Tercera Parte
Ya lo he dicho en otro lugar, la edad de la ironía empezó quizá ahí mismo, para luego reforzar el tema con Watergate, luego con Carter, los rehenes en Irán, Reagan, Iran-Contras, y un largo etcétera que no sabemos si terminará, lo más seguro es que no, con el tema de las Armas de Destrucción Masiva que Iraq nunca tuvo.
La edad del “no te creo, gobierno”, empezó ahí.
La cosa aquí era que no había nadie por entonces quien tuviera pruebas de lo anterior. No había nada que llegase a la prensa, pensando que en c
aso de existir ese tipo de prueba, ella lo exhibiría al mundo, lo denunciaría, que primero pensaran que sí, que el gobierno elegido por el pueblo para el pueblo le mintiera al pueblo, era axiomático, imposible que algo así sucediera.
A lo mucho llegaban reportes “leaked”, o filtrados que no eran del todo tratados con credibilidad o con la propia relevancia que se requería ya que siempre había la doble intención de perjudicar a alguien, eran calculados en su alcance y daño.
Pero bueno, resulta que después que llegó Daniel Ellsberg de Vietnam, con un ya grave problema de conciencia, empezó a jugar con la idea, ya de nuevo en el Pentágono y después de leer, comprobar, reforzar su idea de que mucho estaba equivocado al respecto de la Guerra y de la dirección que estaba tomando, y sabiendo desde el principio que todo era una pesadilla, y que ahora se estaba volviendo todo un gigantesco pantano que estaba enlodando a todos y matando a mas y mas personas de ambos lados.
Para esto encontró y empezó a leer un reporte que abarcaba varias décadas de la intervención norteamericana en Vietnam. Para entonces ya era 1968. Ya habían muerto Martin Luther King y Robert Kennedy y junto con ellos murieron el idealismo y el optimismo de que las cosas podrían cambiar. Fueron días de dolor auténtico.
Porque he de decirles que había gente que sí creía que había redención de todo esto, que sí había salida a toda esta pesadilla, que ya había llegado el momento de parar toda la Bestia, la maquinaria inexorable de moler carne, de todo el aparato de guerra traducido en bombas, aviones, balas, proyectiles, minas, la colosal justificación de la destrucción en el sudoeste asiático, o, que había que buscar el modo de acordar que todo mundo saliera sin problemas (el doctor King fue el único líder de renombre nacional, o tal vez mundia, había ganado el Premio Nobel en 1964, con un plan razonable de salida), o con problemas, los de esperar.
Ahora con sus muertes, nada pasaría, ya no había líderes (¿el candidato demócrata y ex vicepresidente Hubert Humphrey? Un miedoso siempre de su ex jefe el presidente Johnson, ¿Nixon? ¿Bromean?), ya no había nadie qué deseara la paz.
Así las cosas, el reporte le dio a Ellsberg la visión de todo el panorama histórico, desde que los japoneses liberaron Vietnam de los franceses, y luego con la derrota japonesa, la reconquista de su colonia de parte de estos, cosa a la que ya se había renunciado debido a la firma de la Carta del Atlántico, en la que las naciones firmantes renunciaban al colonialismo; luego los reconocimientos a Ho Chi Minh como cabeza de estado, para luego desconocerlo; luego el apoyo norteamericano a los franceses, luego su retiro; luego la caída de estos en manos de los vietnamitas; luego la negación de los acuerdos de 1954 de crear elecciones libres en ambos territorios, ¡¡de parte de los Estados Unidos!!
Todo eso en el panorama mezclado por ese terror a lo rojo, pensando que todo el mundo era un lugar para pelear contra los comunistas, que no se podía dar marcha atrás, que cualquier derrota por pequeña que fuera sería la primera de muchas, que era mejor Dead Than Red, y miles de suposiciones similares.
Ese era el reporte creado a partir de miles de páginas de memorándums secretos, de reportes sesgados, de cables de embajada pesimistas, de peticiones de más secretos.
Al pueblo de los Estados Unidos sólo le llegaba un optimismo incierto de que todo se haría como siempre, que su nación saldría venturosa de esa operación militar que no parecía crecer, pero que lo seguía haciendo cada vez más. ¿Cómo se notaba? Con mas muchachos llegando en cajas cubiertas con la bandera americana. Y con más muchachos llegándoles la invitación a presentarse en la Junta Local de Reclutamiento.
Daniel Ellsberg decidió por fin que quizá exponiendo los papeles al mundo, podrían entenderse muchísimas cosas sobre la Guerra de Vietnam y el gobierno de los Estados Unidos. Esperaba que con ese entendimiento las decisiones de los líderes de opinión fueran ya decisivas voces en contra de la Guerra.
