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sábado, diciembre 31, 2011

Otras doce reglas para tener éxito en los negocios.






La literatura de negocios está llena de reglas, de consejos, de aforismos, de axiomas, de recomendaciones, de mandamientos, de instrucciones de cómo hacer las cosas bien.

Estamos tan acostumbrados a esas listas que de tantas ya nos pasan de noche, y a veces uno piensa que se aprovechan que no tenemos nunca la atención puesta en ellas como para que nos digan los mismos mensajes pero con otras palabras para que digamos con máximo respeto y admiración: “sí, eso es cierto”.

No se trata de ser cínico, escéptico o derrotista, la esperanza muere al último.
El mundo de los negocios se basa en el mundo de los absolutos, en el mundo de los números negros y en el número que se tiene que vivir de algo para poder eso, vivir. Y que todos estamos pegados a los negocios, de un lado o de otro, o compramos o vendemos o intermediamos, o estamos en gobierno o somos becados o estamos en el seno materno o en el ataúd o en la urna hechos polvito negro.

El mundo de los negocios es frío. Punto, no hay más. No hay negocios humanistas, no hay empresarios humanistas. Aunque se digan humanistas. Al final todo mundo obedece, hay números negros o no hay más. (Y puedo equivocarme, creo).

Luego el mundo de los negocios y del éxito en los negocios. Aún los grandes pensadores se han equivocado y los hombres mejor informados de los negocios en un país determinado no son millonarios como debería ser. La fortuna dura después de un tiempo, pero este siempre gana y termina matando al hombre a pesar del dinero. Ajá.

A las enfermedades no les importa el color de tu American Express.

Así las cosas, aquí hay 12 Reglas para tener éxito en los negocios.

Me gustó sin razón alguna, la pongo en mi blog sin razón alguna. Nadie nos lo pidió y no nos importa. Lo que pienso es que valen la pena, como siempre algo de reflexión al respecto. Una lista más en el mar de listas, ¿qué importa?

1.- Jugar para ganar. Llegar en segundo es que otro tipo o tipa ganaron. En negocios, no hay  premio de consolación. Negocios es  una guerra, un juego cuya suma da cero, uno gana, el otro pierde. Sólo una compañía vende, sólo una persona consigue el empleo, solo una persona consigue la promoción.

Esta es la mera realidad y a los hijos y a los amigos siempre hay que comentársela y recordársela. Ni los hijos ni los amigos nos harán caso. Esperemos que los hijos al menos sí la recuerden de vez en vez. Les hará mucha falta. Sencillo, saliendo de la escuela, cuando buscas un trabajo y empiezas a ver a tus compañeros buscando el mismo puesto, se acabaron los amigos, la guerra de la supervivencia apenas comienza.

2.- Construye estrategias cambiantes de juego, que resuelvan problemas grandes y espinosos. Si no vas a hacer una modificación real en algo importante, no lo hagas. Construye una estrategia intrépida para ganar en grande. Estar lento o quieto no te hará ganar la carrera. Estar en un nicho está bien, mientras sea parte de una estrategia para poner un pie en esa puerta.

Ya quisiéramos que estemos en empresas que nos den oportunidad de hacer cosas diferentes, a veces puede suceder, ni modo, espera a que estés en la empresa correcta para cambiar las reglas. Lo que me gusta de esta regla es el hecho de poner un pie en esa puerta. Tienes que hacer lo que sea para poner un pie en esa puerta, no hay de otra. ¡Consigue esa atención a lo tuyo, ya!

3.- Rodéate con gente confiable, competente, que diga la verdad, y que los escuches. Salen muchos errores de fuentes subjetivas, información limitada y presunciones erróneas o inexactas. No te rodees de gente que a todo te diga que sí, o presuntuosos, o los que te doren la píldora, consigue la verdad clara de fuentes suficientes para tomar una decisión.

Ésta es tan complicada, ni modo la gente confiable no se consigue en la calle o por los avisos de ocasión. La información controlada y que fluye, ya por el hecho de fluir siempre se distorsiona. Siempre. Lo de la “gente-sí” es desastroso, pero se da tanto en este y en todos los países, lugares, empresas. La verdad no llega, o cuando llega sólo quieren matar al mensajero. Pero la verdad es la verdad. Punto. La gente confiable es oro puro.

4.- El éxito construye confianza, pero las lecciones de vida vienen de fallar. Eso significa que el crecimiento profesional y real viene primordialmente del fracaso y de perder. Pero nunca se entenderá eso realmente a menos que estés reservándote a ser golpeado por unos cuantos golpes de nocaut.

Es tan cierto eso, pero nosotros no quisiéramos que nuestra vida estuviera plagada de fallas o de fracasos o de errores, se tiene que aprender, caramba, y pronto, no dejes que tu conocimiento se de al final de tu carrera. Mejor los escenarios o panoramas fallidos antes que se den. Chance y se de la oportunidad de no fallar. Es mejor prevenir que corregir.

5.- Rebota rápido. Cuando te noqueen, y cree que lo harán una y otra vez, lo más pronto que te levantes, te cures los raspones, aprendas lo que quieras, levantes la cara, barbilla, mirada y regreses al negocio, mejor. No sólo para ti sino para que todos lo vean, incluso tu competencia.

