Mmm, es difícil, ¿eh? Eartha Kitt podría estar en primer lugar, cantante fabulosa de blues, coolness total. Gatúbela negra, en ese año de 1966 eso era provocador. ¿Julie Newmar? La recordamos ciertos veteranos cuando bellísima salía como robot en Mi Muñequita Viviente, programa, obvio, sesentero. ¿Lee Meryweather? Miss USA no sé de qué año, preciosa y divina, posterior científica del Tunel del Tiempo que con toda su ciencia y con sus amigos nunca pudieron traer a Tony y a Douglas de sus aventuras pasadas, literalmente.
¿Cuál es entonces la mejor Gatúbela? No cual fue. Cuál es.Michael Pfeiffer, ya muy conocida, cantante fabulosa y sensual en los Fabulosos Hermanos Baker, cool en su prrr, y Halle Berry, Halle Berry, mmm, Halle Berry, ¿la vieron en Swordfish? ¿En Monster Ball? (Aunque sea Gatúbela negra ya no es discusión).Todo está dicho.
El orden puede ser entonces:
Eartha Kitt, Julie Newmar, Michelle Pfeiffer, Halle Berry, Lee Meryweather.
Ahora el punto. ¿Sólo los nerds lo hacen? ¿O sólo los geeks?
No es el punto aquí hablar de unos o de otros, si es que alguien los puede diferenciar de verdad.
El punto es hablar de The Big Bang Theory.
No sé cual sea la cuestión con este programa en cuanto a que tanta gente la ve, si esta es significativa o no. El punto es que hace años (muchos, quince, dieciseis) cuando escribía en el periódico El Norte de la ciudad de Monterrey en una sección efímera llamada De Todo me tocó querer comentar algo de la televisión del canal Sur (no confundir con el TeleSur venezolano de Chávez, este canal Sur era una especie de compendio de muchos canales de Sudamérica como el Mexicanal) que daban por entonces por cable y donde veíamos muchas cosas como los programas de concursos ecuatorianos, los noticieros argentinos, los talk show peruanos, y de hecho uno muy bueno con Jaime Bayly, y sobre todo, miraba un programa de comedia que me fascinaba por entonces por lo gracioso, simpático y sencillo llamado Casado con mi Hermano. El caso es que no me lo publicaron que porque no todos los lectores del periódico El Norte tenían cable y no le entenderían o al menos no era de su interés probablemente. Misterios de la demografía. En fin.
The Big Bang Theory. No todos tienen cable, no todos lo conocen, pero aquí en este blog no desperdiciamos papel, total somos greenies, verdes, environmentales, ambientales, whatever. Por tanto hablaré de las personas estas que aparecen en TBBT que parte de lo que hacen, en lo que se entretienen, es precisamente en hacer discusiones serias de algo tan trascendente como responder a la pregunta “¿quién es la mejor Gatúbela?”.
Pocos entienden que sí es trascendente.
Y muchos consideran que eso es trivial. Casi frívolo, incluso.
Exploremos pues, temas no tan principales pero que siempre salen en TBBT:
¿Cómo saber que no estamos en The Matrix? (La comida siempre es mejor ahí).
¿Cómo saber reconocer a una chica esclava de Orión? (además de saber que son sensuales y verdes, mmm, de acuerdo, pertenece al mundo de Star Trek, alias Viaje a las Estrellas, ¿alguien allá afuera menor de treinta años sabe que Viaje a las Estrellas es el nombre original en español de Star Trek?)
O bien, apreciar un Nintendo 64 para jugar Mario de manera original.
O usar una camiseta con un patrón gráfico de televisión a la antigua usanza.
O sospechar si Peppermint Patty es lesbiana, y no, no lo es, es atlética, es Marcia quien es lesbiana (y saber que son personajes de Charlie Brown, mmm, ¿Snoopy?, sí, ese Snoopy).