Lo que siguió fue tortuoso: sacar los documentos de donde estaban guardados, sacar las miles de copias en secreto, con aquellas gigantes copiadoras tan lentas de aquellos años, y luego organizarlas y para acabarla, buscar el interlocutor correspondiente, correcto, a quien pudiera hacerle sentido.
¿Qué lograría Ellsberg? Mandárselos primero a un funcionario aliado y favorable, pero como esto no ocurrió, demasiados que decidieron no pagar el costo político por fin se decidió por la prensa, el New York Times, para ser exactos.
Y pensaba, quizá ingenuamente, que con eso podría causar un cambio en la opinión pública, tan demoledora en muchas circunstancias, tal como darse cuenta que estaban equivocados y hasta el 31 de enero de 1968, cuando los vietnamitas del Norte atacaron en docenas de lugares de manera simultánea en los territorios de Vietnam del Sur incluyendo casi tomando la misma y ultradefendida embajada de Estados Unidos en Saigón por más de seis horas. Eso acabó con la idea que la guerra de Vietnam, era una victoria segura, idea falsa para esto, desde el principio.
Bueno, como dije, nadie le aceptó los Documentos, hasta que llegando a marzo de 1971, el NYT lo escuchó.
Y no hicieron nada en ese momento… Pensaba Ellsberg si todo eso había sido inútil. El FBI lo presionaba y la guerra continuaba, Nixon ya había anunciado que se estaba bombardeando otro país más, Camboya, sin permiso del Congreso, cosa absolutamente inaudita. Todo seguía, la matanza allá continuaba, los soldados regresando en bolsa con zipper aumentaban, los bombardeos, la pesadilla.
Pero el 13 de junio de 1971 todo explotó. El New York Times lo publicó en primera plana, Vietnam Archives: Pentagon Study Traces 3 Decades of U.S. Growing Involvement, Archivos de Vietnam: Estudio del Pentágono Sigue 3 Décadas de Creciente Envolvimiento de EU.
El Gobierno de Estados Unidos prohibió al NYT la publicación del material, o sea, ¡un acto de censura como no se había visto en 200 años! Pero Ellsberg evitó la censura total pasándole material al Washington Post, y luego al Boston Globe, Los Angeles Times y posteriormente a 17 periódicos más.
Okey, se publicaron de nuevo en el NYT, 50 planas completas, la gente lo leyó, la televisión lo mencionó. Salió el cochinero.
Pero la guerra no se detuvo.
Eran documentos llenos de nombres, de siglas, de frases extrañas, de eufemismos, de puestos, de departamentos, de lugares, de operaciones, de nombres de lugares exóticos.
Pero lo claro fue… No puedes confiar en el gobierno. Ya no puedes confiar en lo que te dicen, ya no puedes confiar en su juicio. El Presidente de los Estados Unidos, ya no es infalible. Lo peor, que el Presidente de los Estados Unidos sí se equivoca.
Nunca, en esos documentos apareció que Nixon mentía, o que Nixon declaraba sus verdaderos planes… eso apareció dos años después, en las grabaciones de Watergate. Entonces se vería con claridad, que por decir el bombardeo con aviones B52 a Haiphong, el puerto más importante de Vietnam del Norte, que se estaba haciendo por esa época, se había aconsejado como nada efectivo, pero sin embargo se llevaba a cabo.
Esa era otra conclusión, consejo tras consejo que todo apuntaba a una larga guerra sin victoria a la vista, se habían previsto desde 1961, en tiempos de Kennedy, que mejor era que no se metiera. Aún así los consejos prevalecientes era aumentar las tropas. Eso provocaba solo que se endureciesen las cosas que hacía a su vez que se necesitaran más tropas, lo que sólo provocaban mayores problemas que hacían requerir más tropas.
Círculos viciosos de la peor clase.
Y todo mundo se escudaba con que no se está ganando la guerra porque había faltado decisión en el momento correcto, y por supuesto, más tropas.
¿Suena familiar?, recordemos que ahora hay dos guerras de Estados Unidos, una inventada en base a mentiras, la otra en base a una equivalencia de que si las avispas me picaron, voy a la casa del vecino en donde están las avispas, a destrozarla, aunque no las encuentre nunca.
Luego Nixon se iría a China, a Rusia en 1972, y todo el asunto de la Guerra Fría, al menos como para pelearla en Vietnam, ya no parecía tan grave. Se llegaron a acuerdos repentinos con los vietnamitas del Norte en cuanto a retirar tropas. No se dijo nada acerca de bombardeos, existía el miedo acerca de que si se retiraban esas tropas Vietnam del Sur se desmoronaría, cuestión que Kissinger y Nixon impedirían con bombardeos estratégicos, aun que ya no hubiera tropas americanas en Vietnam.