Esto es de lo más recomendable, hay que rebotar rápido no para demostrarle a nadie nada, sino para que tú mismo, misma no pierdas el tiempo lamentando tu derrota porque equivale a perder dinero, momento, oportunidad.

6.- Desafía la sabiduría convencional. Las cosas cambian. Esto significa desafiar al status quo, a la autoridad, a las vacas sagradas, “a la manera de como las cosas se hacen desde siempre”, o sea, a cualquier cosa que suene remotamente a la generalización que tu instinto te diga que ya no aplique a la situación actual.

Esto es delicioso, pero también arriesgado, no siempre puedes inventar el Liquid Paper o el Cubo Rubik o el nuevo Post-It para resolver un problema que todo mundo ha resuelto de la misma manera siempre. Pero de repente se dan las cosas. Y todo hace sentido. Todo hace click.

7.-  Los resultados cuentan, las excusas y las intenciones no. Es impactante como los líderes experimentados y administradores pierden el tiempo explicando el porqué las cosas no funcionaron y haciendo excusas por el fracaso. A nadie le importa, excepto que tú te hagas cargo, pases a partir de ellos, la olvides y te muevas adelante.

Tan doloroso, tan básico. Pero tan común. Es nuestra decepción de ver a nuestros líderes de tanta falla generalizada, tanto fracaso por todos lados de programas, de campañas, de planes, proyectos, a todos niveles, ¿no que esa gente estudió y tiene altos grados académicos? ¿No que tiene grandes premios, reconocimientos, honores?

Veo esas grandes empresas de esta ciudad y en todas partes del mundo, que cometieron tantos fracasos que costaron tantos puestos de trabajo ¿y ellos, sus directores, sus staff, sus asesores, ¿cómo si nada? Pondría a leer a todos los aspirantes a puestos a que sean Magna Cum Laude en Sim City (el legendario juego de simulación) y a que todos, todos, todos los políticos que no saben leer, los que no quieren leer, los que no le interese leer, lean “Las Uvas de la Ira” para que sepan de segunda mano, claro, lo que es el hambre, la pobreza, la pérdida de la esperanza. Sí, ya me puse melancólico.

Volviendo, sí, una vez más, prevenir, prevenir, prevenir. No me vengas con predecir. Resuelve antes que la mina explote, que se acabe el puente, que llegues al abismo.

8.- Saber cuándo renunciar. Matar proyectos, renunciar a tu trabajo, quitar el financiamiento a malas inversiones, terminar sociedades, despedir personas, aún renunciar a clientes, sí, son cosas que a nadie le gusta hacer, y a pesar de eso, son tan críticas como empezar algo nuevo, si no eres bueno en detener o terminar cosas, ellas drenarán tus recursos, matarán tu productividad y limitarán tu oportunidad.

Uf, esto es tan triste cuando estás dentro de ese proyecto, cuando eres ese empleado, cuando estás en esa sociedad. Esto es pragmatismo puro. La vida no permite ensayos, no se puede el Game Over. Parece como el título de aquella película alemana: “Todo el mundo para sí mismo y Dios contra nosotros”. ¿Qué no tiene sentido? Qué importa, lo que importa es el pragmatismo. Los hechos fríos.

9:- Hay momentos para ser enfocados, hay momentos para ser flexibles, la clave es saber cambiar de un estado a otro.

Por más Eclesiastés que sea (ya saben: un momento para amar, un momento para cosechar y demás), la vida te indica que todo debe ser con medida, todo. La flexibilidad debe darse de manera natural, cuestión de ver la jugada, preverla una vez más.

10.- Confía en tu instinto y haz lo correcto. Cualquier brújula que estés usando, moral o lo que sea, confía en tus instintos y todo lo que has aprendido a lo largo de todo el camino y haz lo que tú creas que es correcto, no lo que cualquiera te quiera decir.

Llegamos a lo mismo, ¿qué es lo correcto? ¿Para quién es lo correcto? ¿Qué momento vives para que sepas que hacer? Decisiones decisiones, malditas decisiones.

11.- Haz lo que sea en lo que eres grande o lo que te apasiona, lo que sea que te haga feliz. De otra manera no tendrás éxito y cualquier cosa que logres no valdrá la pena.

Me veo obligado a decir “¡hey, es cierto! Hagamos lo que queremos, seremos felices… y sí, en ocasiones no es posible, pero hay que buscar que esto se dé a como de lugar y nunca rendirse, jamás rendirse… Busquemos siempre lo que nos apasiona. La pasaremos mejor. Estoy seguro de eso. Podremos vivir en eso siempre, lo divertido también es la búsqueda en sí.

12.-  Ponte algunos objetivos, haz un plan, ejecútalo y ver como lo hiciste, aprende de él, repítelo. Esto es como todo, todo, es hecho.

Sencillo, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, haz las cosas bien y repite, ¿alguna duda?