O despertar de pronto a mitad de la noche y gritar “¡PELIGRO, PELIGRO!” (saludos Will Robinson, donde quiera que estés).
O como considerar entender un chiste de Klingons, o algo más complejo, tal vez, como evaluar si realmente George Lucas infringió en un error, falta, pecado, elemental al permitir la reinterpretación de los hechos (¿que no hay respeto?) respecto a que Greedo “apareciera” como que él disparaba primero a Han Solo en aquella taberna de Mos Eisley, cosa que los que conocieron las películas de Star Wars antes de sus “ediciones especiales”, sabían que fue alterado artificialmente para justificar que Han Solo le disparaba al cazarrecompensas originalmente primero alterando también el código de aventurero del mismo, amoral, artero y mañoso hasta ese momento, por tanto no compres su cereal o shampoo con su cara.
Y ellos un día podrían discutir quizá si Indiana Jones podría a su vez ser manipulado en Los Cazadores del Arca Perdida, y que sucedería ahora al ver la escena en Egipto con el espadachín vestido de negro amenazando con dos sables a Indy, y éste, con su látigo como arma precisa pero él, ya cansado y desesperado, nos sorprendía a todos con la entonces madre de todos los anticlichés al acabar con el duelo prematuramente, de cierta manera injusta, alevosa y hasta criminal, con un balazo artero y mañoso, matando al espadachín, ¿qué pasaría, qué hará Spielberg respecto a eso cuando le llegue a su mente la comezón del dilema moral? Esa es la pregunta frívola, trivial, total.
O podríamos tomar en cuenta, ¿Batman murió o no murió en esa explosión del helicóptero? Según el canon de comic así fue y desde entonces ha sido substituido por el primer Robin, quien a su vez ha sido substituido por el hijo de Batman que…
Bueno, ¿esta gente es así siempre de rara? ¿O así hemos sido, o somos, algunos tal vez?
La premisa detrás de TBBT es la de cuatro jóvenes (dos ya están perdiendo el pelo) Leonard Hofstadter, Sheldon Cooper, Howard Wolowitz y Rajesh Koothrappali, de los cuales dos de ellos (Leonard y Sheldon) viven juntos en un departamento, los otros dos viven fuera (Wolowitz y Rajesh), y de cierto modo es esto todo un cliché a todo lo que da, pero con sus matices y sutilezas propias, por supuesto.
Los jóvenes son básicamente físicos que hacen investigaciones científicas y en sus ratos libres no. Y eso no es todo lo que haría interesante en sí al programa per se, eso en sí forma ya una masa inamovible con sus propias concepciones del mundo, además habría que agregarle la aparición esperada de la proverbial fuerza irresistible para equilibrar el conflicto: su vecina, una rubia normal, guapa y hasta cierto punto voluptuosa que le da sabor al caldo, le da contraste y le da textura, ella es la tentación, ella es el santo grial, ella es la excepción que marca la regla en su existencia, ella es la manzana. O al menos eso fue ella en la primera temporada ya que ya no aparecen tanto ni su escote, ni sus piernas.
Así las cosas el programa muestra las aventuras y desventuras de estos cuatro científicos jóvenes que siempre han estado trabajando junto con computadoras, que manejan Facebook, que respetan Internet como a un dios menor, que saben de blogs (¿quién no sabe de blogs?), que manejan en ocasiones los mismos satélites secretos que manejan los militares del Pentágono ¡para ubicar la casa escondida donde están las chicas de la American, Next Top Models!, que saben que la personalidad y que sus celos fulgurantes figuran en las mismas presentaciones de teorías de física cuántica que hasta provocan peleas en los salones frente a la misma audiencia y que son grabadas para ser subidas de inmediato a YouTube, por supuesto.
