Hay un libro de un inglés llamado John Kay, que se llama Culture and Prosperity, The Truth About the Markets -- Why Some Nations Are Rich But Most Remains Poor (traducción: Cultura y Prosperidad, La Verdad acerca de los Mercados – Porque Algunas Naciones Son Ricas pero Muchas Más Siguen Pobres) de la Editorial HarperBussiness, publicado en 2004.
Es un libro que todo mexicano, y por extensión todo habitante de país en vías de desarrollo, deberíamos de leer. Al menos eso he pensado al llegar ya a la página 69. Al haber acabado la primeras parte ya me siento lo suficientemente alterado como para desear escribir un blog al respecto del mismo. Aunque en un segundo instante, podría pensar que no tiene caso. Lo que pensemos una persona o un pequeño grupo de personas tal vez no llega a pesar. Todavía.
No sé si se venda en español, ni su título. Y según por lo que encontré o no encontré en Google, no hay gran cosa.
Aclaro el punto de que no soy economista. La economía está formada por artes científicas especulativas hipotéticas muy alejadas de mi pobre intelecto.
El caso es que sus temas son hasta ahorita, irritantes, pero irritantes en buen modo, si es que este modo pudiera existir. Por decir, en un punto habla de los franceses en comparación con los norteamericanos y se escucha medio condescendiente al hacerlo como cuando dice: “Pero la economía francesa depende mucho más de empresas pequeñas y medianas que las de Gran Bretaña y los EU… en Francia hay muchas de ellas. En forma general, la productividad francesa es ligeramente superior a la de los EU, pero el producto per cápita de población es más bajo: los franceses se retiran a edad temprana, comen a mediodía, y se toman extendidas vacaciones”.
Afirma Kay que la economía de mercado tiene un grave problema de relaciones públicas y que de hecho la frase “libre mercado” evoca desprecio más que entusiasmo en muchas partes del mundo y en círculos de liberales e intelectuales del mismo EU. Que la gente quiere los productos y las eficiencias que los mercados traen, pero no a los mercados mismos.
Luego John Kay se pone muy duro en una parte. O realista. O claro. Y aquí es donde podríamos darle un vistazo a nuestro alrededor, en nuestro micro, macro, o mediano cosmos que tengamos a nuestro alcance o que quisiéramos leer. Y no somos ingenuos. Después de leer un rollo como el que sigue todo mundo dirá “¡Claro, que esperabas!”
Se trata del tema del “Propio Interés”. Y va como sigue:
Dice Kay que basar las conductas económicas en el propio interés, aunque juegan un rol importante (sobre esto no hay la menor duda, esto no se da, claro: un precandidato de alguna Secretaría económica podría tener un sesgo en sus decisiones macroeconómicas, tales como mantener bajo o alto un precio del petróleo en contra de lo razonable, o guardar unas noticias económicas semestrales que no sean agradables para la población votante hasta después de elecciones, cositas así, sutiles ellas), y bueno, ese propio interés no es suficiente.
Pero afirma este hombre que en todas las sociedades hay gente lista obsesionada por la ganancia personal. Que ellas son atraídas de manera natural hacia la Política: porque controlar el aparato del estado es la manera más rápida y segura de llegar al enriquecimiento personal.
(Ya escucho los “¡Qué novedad!”)
Agrega Kay que los países ricos han establecido desde siempre mecanismos que excluyen a tales personas del gobierno: que es ese uno de los factores que hacen a unos países ricos y a otros pobres. Que en los EU y en otros países uno hace dinero para entrar en la Política, tú no vas a la Política para hacer dinero.
(Aquí hoy acabo de leer un titular en el que José Woldenberg, nuestro ex presidente del IFE dice que mucho del dinero que va a los partidos políticos se lo llevan directamente a la radio y la televisión. Eso por un lado, y por el otro, el punto que Michael Bloomberg, el multimillonario alcalde de Nueva York cobra sólo un dólar anual por ese puesto, desde hace varios años, pero resulta que él ya era multimillonario de antes).