Al final de la lista sólo piensa, prevén, haz, échate un clavado, nada, goza. Vive.







viernes, diciembre 30, 2011

Partido de Cualquier Domingo Dado


No me importa que seas o no una cuerda en Futbol Americano, no se trata de poner mis conocimientos casi nulos contra los tuyos, que para esto, los respeto. Tampoco me importa que esto sea limitado, que no tenga el alma de un verdadero fan. No, no importa.

Se trata de mi punto de vista mínimo-no-completamente-objetivo-y-por-si-fuera-poco-corto-de-vista sobre como YO VEO AL FUTBOL AMERICANO. Si deseas discutir del tema, este no es un foro. Ve y busca uno. O sí estás pensando que tú lo podrías escribir mejor, sencillo, hazlo. Y no olvides avisarme.

Dicho ya lo anterior, pues…

Como ya lo había mencionado, el futbol americano tiene algo especial.

Muchos saben el desarrollo de un partido común y silvestre de este particular juego lleva cuatro cuartos, cuatro períodos de 15 minutos. Pero si uno se da cuenta y muchos y muchas lo han debido ver con claridad: es muy poco lo que de partido se lleva efectivo en jugadas, o sea, lo que llamaríamos el contacto real, las maniobras, las jugadas propiamente así llevadas, el golpeo, la escaramuza, la emboscada, el engaño.

Lo que sucede, sé que es muy obvio, pero olviden su familiaridad con el juego, es que las jugadas se llevan permitidas solo en segmentos de hasta 30 segundos cada una, y que en muchas ocasiones el equipo que va ganando usa hasta el último segundo permitido para iniciar la jugada. Es entendible, lo que desean es utilizar todo el tiempo otorgado para darle menos al otro.

En cambio, el equipo que va perdiendo, lo que más le interesa es utilizar todo el tiempo posible para acercarse a la meta del equipo contrario para acortar la ventaja, es sorprendente como el juego adquiere velocidad aterradora, y en ese caso, cada jugada se hace en 10 segundos y la que sigue, y hacia las bandas para poder evitar que el tiempo siga su curso ya que cuando el jugado con el balón sale por las laterales el reloj se para.

Todo entonces se reduce a un preciso y enfocado juego de estrategia de manejo de tiempos, que si es corrida, que si es pase, que si por tierra, que si etcétera. La concentración de todos debe ser absoluta, jugadores y entrenadores, de todos, física y mental.

Tal es la relatividad cómoda de la derrota y de la victoria. Los ceros y los unos de la existencia, los que no suman y los que sí, propiedades de este nuestro universo que nos tocó vivir.

Mientras tanto esos periodos de quince minutos son eternos momentos en que los equipos están reunidos, están acomodados en la línea de golpeo como le llaman algunos, mirándose, midiéndose, insultándose, observando todo movimiento, hasta el dónde pone la mirada el contrario, y en algunos casos, el darse cuenta de ver si el corredor trae protector en la boca podría significar para algunos de los defensas a que irá por tierra, o si no lo trae acomodado, podría significar que irá en búsqueda de atrapar su pase corre corre ciegamente hasta llegar al punto preciso, de entre todo el campo verde enrejado, listo para atraparlo, cosa que lo logra con sencillez inaudita.

(Tal y como lo hacía uno de mis compañeros en segundo de secundaria, en el Instituto Regiomontano en 1975, Valenciano, quien, maldita sea, atrapaba todos los pases que Escamilla le lanzaba con tal precisión, y nosotros, con los rostros de total descreimiento, admiración y envidia imposiblemente escondida). 

Aquí entran muchas preguntas, muchas. Y sucede que cuando las pregunto se me quedan mirando como para decirme “…otra pregunta así de obvia y verás…”, como si fueran papá regañón que no sabe la respuesta y que piensan que me estoy burlando de ellos al hacerlo como si mi intención fuera exhibirlos.

¿Por qué se llama touchdown? ¿scrimmage? ¿safety?, ¿cuántas de las reglas del deporte están hechas para que todo fluya en la televisión para los eternos comerciales? ¿Sólo la pausa de los dos minutos? lo ignoro, ignoro todo, no cuento con tanta información para poder llegar a saberlo, apenas uno de esos libros que debe haberlos a montones, como para dummies, como introducciones para no iniciados, pero que por circunstancias no cuentas con ellos en este momento y sinceramente me da flojera ética averiguarlo en wikipedia.


Y claro que se batalla para entender este deporte, hay decenas de reglas, decenas de ajustes, sólo el mirarlo continuamente puedes llegar a entenderlo. Esa es una de las razones por las que hay varios árbitros dentro del terreno de juego: para ver todo todo todo lo que es posible que suceda y que no se les escape absolutamente nada y aún así no sabes en ocasiones al final de la jugada y en medio de la montaña de tipos unos sobre otros ni idea tienes de en dónde quedó el balón, en otra si el jugador tenía los dos pies dentro de la zona de anotación, más allá si tuvo el completo control del balón en su momento, en otra más, si el contrario le agarró la barra protectora, o si aquél defensa provocó al contrario, y una más, si había intención o no del pasador de tirar hacia su receptor o si sólo lo quería tirar al suelo.