Los capítulos, típica comedia americana sitcom, de 22 minutos más comerciales. Y lo de siempre, equívocos, consecuencias de los hechos de los ticks emocionales de cada quién, extrañezas particulares del carácter quirky de alguno de ellos. El mundo visto desde fuera, la mirada desde el alien frente a la sociedad en la que los demás, nosotros, viven, vivimos. Y esto es desde su lógica pragmática total, absoluta, despiadada, absurda y en ocasiones infantil. De lo sublime a la rabieta suprema.
No es que ellos sean sabiondos, o categorías arcanas del conocimiento afines, que sí lo son, pero lo son porque tienen la capacidad y porque adoran el conocimiento y adoran la tecnología, y no saben si eso los hará libres y no les importa, lo disfrutan en su vida diaria, porque saben al dedillo cuestiones como el tema del Gato de Schroedinger el cual no solamente lo discuten en charlas de física cuántica sino para lo aplican al dilema cósmico de si invitar a la vecina a salir o no. Eso los hace humanos, identificables, coeficiente intelectual, fuera de la escala; coeficiente social, una piedra bola de río les gana.
O se juntan para corear los cuatro juntos el Also Sprach Zaratustra de Strauss, que se enlaza más que imperativamente con 2001: Una Odisea Espacial en el momento en el que el prehomínido (mencionar que el escritor Arthur C. Clarke bautiza a éste en la novela como Moonwatcher, sería demasiado, creo ¿o no?) lanza el hueso-arma primigenia que con el paso del tiempo hará a su especie la reina del mundo.
O también se puede hablar de su percepción de poder ver el maratón completo del Planeta de los Simios al que van vestidos al cine con máscaras de gorilas. Porque eso es devoción al cine, o más bien, a ese tipo de cine. Buenas películas, si sabes verles el ángulo.
O quizá pensar en su comprensión de Neo, el mesías de Matrix, o de Frodo. O pensar en la camiseta que usa Sheldon de Green Lantern-Linterna Verde, o de Flash, personaje clásico de la Edad de Plata del Comic (de DC, para esto, que es propiedad de Time Warner que es el dueño del canal de cable, ¿cuándo veremos una camiseta del Hombre Araña para esto?).
(Ah, es que no sabían que hubo una Edad de Oro del Comic y una Edad de Plata del Comic? Oh.)
Y eso es lo que me lleva a pensar en el mundo real de estas personas.
Ya una vez he contado la anécdota que le sucedió a un amigo que él y sus amigos compraban comics en La Posta, allá en la colonia Tecnológico, prácticamente enfrente del ITESM, en Río Pánuco, cerca de Avenida Garza Sada, en Monterrey, hará hace casi 15 años, cuando cada jueves iban a comprar los comics fresquecitos que llegaban de Estados Unidos. Esa tarde en particular se juntó un amigo de ellos que no era habitual del grupo, y que los acompañó a recoger los comics. Ellos así lo hicieron y enfilaron después hacia las hamburguesas de costumbre, el amigo iba atrás en el carro. Al parecer ahí miró los comics con cierta curiosidad. Guardaba silencio mientras los de adelante hablaban de los mil temas de costumbre, hasta que escucharon su voz de sorpresa: “¿Robocop y Terminator, juntos?”
Así era. Robocop contra Terminator en un comic de cuatro partes (escrito por Frank Miller, el de Sin City y de 300, nada más, y dibujado por el excelentísimo Walt Simonson), escenario fantástico que sólo en comics se puede realizar (luego llegó el desastre de la película Aliens contra Depredador, pero esa fue otra historia). El amigo se queda de nuevo en silencio, le da un vistazo rápido, parece que lo está hojeando. De pronto se oye su voz asombrada desde el asiento de atrás diciendo: “¿Cómo? El poderoso Robocop, ¿siendo derrotado por Terminator? Adelante, los curtidos aficionados al comic, solo se miraron en silencio y dejaron impresa en su mente, por siempre, la frase inmortal:
“¿El poderoso Robocop…?”.