Afirma también que el extremo materialismo del propio interés es una marca del sociópata, no una característica del gran líder. En lo principal, los individuos obsesivamente codiciosos no funcionan bien por mucho tiempo en las complejas economías modernas donde el éxito requiere de relaciones cooperativas con otras personas. A los mejores líderes de negocios les importan los negocios más que el dinero en sí. De otro modo, dice Kay, Bill Gates estaría siempre en la playa o en los casinos en lugar de vivir en su oficina tratando de manejar al mundo a través de su tecnología de información.
El triunfo del mercado fue el triunfo de una institución que funciona en un contexto social, político y cultural. Sin ese contexto es imposible lograr el trabajo cooperativo, la compartición de información, la coordinación de la actividad económica y el desarrollo de la CONFIANZA entre individuos y negocios sobre el cual el funcionamiento de una compleja moderna economía depende necesariamente.
En otra parte John Kay dice que en las modernas economías rutinariamente intercambiamos en mercados en los cuales el vendedor sabe muchísimo más que el comprador acerca de la naturaleza del producto. Las instituciones sociales –la marca, la publicidad, la reputación y las agencias regulatorias– aseguran el confort de los hoteles, la predictibilidad de nuestras Big Mac, la competencia de nuestros doctores y la solvencia de nuestros bancos. Estas instituciones sociales unas las forman los individuos y otras el gobierno en sí. La confianza es la confianza.
(¿Se acuerdan de mi trabajo sobre la confianza? Por ahí está a la derecha o aquí:
http://technotitlan.blogspot.com/2007/02/el-grave-en-verdad-muy-grave-problema.html , ahí podríamos hablar acerca de si lo que menciono arriba tiene certeza, lo de Bloomberg por ejemplo, o lo de la afirmación de que en su mayoría en esos países la gente debe de tener dinero antes de entrar a la política y no al revés, allá no hay IFEs que les puedan vomitar dinero a partidos pequeñitos nuevos para hacer sus campañas, fracasan en sus intentos de llegar a sus porcentajes mínimos para llegar a figurar y se hacen locos a la hora de demostrar los gastos de campaña… que se pueden ver en forma de camionetas SUV’s y en facturas y facturas de agencias de viaje, y que jamás pueden justificar, si no se cree esto, sólo buscar a los dirigentes de esos partiditos, a ver dónde se encuentran actualmente, ellos y sus familiares.)
A ese contexto institucional, cultural y social se le llama frecuentemente el Gobierno de la Ley.
Sencillamente como eso.
Es en la Ley finalmente en la que confías en las diversas relaciones y encuentros (y desencuentros) con los que te topas en el día con día. Si confías en que la leche que toman tus hijos está limpia de bacterias, es porque confiaste en que la compañía lechera lo hace de esa manera porque está obligado a hacerlo por un código o reglamente de salud en el que si las personas encargadas detectan lo contrario, le prohibirían vender y se harían acreedores a multas enormes (hoy, en el estado de Hidalgo, las autoridades de Salud y de la Ley pescaron a un grupo de personas que fabricaban aguardiente sin mínimas normas de calidad ni de higiene, ¿cuál debería de ser la pena a los culpables).
Si compras un carro hay un mecanismo tácito y práctico que te llega a hacer confiar que el carro que te están vendiendo no es robado (la factura es la más elemental, aún se podría falsificar ésta, pero ya se llega a demasiado trabajo por un carrito), pero no hay ilegalidad en sí en que te vendan uno que no esté en buen estado (aunque existe el concepto de garantía, también existe el concepto de “vendido y comprado tal como esté”), de eso se encarga el sentido común, la poca o mucha experiencia del comprador, la definitiva ventaja de parte de su vendedor de tener más información sobre el carro que del pobre e ingenuo comprador (si yo les contara…), pero al menos se espera que el vehículo sea propiedad de la persona que te lo está vendiendo (o mínimo a consignación o comisión).
En este sentido del carro son los particulares en USA (un grupo de ellos al menos) los que definieron crear un servicio para tener en línea una revisión completa de los vehículos en cuanto a accidentes y robos: al menos ya compras un carro con un pedigrí que esté a tu satisfacción y dejas de comprar los que no cumplan. Esa información está recabada gracias a los seguros de autos que están bastante automatizados con información verídica, completa y oportuna.
O sea, en México sí hay leyes, pero ¿serán las suficientes? O, ¿serán respetadas por todos, como debiera ser? ¿Se han estacionado en lugar prohibido? Ajá, claro.