Sin embargo se ven estos juegos una y otra vez, y llega un momento en que no distingues un Aguilas de Filadelfia contra un Leones de Detroit, pareciendo de momento son indiferenciables, quizá los viste en 1978, en 1984, en 1990, en 2001 o la semana pasada… o un Green Bay contra Tampa Bay… o un Seattle contra un Washington y de eso dices, ¡son los mismos! Ahí nos veremos el siguiente domingo para ver a los Vikingos contra los Cafés de Cleveland… una vez más como cada tantos años, más si son de la misma liga o como sea.

Claro que es la misma situación en todos los deportes de tipo grupal, en las ligas de todos contra todos. Año con año lo mismo, lo mismo, lo mismo. Así se llegan a odiar Green Bay contra Chicago, Jets contra Gigantes. Dallas contra Denver. Acereros contra Cafés.

Agreguémosle a esto a la magia que un día éramos daltónicos blanquinegros y que de un  día a otro los vimos en toda su cromaticidad desde los primeros años 70s desde que Von Rossum los describía y hablo con familiaridad del Ingeniero Von Rossum porque lo veíamos narrar los partidos y todo era una delicia.

Esa ocasión y subsiguientes todo era un pasto intenso-verde, un intenso-rojo de los cascos de los Cardenales, un intenso-amarillo e intenso-verde del uniforme de los de Green Bay, un intenso-gris de los Vaqueros, un subido-morado atrevido de los Vikingos.

Así las cosas, veo el futbol americano como símbolo de mil batallas, guerras, de mis momentos en los que estuve sólo peleándome con los problemas de geometría analítica del profesor Estudillo las noches de los lunes de todo mi tercer semestre de prepa del Regio en otoño de 1978, de todavía disfrutar ver un partido en la nieve, en el hielo más pertinaz, o en el momento de sorprenderme por mirar una foto del equipo de los Potros de Denver saliendo al partido recortadas sus siluetas en la blanca nieve, o mirar la lucha en el lodo por un balón que puede quedar por un resbalón azaroso en poder del equipo contrario (que el texto de la foto de Life dice “desde que llegó el Astroturf o pasto sintético, y los estadios cubiertos de domos, todo lo que se perdió”).

Y nunca olvidar las leyendas como la de la inmaculada Recepción de Franco Harris con los Acereros o su gemela teológica, la jugada del Pase Ave María: el pasador que lanza el balón a una zona de campo estratégica mientras reza para que cualquiera de su equipo corra corra corra y sea el que se aparezca antes que algún contrario, de la nada lo atrape, lo haga suyo y continúen los avances hacia delante, porque todas las jugadas cuentan, segundo a segundo, minuto a minuto, hasta que el último segundo caiga, inexorablemente contando y cantando hasta el final.

Cada semana, cada encuentro, cada jugada, cada anotación, cada momento, cada balón en el aire, en las manos del corredor, en la mirada del defensa, cada emoción. Cada instancias de estas cuenta.

Y son tan descriptibles como indescriptibles. Hablar puntualmente de cada una de ellas quizá le restemos esa magia, esa sensación de inmortalidad cotidiana al conseguir tal o cual record, o como el salto impresionante de la jugada del día de hoy que acabo de ver.

Cómo explicarla sin que la gente diga, qué bonito, qué atlético, qué impresionante, qué bello, y como me frustro al ver cómo nos quedamos cortos los que tratamos de explicar la sensación de que esa jugada quedará siempre marcada en nuestras vidas, no por su significancia en su momento en un conjunto de anotaciones de un marcador veleidoso, sino en que nos fue posible atestiguar que ese jugador, del que desconocía su nombre y existencia hasta el día de hoy nos pudo transportar a la maravilla magnífica de lo que puede ser ese Futbol Americano que tal cómo nombre de película de Oliver Stone, de partido de cualquier domingo dado…




domingo, octubre 23, 2011

De Steve Jobs, consumismo, obsolescencia etc Parte I



La idea es ésta: No somos gadgets ni vivimos por ellos o para ellos, aunque la presión de grupo esté empujando hacia ese sentido.

En estos últimos años, lustros, décadas, nos hemos visto envueltos en el progreso con el tema de hacernos la vida mejor.

Esto se ve por todos lados, desde mejoras de seguridad en los carros, nuevas tecnologías para ver televisión, satélite, cable, sistemas de distribución a través de antenas más pequeñas, teléfonos celulares, computadoras, electrodomésticos más efectivos, medicinas que resuelven ciertas necesidades y mil cosas más.

El punto aquí es que no es malo el beneficio de la humanidad, pero, ¿a qué costo? Y ellos, los que nos dan esos beneficios, ¿realmente lo hacen porque les interesamos como seres a beneficiar, o les interesamos exclusivamente como seres que les entregaremos parte de nuestro dinero?

De ellos obtenemos esos productos tan llenadores en nuestra vida. Y ellos obtienen…  nuestro dinero. Al parecer el intercambio es justo.

Y aún así…

Como todos en este planeta, sabemos que se acaba de morir Steve Jobs. No seré yo quien empiece a desacralizarlo, aunque al principio sí, parece que todos lo quieren hacer santo. No, no creo que lo sea.