Así no es difícil entender a los chicos de TBBT y sus mundos alternos posibles. Tipos nerds, como de los que antes que la gente supiera que Bill Gates y Steve Jobs habían sido nerds de jóvenes todos se burlaban de ese así-tratado “subgénero” humano, y que hoy por hoy la consigna es, “no te burles de un nerd, con el paso del tiempo puede que sea el Presidente de tu Empresa”.
TBBT es fresco, la burla va dirigida hacia todos lados: hacia los chicos estos, hacia el sistema, hacia todas partes, es sencillamente divertida. Llena de referencias intelectuales, obscuras a veces, pero no tan profundas, es como un humor especial compartido por pocos, pero eso no trabaja en su contra, más bien trabaja a su favor.
Es algo similar como lo que sucede con Futurama, la serie de Matt Groening, que a diferencia de los Simpsons, está mucho más recargada intelectualmente con chistes aún más selectos en que, dicen sus productores, si uno de cada cien espectadores le entiende y se ríe, ya están satisfechos. Así es con TBBT. Los matices y referencias de cultura pop son abundantes, pero no son obvios, tienes que reconocerlos en un acto de contrición sintiéndote reconocido, regocijado y sobre todo reivindicado de que tú también compartes tal o cual punto de vista relativo a comics, a libros o películas de ciencia ficción, algunas de culto, algunas no, clásicos de cine, caricaturas y demás intersticios culturales, transversales, colaterales, retroactivos, y hasta fastforwardeados.
En otra escena, resulta que los cuatro chicos se pasan cierto día de la semana para jugar Halo, el juego de guerra tan popular del Xbox, en el que ellos juegan los cuatro coordinados y es tanta la concentración que en medio de una refriega se abre la puerta, llega Penny-la- voluptuosa con tres amigas, todas vestidas de fiesta, sexys y divinas, diciendo en voz alta algo así como que si ellos cuatro querrían pasar un rato agradable con ellas yendo a bailar esa misma noche. Ninguno de los cuatro amigos con las manos en los controles abandonan su gesto de concentración. Todos en ese momento están con la mirada puesta en la pantalla, atentos a cada detalle sucediendo frente a sus ojos. Siguen advirtiéndose entre sí, apoyándose y cubriéndose: “¡Cuidado! ¡Atrás! ¡DISPAREN, DISPAREN!”. Las chicas se ríen cuando Penny les dice a las demás: “¿No se los dije?” y sonriendo abandonan la casa. En ese momento Leonard exclama, poniendo pausa al juego: “Alto, alto, ¿escucharon algo?”. Los demás se detienen, se miran y dicen: “No, nada”, Leonard piensa y concluye: “No, de seguro no era nada, ¡Sigamos!” y siguen jugando, la concentración de nuevo, total. “¡DISPAREN, DISPAREN!”.
Así las cosas, ¿Gatúbela? ¿Halle Berry? ¿Eartha Kitt?
Y si todo falla, no olvidemos esa sensación de asombro, de renacimiento del espíritu, joya del reconocimiento fraternal a través de las fronteras culturales de nuestro universo navegable por el Enterprise, por el Millenium Falcon, por la Galactica, por la Discovery, por la Tardis. Un universo en el que existen los Daleks; uno en el que los Jar-Jar y similares no existen ni existirán; uno en el que los Cardassians siguen de pleito eterno con los Bajoran; uno en el que los Borg te quieren asimilar y en el cual toda tu resistencia será, es, fútil; uno en el que los kandorianos siguen viviendo en su pequeña ciudad reducida por Brainiac el poderoso enemigo de Supermán; un universo que partió según de una gran popular teoría, la del Big Bang, una gran explosión de la que partió todo, incluso la luz, incluso el tiempo, incluso tú, incluso yo, sensación que no se le parece a nada, justamente a nada, y así musitemos casi en silencio, siempre con respeto y asombro:
“El poderoso Robocop…”.