones de parte del gobierno, el cual siempre ha de tener una razón seria para acecharnos (les podría contar historias) a nosotros, pequeños seres de a pie, que en la edad post Watergate, post Once-de-Septiembre y post Huelga-de-Escritores de TV tenemos que apechugar, aguantar esas presiones de gobierno democrático elegido por la gente y para la gente, que busca eternamente nuestro beneficio a pesar del perjuicio en corto que esto pudiera causar. Pecatta minuta.
Pero todo esto es sólo especulación, y sé perfectamente que no cayó nada espectacular en Roswell en 1947, que no hay ovnis, que no hay profecías hechas por los diseñadores de la Gran Pirámide, que lo único que pescas en Teotihuacán en cualquier 21 de marzo no son rayos cósmicos ni energía ni buenas vibras, sino un resfriado de proporciones cósmicas, que no creo en fantasmas, o en brujas o en hombres lobo, que no creo en astrología, que no creo en la homeopatía, que no creo en la rabdomancia, que no creo en que te lean las cartas, que no creo en los biorritmos, que no creo en El Secreto.
A duras penas creo en Elvis (el de antes de 1959), en Dylan (por casi siempre), en Lennon (eternamente).
O sea, los X Files son absurdos, muy absurdos, increíblemente absurdos. Pero son historias, la mayoría bien contadas. Suspensión de la Incredulidad una vez más a bordo de una motocicleta Triumph 2290 cc a toda velocidad, rompiendo con lo queda de duda o de titubeos. No nos provoquen, sabemos muy bien que terreno caminamos, aún sí este es hielo quebradizo, no nos importa. Para eso estamos nosotros, los pensadores de sistemas, los decodificadores masivos inclusivos de las ondas hertzianas, y de sus primas, las transmisiones cableras.
Los programas de TV son las leyendas modernas, los mitos que se crean, por personas que aprovechan tendencias o zeitgeist del momento para construir figuras chinescas con sus sombras en la pared llenas de nuestros temores, ¿Qué tal si sí hay fantasmas? ¿Qué tal si sí hay conspiraciones? ¿Qué tal si las leyendas urbanas no son tales? ¿Qué hay si todo está alambrado para que mi destino esté encadenado aquí, en este lugar y no pueda ir más allá que mi fuerza de voluntad cese de existir pasando esa puerta…? ¿Qué tal si sí? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad cuando hay comerciales tan largos? ¿Qué es la verdad cuando descubro que por hacer este blog tan extenso no he terminado mis deberes deberes? ¿Qué tal si el Sistema Windows Vista no logra despegar?
Estamos desamparados en este Valle de Lágrimas, en este Valle de la Muerte.
Y así dice la Biblia, que caminaré por el Valle de la Muerte, pero prefiero cambiarle a como dice Woody Allen: “¿caminar por el Valle de la Muerte? Nooo, mejor correr por el Valle de la Muerte…”.
Mejor así. Correré. Sí.
Pero estábamos hablando de los X Files.
Como dije, no creo en ovnis pero adoro los X Files. No creo en fantasmas pero adoro los X Files. Creo en conspiraciones Y adoro los X Files. Y sólo soy un representante común y silvestre masculino de contradicciones como buen hombre que soy. No en el contexto de bueno, de bondad, sino de hombre, hombredad, ¿ok?
Me encantan las frases entre ambos, la ironía total, el sarcasmo, el puntillismo con que las frases afloran. Hay que sobrevivir. A palabras o a mentadas, como decía María Félix en esa maravillosa película de la Revolución, ¿cuál era? Entre Sculley y Mulder la química verbal entre ambos, sublime, más que entre el agente Dogget y la Agente Reyes que los sustituyeron sutilmente en las últimas dos temporadas (ah, ese episodio en el que salió Burt Reynolds, grandioso).
Por cierto, esta serie fue la primera en basarse con celulares, presagiando la llegada de 24, una serie que, sin sus celulares, le tendrían que haber llamado Quincena.
Mulder le llama a Sculley: “¡Ayúdame Sculley!”. Sculley le grita a Mulder: “¿Dónde estás Mulder?”.
Al mismo tiempo plena recepción, plena batería. Roaming: ¡muérete en el infierno! (en aquellos años era algo menos sofisticado que ahora) y el mejor programa de pagos o tiempo-aire de la historia. O eso o la mayor cantidad de tarjetas prepago de todos los tiempos (que muy convenientemente no nos muestran, ¡ajá!, otra línea de investigación).
¿Les dije además que los nombres de episodios son geniales? Talitha Cumi. Anazasi. Redención. Teso Dos Bichos. Génesis. Memento Mori. Getsemaní. Tungunska.
El mundo de esta serie, sí que es terrible. Peor que el nuestro, aquí te peleas en el tráfico, con el cuate de la tarjeta, con el del cable que te cobró mal, con el del Internet que no te lo dejó bien, con la entidad federativa que no te ha pagado el aguinaldo desde Diciembre y ya estás en Abril (pregúntenme cómo así).
¿Pero el de ellos?
¿Me preguntas al respecto del de ellos? ¡Ponte a pensar! Hay una conspiración en contra de la población mundial, y mientras te das cuenta de ello y meditas que hacer, con una mano luchas contra todo ese aparato gigantesco (hay que recordar el episodio del Submarino en el Ártico), contra hombres de negro sospechosos (el episodio de José Chung, con hombres de negro protagonizados por Alex Trebek, de Jeopardy!, y Jesse Ventura, actual o anterior gobernador de Minnesota, sepa, y que es otro hiperexcelente episodio), con la otra estás contra hijos del demonio, contra seres que vienen por ti en forma de cucarachas, fantasmas, monstruos de todo tipo, chupacabras, tipos que leen la mente, extraterrestres sin ojos y sin boca, virus que se te mete en los ojos, momias incas, lo que se te ocurra, abejas peligrosas, implantes en tu cuello o en tu médula. Incluso dobles, incluso reencarnados.
¿Díganme cómo estos agentes pueden dormir en la noche? ¿Cómo se atreven a cerrar los ojos?
O sea, en su día matan, destruyen, conjuran, contienen invasiones extraterrestres, estorban conspiraciones gubernamentales, mil cosas.
De noche… bueno, van por los bosques mejor iluminados del mundo acompañados de valor, una pistola, una placa y mucha, mucha fe en sí mismos, en que su mundo tendrá solución. Algún día. O hasta que salga la película de X Files 2, que está ya en producción.
Y después de todo, de todo, sólo queda reflexionar que mientras sus celulares tengan batería, nosotros, sí podremos descansar.