(En el libro de Luis González de Alba, Los Días y los Años, editado en 1971, cuenta su autor que prior a los eventos de Tlateloco del 2 de Octubre de 1968, en plena efervescencia de protesta política estudiantil, los líderes del Comité Nacional de Huelga fueron entrevistados por un grupo de periodistas franceses que estaban de lo más sorprendidos que ellos, los estudiantes, no pidieran entre otras cosas, lo natural que se estilaba en ese tipo de megaprotestas, que se derogara la Constitución Mexicana, exigencia que ellos sí habían hecho meses antes en los eventos del Mayo Francés, sino que en México los estudiantes estaban exigiendo ¡qué se respetara la Constitución de parte del gobierno mexicano! País kafkiano como pocos, el nuestro, la verdad.)
Las leyes están, es sabido en su generalidad, para que nos conduzcamos y nos traten con equidad, o sea, a cada quién lo que le corresponda, ¿pero será así con todos, todo el tiempo? ¿O sólo con algunos alguna parte del tiempo? ¿Igual los que están en el Poder y en el Dinero que los de la calle y banqueta? ¿O será que como siempre hay ciertos privilegiados que a ellos siempre se les podría dar una excepción, de parte de los que tienen como obligación cumplir la ley y que utilizan su omnipotente discrecionalidad, y falta de transparencia, cuando a ambos se les ocurra y puedan?
Continúa luego John Kay en su libro a trabajar con cifras y a utilizar el concepto denominado como el ya conocido Producto Interno Bruto (PIB) de varias naciones para poder hablar de peras con peras y de manzanas con manzanas. Sólo que hay que agregarle un detallito, la cantidad de habitantes por país. Porque una cosa es que México sea la décima o la undécima potencia mundial en cuanto a PIB, sino, dividámoslo en la cantidad de personas que lo creamos. Ahí estaría el pequeño detalle.
(En el norte del país se saluda mucho con la frase “¿Qué ha habido?”, el aludido responde normalmente (con variaciones, claro) “Todo bien, ¿por allá?”. Una de las variaciones más celebradas dice: “Ha habido mucho, pero mal repartido”. Ya sé, ya sé, no le encontraron gracia porque no estuvieron ahí.)
De acuerdo, están con el PIB más alto: Suiza, Noruega, Japón, EU, Dinamarca, Hong Kong, Suecia, Inglaterra, Holanda, Austria, Finlandia, Bélgica, Alemania, Irlanda, Francia, Canadá, Singapur, Australia e Italia, y es por eso que este grupo de 19 naciones son, se deduce con sencillez, los países más ricos del mundo.
Pero se avanza un poquito más: en un segundo grupo están las Economías Intermedias Ricas: Israel, España, Nueva Zelandia, Grecia, Portugal, Taiwán, Corea del Sur y Eslovenia.
(Me sorprendió Eslovenia, es el paísito sobrante de la antigua Yugoslavia que hace frontera con Italia y con Austria, el progreso limítrofe se pega….excepto cierto país que conozco muy bien que hace frontera con otro país que no conozco tan bien)
Luego siguen las Economías Intermedias Pobres: ahí está en orden Arabia Saudita, México, República Checa y Hungría. Ni más ni menos.
Después los 107 países del mundo restante medibles, naciones pobres, pobres (Tengo mis dudas respecto a Chile, creo que un día pronto ya la veremos entre las intermedias).
No sabes si enarcar las cejas o qué.
Para acabar este punto habla de un estudio en el que midieron la riqueza per cápita en el año 1820 para dar una idea de cómo comenzó todo o para poner al menos un límite hacia atrás para analizar las causas de porqué hoy por hoy hay países ricos y de porqué hay países pobres.
En orden están en dólares de 1990 (sí, para todo hay estudios): Inglaterra (1,756), Holanda (1,561), Australia (1,528), Bélgica (1,295), EU (1,291), Dinamarca (1,225), Francia (1,218), Suecia (1,198), Alemania (1,112), Italia (1,092), España (1,063), Noruega (1,004), Irlanda (954), Canadá (893), Checoeslovaquia (849), México (760), Finlandia (759), Rusia (751), Japón (704), Brasil (670), Indonesia (614), India (531), y China (523).
