Gerry
Anderson fue una persona que nos dio sueños, que usó su imaginación y logró
grandes cosas. Murió hace pocos días a sus 83 años.
Antes de hablar de Anderson un antecedente:
Estuve
leyendo hace días una parte de la biografía del creador de Filmation, Louis Scheimer,
en la que contaba que tenían un estudio de animación en Los Ángeles y que
estaba a punto de quebrar cuando llegaron de Nueva York para analizar si ellos
podrían proveer de una nueva caricatura que se pensaba lanzar en el otoño.
Usando un poco de creatividad consiguieron a 20 personas para que FINGIERAN que
estaban trabajando en proyectos cuando la visita llegó.
El caso es
que la visita tuvo una excelente impresión y les dio el proyecto de hacer una
temporada de 26 medias horas de una nueva serie animada sobre Superman, las que
casualmente conoció mi generación al término de los años 60 y que tuvieron un
éxito fenomenal.
El punto que
me llamó la atención es que esa visita les dio ese proyecto y que por cada
episodio de los 26 contaba con un presupuesto de 36,000 dlls de aquellos años, que
bien puede ser como de unos veinte veces más ajustando la inflación al día de
hoy y así saldría cada episodio ahora a alrededor de 700,000 dlls, o sea, 9,000,000
pesos por episodio de 26 minutos, cada minuto costando 370,000 pesos
aproximadamente.
Y ves ahora
los episodios, bueno, son los 26 minutos, y en que cada historia sencilla era de
7 minutos, tres por episodio (Los 6 minutos restantes eran créditos iniciales y
finales)
E insisto
700,000 dlls son casi 9,000,000 de pesos por episodio!
Bueno, no
es el caso hablar de las tecnologías actuales y del dinero involucrado que en
teoría podría ser menos, ¿no?
Aquellos eran años de ideas y de exploración de ellas y de llevarlas a cabo y si hablé de lo anterior es para mostrar como se daban los contratos que al parecer eran de negocios sí y negocios normales, y no, eran algo más allá.
Era imaginación pura llena de ingenuidad e intrepidez.
Como de la que Gerry Anderson tenía y mucha.
Y lo que quiero hablar ahora es de los Thunderbirds
y de Gerry Anderson.
Y del Capitan Escarlata y Gerry Anderson.
Y de OVNI y de
Gerry Anderson.
Y de Odisea 1999 y de Gerry Anderson.
Y hablaré de
eso y de Gerry Anderson o al revés. O no, hablar de esas series es hablar de la
persona.
Y es que
Gerry Anderson se acaba de morir y con él se murió todo un género de series y
películas y de enfocarse a narrar una historia y a mostrarla según sus
términos. Y muchos compartimos esos términos y nos emocionamos y entusiasmamos.
Eso, señores míos, no tiene precio.
Y hablaré
de la imaginación de él. Y de su esposa, por supuesto.
Wikipedia da
una ligera idea de cómo Anderson y su equipo hicieron su tecnología de
marionetas, su imaginación y habilidad para hacer sus maquetas, su estilo y su
inversión que tuvo que hacer para llevar a cabo el realismo de usar marionetas
y darles ese ya consabido cliché, el de darles humanidad a sus personajes.
Ni que es
claro que ni por ver los hilos de sus aparatos nos desmereciera respeto y es
que, ¿quién no se maravilla al ver sus escenas de panoramas de las calles de la
ciudad o de los vecindarios o de sus fabulosas escenas detalladísimas de
centros industriales? ¿Y quién no se queda con la boca abierta al mirarlos
explotar, al verlos hacer KA-BOOM, siendo destruidos en llamas sin vergüenza,
sin pudor, sin pena, sin remordimiento?
Porque para
hacer eso se tiene que tener amor por el detalle, amor por cumplir exactamente
lo que se espera, el tubo, la ventana, el mínimo rincón que dé la idea a la
hora de filmar, que estás viendo algo realista, si quieres no real.
Sí, es
complicado hacer agua en un estanque pretendiendo que parezca océano y que se
comporte como tal, o que el fuego se comporte con llamas más a escala a la hora
de explotar un vecindario entero al caer un superavión experimental.
Pero
no importa, teníamos 8, 9, 10, 15 años y
lo aceptábamos en un todo porque era lo que ellos tenían la intención de hacer
algo grandioso aunque a escala sin que nosotros tuviéramos la idea o la
necesidad de qué escala estábamos hablando.
Los Thunderbirds
dejaron una marca superior, nunca fueron sobrepasados en ingenuidad,
tecnología, amor a la miniatura, amor al detalle como ya mencioné.
Hay mil
cosas que se pueden afirmar sobre los Thunderbird.
Todo mundo debe saber las premisas: Rescate
Internacional, una organización secreta que tenía de base una isla sepa
dónde, que debió haber tenido mucho dinero el señor, papá de los 5 chavos
(Scott, Alan, Virgil, John y Gordon) para construir un centro de control de una
organización de tal tamaño que incluía 4 naves grandiosas en cuanto a alcance y
tamaño, el Thunderbird 1, que es una
nave de transporte y según yo con poca maniobrabilidad, tipo de inspección y
que se circunscribe a la Tierra. El Thunderbird
2, de color verde y con una fascinante protuberancia que es donde puede
llevar media docena de vehículos para cada necesidad del rescatado, y que de
vez en vez incluye al Thunderbird 4,
que es una magnífica nave para estar bajo el agua, un minisubmarino. El Thunderbird 3 que es una nave, ésta sí, para salir al
espacio exterior y poder llegar al Thunderbird
5, que es una estación espacial hecha y derecha para que esté el último de
los hermanos, el abandonado, que tiene que esperar a no sé qué para desquitar
el costo de tamañas instalaciones en el espacio.
El punto es
que la estación denominada número 5 es secreta como las demás, pero supongo que
tendrán un plan para que la Humanidad nunca se entere de nada de todo este
derroche.
Por otra
parte, estaba el detalle que estos chicos no podían llegar caminando hacia sus
asientos, no, tenían que ir por bandas transportadoras que los fueran
trasladando en medio de las gigantescas instalaciones mencionadas, uno se
pregunta, ¿qué hicieron con los trabajadores que hicieron eso? ¿Los mataron a
todos o qué? (Ha de ser como los que hicieron o acondicionaron la Baticueva, ¿quien
conectó los aparatos? ¿Y quién les da mantenimiento?)
Era esa
maravilla de grandiosidad que los Anderson nos dieron, ese make believe, esa suspensión total de la incredulidad.
Otros
ejemplos? La ilusión del movimiento. Otra banda sin fin en el cual el vehículo
o el carro de Lady Penélope se transporta, con el consiguiente panorama urbano
o de campo, de día o de noche, esa idea de que haga por momentos que se te
olvide que son marionetas, esa siempre será su más fantástica hazaña.
Gerry
Anderson tenía ese toque, esa gran imaginación y su influencia incluso llegó a
la hechura de los primeras tres películas de Star Wars. Nada mal para ser recordado, entre otras cosas.
Continuaremos
después con los demás Capitán Escarlata, OVNI y Odisea 1999, oh, sí.