Me parece que aquí hay un fenómeno de imitación masiva. Puede ser que haya una cantidad gigantesca de usuarios de Ipod, de Iphone, de Ipad, de Iwhatever. Y sí, creo que él, Jobs, fue un gran tecnólogo además de un gran usuario de tecnología, una persona que sabía lo que el usuario no quería y más aún, lo que el usuario no sabía que quería.

No hay más.


No poca cosa. En 1997 empujó a su moribunda compañía, Apple, a buscar nuevos nichos más allá de la tradicional computadora personal, y los encontró. Tanto en el terreno de entretenimiento de lleno, como en el de las comunicaciones persona a persona. Nadie se imaginó, nadie, que Jobs empujó a Apple hacia esos espacios vacíos, casi casi, ambos dentro de los proverbiales Océanos Azules (de la Blue Ocean Theory), de los que habla la teoría en las que se apoya la idea de que si los mercados están llenos de competencia, el Océano es Rojo por tanta sangre de luchas, peleas, canibalizaciones, entonces la idea es que te salgas de esos mercados y crees el tuyo nuevo o… que intentes cambiar las reglas de esos mercados actuales y de ese modo, crees uno nuevo.

Así lo hizo Apple y lo hizo muy bien, ahora sin pasos en falso, como los que había dado 15 años atrás con la Apple III o con la Lisa, máquinas totalmente fuera de fase en lo que a mercado se refiere. (Y acabo de leer el artículo de que una virtud, ok, otra más, es que él, Steve Jobs, supo aprender de sus errores y lo hizo más receptivo hacia las necesidades de los usuarios, ganancia para todos).


Repito, lo hizo muy bien. Y convirtió a Apple en la compañía más valiosa de todos los mercados ahora mismo. Del mundo. Del Mundo.

 (No sabemos cuánto durará en ese lugar, otras lo han sido y han sido desbancadas y otras más hasta han desaparecido y así será por siempre, sic transit gloria mundi, “así pasa la gloria del mundo” o “la gloria del mundo es pasajera”).

¿Por qué? Porque cuenta con millones de usuarios en todo el mundo en esos ambientes que mencioné, sólo por eso.
Jobs pensó diferente, tal como sugirió el mensaje de Apple en aquellos comerciales en los que aparecían personajes tales como Gandhi, Einstein, Hitchcock, Amelia Earhart, Cassius Clay-Mohamed Ali y varios más. Él mismo pudo aparecer en esos comerciales.

Pero insisto, no fue un santo, ni mucho menos. Habría que ver lo que pensaba de muchos temas más allá de lo que es tecnología en sí.

Y la idea es ésta, un personaje tan emblemático como Jobs, tan llorado por todos, tanto que me sorprende, que mucho pienso como dije arriba: que fue como una epidemia social de dolor, más que un dolor particular por él, como si todo mundo considerara correcto llorar por él.


No que nos mantenga indiferentes, claro, fue como saber en nuestras vidas de la muerte de Henry Ford, o de la de Thomas Alva Edison, o de alguien así. Y quizá la clave también es que hoy en día no hay muchas más personas o personajes a los cuales aferrarse o referirse, todo mundo sabe el nombre de Bill Gates, o el de Carlos Slim, pero dudo que sepan el nombre de los fundadores de Google, por mencionar a alguien.


(Habría que pensar a quién le debemos más, si a Gates, a Slim o a los señores de Google, Sergey Brin y Larry Page.) (Bueno, siempre le debemos tanto a Slim).

En fin, todo depende del magnetismo, de la mística que proyectas, y del carisma que posees, que pastorees un gran grupo de ingenieros, esto último es importantísimo, básico, ese gran grupo de ingenieros a quienes se les exige cada vez más que integren sus productos de modos tan naturales en la vida normal que la gente no pueda imaginarse ya nunca qué era vivir antes sin ellos.

Como digo, eso no es poca cosa.


Y bien todo esto, lo de  los productos ideados para que la vida sea mejor, más sencilla, más intensa o más interesante, y no, no sé si esto sea la parte básica del plan de ser y existir de ellos.
Seamos fríos y pensemos, ¿cuál es la razón de existir de Apple?

No nos engañemos, no es la felicidad de la humanidad, ni que haya menos pobres, ni detener el calentamiento global.

No, la razón de existir de Apple es el enriquecimiento de los accionistas de Apple. No, eso no es malo, es lo más justo del mundo que una persona que le mete dinero y que acepta un riesgo gane algo a cambio.
(La gente nunca piensa mucho en eso: el riesgo, pero es la base del capitalismo en sí, el poco o mucho que está metido en el concepto negocio.

Antes de que muriera Jobs, hace un mes, grabé un video en mi canal en el que hablaba básicamente de 8 cosas que ustedes no sabían de  Steve Jobs. Lo basé en un artículo de una revista de Internet que había salido por ahí no por otra cosa sino porque Jobs se acababa de retirar de la presidencia de Apple.
Ahí hablaba de una cuestión, de que Jobs no creía en beneficencia. Y sus razones tendría, pero no lo hacía, punto.