Al hacer análisis someros de estas riquezas y pobrezas uno llega a conclusiones claras y objetivas (o al menos tratamos de que sean claras y objetivas). Obviamente se eliminan las causas de los muchos recursos materiales, ahí están Singapur (una peninsulita) y Japón. México por ejemplo sí tiene recursos naturales. También elimina las circunstancias de que si fueron imperialistas o no, Japón de nuevo y Alemania fueron destruidos en sus poderíos agresivos y ahí están de nuevo. Corea fue más destrozado todavía que ambos países anteriores y ahí está poderoso y amenazante en el mundo del comercio.
Y no vamos a decir que todos los países de a mero arriba eran similares en cuanto a forma de gobierno, Inglaterra era una monarquía constitucional, EU es una república. Francia acababa de dejar de ser imperio, derrotada por la Sexta alianza, ¿Finlandia? Sepa, antes de Nokia sólo hacían muebles y le tenían mucho miedo a la entonces masiva Unión Soviética.
¿Crees que tus problemas radican en qué te invadieron muchas veces? ¿Corea, alguien? ¿Japón? ¿Alemania? ¿En que a ellos sí los quisieron ayudar y a nosotros no?
¿Alguna conspiración oculta de que un país del norte de nuestro bello río tenga un propósito insano y megalomaníatico para que siempre seamos una economía intermedia pobre?
¿En serio pensamos así?
¿Entonces?
Aquí estoy frente a la sección Estructuras de los Sistemas Económicos. A ver como me va.
(¿Han escuchado la canción de Ojalá que Llueva Café?)
Ojalá que llueva café en el campo,
peinar un alto cerro de trigo y magüey
bajar por la colina de arroz graneado
y continua el arado con tu querer
Ojalá que llueva café
pa’ que en la realidad no se sufra tanto,
Ojalá que llueva café en el campo...
(En lo personal prefiero la versión de Café Tacuba.)
Es una pieza tristísima, en la que habla de ilusiones, en la que se habla de que algún día sucedan las cosas así, de repente. Sólo pidiendo a Dios que las cosas sean como deseamos que sean.
Y es triste y es depresiva. Como si quisiéramos que las cosas nos cayeran del cielo (¿acaso la canción sugiere que eso sea sin trabajar o que sea con el trabajo menos posible?). Como si lo mereciéramos. Como si la vida fuera injusta con nosotros per se. Como si fuera cosa misma o designio oscuro de la naturaleza. Como si no hubiera justicia clara.
Ojalá que llueva café es una canción hermosa, pero vacía. No damos nada a cambio. Es de Juan Luis Guerra, dominicano. Hermano de sangre, pues.
¿O han escuchado la canción de Molotov, la de Gimme The Power ? Dice:
...Porque fuimos potencia mundial,
somos pobres, nos manejan mal.
Dame dame todo el power,
para que te demos en la madre ...
Tienes un punto, Randy o quien sea de Molotov, pero, ¿que harías con el poder? ¿No sería el dárselo a la masa un remedio peor que la enfermedad? Los Robespierres, voces hasta ahora anónimas del pueblo justificando el Terror, están en cada esquina. ¿Realmente creen los de Molotov que fuimos potencia mundial? ¿Metáforas y buenos deseos? ¿Una vez más los mexicanos fuimos marginados de nuestro propio país? ¿Serán los extranjeros otra vez que están contra nosotros en un compló inimaginable? No, no parece, parece que este daño de los que menciona la canción nos los autoinfligimos nosotros.
Para terminar, ¿a quiénes se referirán los de Molotov cuando dicen lo siguiente?
...hay que cambiar al gobierno de raíz,
que no guachas los puestos del gobierno,
hay personas que se están enriqueciendo…
Casualmente estos dos exponentes de grupos y de canciones tocan esos temas macrosociales que sólo nos dejan en la confusión: ¿por qué algunos países son más ricos que otros? Y la otra pregunta más profunda todavía: ¿qué se puede hacer para que nuestro país sea más rico, punto? (en el contexto de habitantes, claro, Sudáfrica es riquísimo, diamantes y oro, pero su gente… Ya, aquí le paro.)
Seguiremos leyendo a John Kay y su libro de Cultura y Prosperidad.