Llegó 1973, se retiraron las últimas tropas norteamericanas y por fin el Congreso negó los fondos para que siguieran esos bombardeos, que según esto, con todo y negativa de la gente de los militares respecto a sentir que se hacía lo correcto, siguieron tirando sobre la gente en el Norte.
Al no haber fondos, no más guerra, así de sencillo hubiera sido todo eso de suspenderla. Las guerras se hacen con dinero, al no haber dinero, no hay guerra. Dile eso al que fabrica el napalm, al que fabrica los aviones, las armas, las balas, los cascos, las minas, los lanzallamas, los helicópteros, los B52.
Sencillo y complicado al mismo tiempo. Muy complicado.
A Daniel Ellsberg lo enjuiciaron, pero salió libre cuando se sobreseyó el caso, es decir, cuando no se le vieron méritos de traición, porque él no traicionó a su país, él le dio documentos incriminatorios de una guerra falsa, ella sí criminal, a través de su prensa, a su propia nación, no a una nación enemiga, plantada por su propio gobierno, esa es la clave de todo.
Es cuando se entiende de que se trata todo esto.
Cuando un ciudadano es testigo de los desfiguros de su nación, realizados por sus gobernantes, tiene el derecho, la obligación, de denunciar, de exponer, de demostrar lo que está sucediendo.
Esa es la lección de Daniel Ellsberg. Alguien que estuvo en medio de todo, en las entrañas del sistema, que percibió la podredumbre, y que salió airoso.
Necesitamos de ese tipo de personas, y sé que no hay muchos documentos en países como este, México, en el que mucho de todo se habla, sin que nadie escriba o registre documentos. Y lo único que logran, a su conveniencia, es sacar grabaciones de celular que autoincriminan a personas al hablar éstas estúpidamente a las que es preciso hacerles daño públicamente según sus conveniencias.
Watergate, el famoso caso Watergate, empezó con la contratación de un grupo de incondicionales que se metieron a la oficina del psicoanalista de Ellsberg, en 1972 a buscar detalles incriminatorios en contra de él, actividad totalmente ilegal por donde se vea. Luego irían ahí, envalentonados, al hotel Watergate, a las oficinas del partido Demócrata, en Washington, D.C.. Luego el camino del dinero indicaría a Carl Bernstein y a Bob Woodward del Washington Post, que todo dependía de las órdenes de la Casa Blanca.
Llegaron las grabaciones de un presidente paranoico, las ordenes de un juez para mostrarlas, el escucharlas, y en agosto de 1974 la renuncia de ese presidente.
Saigón cayó cuando los del Norte arrasaron en una marcha incontenible, con todo, en 1975. Unificaron su país y Saigón ha sido Ciudad Ho Chi Minh desde entonces.
A los diez años, en 1985, seguían pobres. En 1995 ya estaban levantando cabeza. En 2005, ya estaban aspirando a ser un tigre asiático y aunque todavía hay pobreza, ésta ya no es tanta como antes y durante tiempos de los norteamericanos.
Daniel Ellsberg es ahora protagonista de un documental llamado “El Hombre más Peligroso de Norteamérica”, título con el que lo designó Henry Kissinger por entonces, y que se acaba de estrenar el 3 de Octubre de este año de 2009.
Al parecer Daniel Ellsberg, de 78 años, sigue con sus ponencias acerca de lo que es correcto o no, con sus críticas al gobierno, en la búsqueda de hacer lo mejor que le dicte su conciencia.
Mi camisa negra favorita es tipo Polo, fue hecha en Vietnam y fue comprada en Estados Unidos.
Y todavía no entiendo, igual como cuando estaba pequeño, que fue todo eso llamado… Vietnam.
Pero lo que sí entiendo, como bien dice la revista Time, que la historia está llena de hombres ordinarios que realizan actos extraordinarios, tal y como lo hizo Daniel Ellsberg.
“El terreno estaba siempre en juego, siempre en movimiento. Bajo el suelo el terreno era suyo, el de arriba era el nuestro. Teníamos el aire, podríamos subir, pero no desaparecer en el cielo, podríamos correr pero no escondernos, y él podía hacer tan bien eso, que incluso parecía que podía hacerlo al mismo tiempo… Siempre, un lugar u otro estaba ocurriendo todo el tiempo, nosotros teníamos el día, él tenía la noche...”.
Airmobility, Dig It, del libro de Michael Herr, Dispatches, (1977)