No es que eso te disminuya como ser humano, creo, en principio, pero hace un poco menos sostenible la idea de que Apple busca el beneficio de la humanidad, y puede que yo sea algo simplista o me pierda de sutilezas, no sería la primera vez.

Por otro lado, el señor Gates será todo lo cuadrado y conservador que se quiera, pero él ya prometió que regalará toda la mitad de su fortuna a causas de filantropía.

¿Que Gates tiene más dinero del que tenía Jobs? Bueno, eso me recuerda cierta historia bíblica que dice que… etc. Sí, la de la pobre que entregaba todos sus ahorros al templo, etc.

En fín.


Ni a la gente viva se le quitan sus méritos. A la gente muerta tampoco.

Finalmente todos somos humanos. Finalmente no todos trascienden.

El señor Jobs trascendió y vaya que lo hizo.

Seguiremos tocando este tema en la próxima entrega.


HASTA AQUÍ LA PRIMERA PARTE


martes, agosto 16, 2011

Más videos de mi canal... a esto se le llama sinergia :D

Con motivo de que ando en el tema de mis libros, pues comencé el tema de hacer un canal, entonces lo lógico es que ponga los videos en mi blog, así que es una minimanera de saturar al mundo con mi presencia.


No creo que logre mucho de esa saturación, pero es divertido de cierto modo... aquí hay cuatro videos, de seis que serán... así que, gracias por estar por aquí...


Como siempre, espero que les agrade...






Este es el primero...


El de abajo, es el segundo...




Nop, no sé todavía como sacar la mejor imagen para mostrar en la "portada" del video :-D


Va el tercero...




Ven lo que les digo?


Y va el cuarto...




Y faltan dos más, que serán hechos el día de hoy mismo...


Aquí están los que faltaban... el quinto...






y el sexto...








y final de esta serie...




Todo esto tiene que ver con Ernest Hemingway, que cumplió recientemente 50 años de fallecido.




(Este preciso ejemplar de Life Magazine, la revista, se la regalé a un por entonces amigo escritor, que adoraba a Ernest Hemigway, del cual me distancié con el tiempo... ni modo, pero de seguro este cuate se ha de acordar de mí cuando revisa sus cosas y mira la revista... este, supongo...)


Tiene que ver con los cuentos como literatura, de cómo escribirlos, en cómo imaginarlos.


En mi parte personal, yo leí el  libro mencionado en los videos, Teorías del Cuento I - Teorías de Cuentistas, la recopilación de Lauro Zavala, allá por 2003, y fue una revelación en sí.


Pero la revelación de las revelaciones fue el artículo de Hemingway, "El Arte del Cuento".


Una maravilla, me abrió los ojos. Me explicó como hacerle. Hasta entonces ya había escrito dos novelas. Ok, sí, intricadas, largas, de alrededor de 500 páginas cada una. No, no sé como es que llegué a esa marca de páginas, dos veces. Misterios sin resolver.


Cosas de la vida.


Pero la cosa era, ¿cómo hacer una historia corta? ¿Una historia contada en pocas páginas? No, no tenía idea. Ni siquiera me imaginaba argumentos o ya no digas argumentos, ideas para hacer historias cortas-


No eran mi asunto, eran territorio inexplorado, negado para mí.


Hasta que leí lo de Hemingway, ahí, en ese libro.


Y bueno, cómo acaba de pasar este tema del Encuentro de Ciencia Ficción de Monterrey, pues se me ocurrió hacer lo del video de las ponencias (y que están en el anterior blog).


Para esto, primero se me ocurrió poner las esas ponencias  en You Tube.


Pero el detalle es que... no todo acabó ahí. Sino que ... acaba de empezar...


Antes de las ponencias y todo eso, vi la sencillez de cómo se podían hacer las cosas, gracias a un joven amigo llamado Andres Martínez, y luego con la ayuda de Luis Eduardo García, mi hijo, pues... todo hizo click...


Ahora sólo quiero hacer más videos... (¿será una fase?) y los pondré en donde pueda... en mi canal de You Tube, en Twitter, en este blog, etc.


Por otro lado, siempre he querido hacer una actualización de mis blogs, de los que en Junio pasado, hace un mes, cumplí 5 años.


Y pues... quizá haga videos de blogs que he hecho... y se los agregaría ahí.., todavía no sé cómo, pero algo se me ocurrirá...


Que estén bien...



lunes, agosto 08, 2011

Estos son los dos videos de ponencias...






Esta es la primera parte de la ponencia en el marco del Encuentro de Ciencia Ficción de Monterrey en la Casa de la Cultura de Nuevo León este 6 de Agosto de 2011.




Esta es la segunda parte de la ponencia en el marco del Encuentro de Ciencia Ficción de Monterrey en la Casa de la Cultura de Nuevo León este 6 de Agosto de 2011.

Así las cosas... y como ya me salgo por la hora de la oficina, le agrego mas cosas más tarde...



viernes, julio 15, 2011

Escribiendo una novela


¿Por qué escribe uno? O… ¿por qué escribe uno una novela…? o ¿por qué uno desea escribir una novela, imprimirla y venderla él solo, todo solo?

La respuesta más sencilla y menos satisfactoria puede ser…

“Porque se puede…”. Y ya.

Hay muchas otras respuestas allá afuera y no tengo una más clara. Si desean ahorrarse todo el rollo siguiente acepten sencillamente entonces la segunda o primera alternada: “porque me gusta” y como variación podrían aceptar “porque me es necesidad”. Y ya.

A veces me falta reflexionar el porqué hago esto. No tanto como ejercicio de vanidad, sino porque lo quiero dejar establecido.

Bueno, el asunto es que al principio de los tiempos escribí porque alguien me preguntó que porqué no escribía todo eso que les contaba, platicaba, opinaba, narraba, etc.,  llámese opinión, libro nuevo, noticia por ahí, película, programa de tv, suceso u ocurrencia o cualquier cosa que pasase por mi radar.

La idea se me hizo atractiva, lo hice así, lo imprimí (no había entonces tantas impresoras laser, lo hacía en impresora de matrices de puntos Enteia), lo mostré a mis nada solícitos amigos, pero con un poco de persistencia y terquedad encontré quien me publicara y no me pagara, y luego mejor, conseguí quien me publicara y sí me pagara… No mucho, pero algo bueno salió.

Eso fue en 1990 y fue agradable.

Pasó que en 1993 cayó en mis manos un ejemplar de la revista Time con un artículo sobre los videojuegos (llamado “The Attack of the Videogames” y encontré un término que decía algo así, “ipm”, o sea, interacciones por minuto: la cantidad de circunstancias que se le da al usuario del juego y que es una de las bases para que el juego sea interesante, en unidades por minuto. (Son las que realmente te intoxican con su placer y que después te hacen dependiente de la dopaminas que te provoca encontrar esas interacciones…).

El caso es que alguien diseñara así las cosas, pues no, no se me había ocurrido, o sea, ya había interactuado con juegos de video muchísimas veces, pero no lo había pensado así, que el diseñador se pone a trabajar con un narrador para ir sembrando en los momentos adecuados ocurrencias, eventos o como dice arriba, “interacciones” para mantener el interés del participante. (En el juego de Doom de 1993, por ejemplo, cuando entrabas era “natural” que después de una batalla contra demonios y espectros que te dejaba super herido, sin fuerza y casi sin “vida”, entrabas a una cámara, cuarto o salón donde encontrabas las sustancias que de ingerirlas te pondrían de nuevo en marcha. Muy bien calculado, por cierto.)

¿Y qué es lo que hace un novelista o cuentista? Narra una historia con la esperanza de mantener interesado al lector constantemente, sí,  no hay de otra, si no se hace de esa manera, no hay lector, punto. Mantener entretenido al lector es lo importante, si no, no llegará a “FIN”.

Por más que lo anterior parezca obvio, no lo es tanto a la hora de escribir, el narrador que intenta serlo normalmente no es mecánico, no es como los que escriben novelas de vaqueros como Marcial Lafuente Estefanía o los de Zane Gray, que escribieron cientos de novelas con temas básicos, o Corín Tellado o Barbara Cartland en el tema de las novelas románticas. El lector de esa literatura no exigía gran cosa, sólo que fuera entretenida; que los argumentos a fin de cuentas eran similares no les importaba mucho, no había exigencia, pero todo esto es… otro tema. (¿Se seguirán vendiendo las novelas de vaqueros? Hace mucho que no las veo. Le gustaban mucho a mi papá. Fue mi primera lectura de “letritas”… Perdón, ese es oootro tema también, cierto.)

Sigamos. 

Resulta que en esos días apareció el tema de Tlatelolco con toda su truculencia y sus dobleces, por los 25 años de aniversario, 1993,  en un momento clave de la sociedad mexicana que por fin comenzaba a salir de su miedo y su silencio y que deseaba terminar con el desconocimiento del tema, resolver sus misterios, y si era posible, sus injusticias, encontrar sus culpables y demás.

A mí en particular ese tema me ha impresionado muchísimo siempre. Ya lo he explicado en mi blog, pero bueno, ese asunto me daba muchas vueltas en la mente desde mis 14 años, en 1976, cuando leí La Noche de Tlatelolco de Elenita.

Y por otro lado el tema de la realidad virtual (como otros que andaban flotando, sistemas expertos, inteligencia artificial, redes neuronales, todos con posibles aplicaciones) insistía en aparecer en revistas que incluso eran de número único y especial porque no había tantos avances sobre el tema como para mantener una revista mensual.

A nosotros los que amamos la ciencia ficción, el tema de la simulación realista siempre nos ha parecido atrayente, en Star Trek; the Next Generation hacían gala de ello con su holodeck.

Por supuesto no hay que olvidar la revista Wired que apareció en la primavera de 1993, con un impacto en mi cabeza total y general. Me hizo pensar que por fin había una revista para tecnólogos aficionados que queríamos saber todo lo de la tecnología en cuanto a impacto actual, pasado, y futuro en la sociedad. Sí, quería eso y más… Wired me daba las tendencias, las posibilidades, los trampolines sobre los cuales saltar para llegar a reflexionar hacia lo más lejos posible, mezclado con lo natural y lo más lógico.

Entonces todo eso confluyó para darme una idea para escribir un tema en narrativa que me permitiera hablar de Tlatelolco, y meter ese tema histórico reciente en una extraña melange de un videojuego de realidad virtual puesto en un futuro cercano de nuestro México.

Poco a poco esto fue derivando (de hecho, esto tiene que ver con demasiadas derivaciones), en la necesidad de escribir algo más y más grande. De ahí que el desarrollo de la historia tuviera que incluir un tema del México de 1968, pero exigiera ponerle distancia, por eso tuve que hacer que el tiempo de la novela se fuera hasta el año 2018, o sea, 50 años en el futuro. Al estar escribiendo eso en 1993, no habría problema, estábamos a la mera mitad del plazo fijado.

Bueno, el caso es que la escribí. La novela que se llama Technotitlan: Año Cero.
Hubo todo un proceso… ¿dije sólo un proceso? Mil procesos más bien. ¿Saben cuántas decisiones hay que tomar para escribir un solo párrafo?

Si se deja coma, si no se la deja, si se pone punto y aparte, si se le pone punto y seguido. Si cambiamos la oración de pasiva a activa, si la arreglamos de esta otra manera para obtener más fuerza, más poder. Porque de lo que se trata es que las frases tengan poder, con las palabras acomodadas de la manera correcta, lo tendrán. Hay gente que sí se fija.

 Si el párrafo queda así, o si no, o si no es arrogancia el haberlo puesto de ese modo, o si no da nada de novedad al lector en el transcurso de la narración, si se agrega otro párrafo más para aclarar, si el lector no se me está perdiendo, o si peco de subestimarlo, o si peco de sobrestimarlo. Uf, mil elecciones.

Y eso puede ser en un capítulo, y luego en otro, y otro más, y ver si todos van embonando.

En ocasiones me sentía como ingeniero de sistemas, y recordaba temas de lógica computacional, o temas binarios o de álgebra booleana, o los que tenían que ver con esos de que…  por ejemplo, “necesito un personaje de 70 años así y así, y lo necesito para tal momento y debe aparecer y empezar a ejercer interacciones en tal otro momento”. Y ya, lo sacamos, le creamos una personalidad ad hoc y lo colocamos donde hace falta, desde donde hace falta. Y lo más curioso es que de pronto este personaje se pondrá a hablar sin que le digamos qué o cómo, o porqué, de hecho, ese personaje que acabamos de inventar en ocasiones adquiere más preponderancia de lo esperado. Suele pasar.

A pegarle los cables correspondientes, y que todo parezca natural. Eso es lo importante. NATURAL.

Hay muchos más temas de dentro de la novela, de “dentro” de escribir, de “por fuera” está lo siguiente:
Recuerdo a un conocido que era gerente en una empresa que era cliente nuestro. Cuando se enteró que estaba escribiendo y cuando escuchó mis planes de autoeditarme, autoimprimirme, vender mis libros yo solo y demás, me cuestionó así de plano si yo escribía por dinero.

En realidad uno se pregunta a veces eso y se dice que tal vez no sea bien visto que uno diga la verdad, y que sí, acepte que sí escribe porque tiene deseos de dedicarse a eso, pero que además tiene personas que dependen de uno y que al final del día no es malo escribir y ganar algo para comprar lechita y zapatitos para los niños.

Pero este amigo me hizo sentir mal. No podía decirle eso en aquel momento. No se me ocurrió. Y le dije que primero hay un amor al arte, que sí, que la intención es escribir lo que uno quiere, no lo que quiere la gente necesariamente, y que sí, que ojalá les guste, aunque eso no está nunca garantizado, pero que a lo mejor sí lo valorarán y lo entenderán y sí les gustará tu trabajo.

Aún así lo que le dije no me satisfizo. Y lo pensé y lo pensé y lo pensé. Y a los tres años tuve la respuesta, puede que fuera un proceso de reflexión algo lento, pero sí, al final me dije: bueno, si a este amigo le pagan por hacer su trabajo, ¿qué tiene que venir a cuestionarme si escribo por dinero? Es un oficio más, sólo eso. 

Así las cosas. He escrito 8 libros, y quiero ponerlos a disposición del mundo, ya he puesto tres y hay muchas sugerencias: ponlos en Amazon, contacta a esa editorial, ve allá o acá. Y no, la idea mía original es hacerlo yo de manera independiente y eso pienso hacer, digo, ya lo he hecho en dos o tres ocasiones. Y ha funcionado, para asombro de los detractores de la idea, ha funcionado.

En resumen: pienso imprimir yo mismo los libros, compaginarlos, guillotinarlos, engraparlos, pegarlos, ponerles la portada que lleve a imprimir, luego de nuevo la guillotina, y ya, firmar cada ejemplar y decir al mundo: este sí es un libro hecho a mano por el autor mismo. Espero que la gente aprecie algo así. Será interesante.

Ya contaré más a la siguiente.

Si quieren más información, con todo gusto, estoy en el correo luis.garcia.2099@gmail.com .

Que tengan un buen día.