Hace 19 años compré una taza con un Thor en ella. La usé en todos los trabajos en los que estuve de planta y que hubiera cafetera. Todos se quedaban viendo con curiosidad que tuviera la imagen de un superhéroe de comic. Dudo que supieran con exactitud quien era. Nunca me entendieron el porqué. Hasta hoy.
Con el tema de la hiper-exitosa película de Los Vengadores me pone a reflexionar en varios puntos.
Asumo que toda la gente que ve Los Vengadores sabe que proviene del mundo de los comics. El que esté siendo de mucho éxito, ¿hará que más gente lea comics? ¿Qué los acepte en su vida cotidiana como opción de lectura o de consumo? ¿Logrará que se abran más tiendas? ¿Que haya más títulos a disposición del público? ¿Qué sus escritores y dibujantes sean mejor valorados?
El comic es el medio a través del cual un escritor transmite una idea a un dibujante o al revés, un dibujante a un escritor, para que se plasme en hojas una historia combinando dibujos con texto de manera ingeniosa y de ese modo transmitir a un lector un estado de ánimo, emoción, con sentimiento y todo, tal y como la literatura y el cine lo hacen de manera continua desde su formación.
Pero leer comics siempre ha traído consigo un estigma. Siempre se ha dicho que es de niños, que es de adolescentes, se percibe calladamente que hay un sesgo de inmadurez al respecto, el conocer y saber de comics.
Básicamente leer comics es costumbre de gente que acepta creer que hay vida entre los dibujos. Que hay milagros en esa franja blanca que suele dividir un cuadrito de otro.
En la que grandes hazañas aparecen sencillas sólo por la gracia que un escritor y un dibujante se atrevieron a imaginar para resolver una dificultad de argumento.
Bueno, no es está este artículo para hablar de la taxonomía del comic de manera puntual y exhaustiva, sólo valga decir que en este medio abundan también historias sobre personajes perfectamente humanos sin ningún asomo de esos rasgos mencionados fuera de lo normal. Sí como sucede en la vida real con la que nos enfrentamos diariamente, en la que “nunca pasa nada”, pero en la que ocurre todo.
Literatura de la imagen que sólo sirve para escapar de lo cotidiano es un tema que está sujeto a matices o a discusión, que por el momento sólo aceptemos que existe y que en los últimos años ha sido fuente de mucho entretenimiento popular en tal medida que se puede afirmar que ha dado muy buenos resultados para sus productores en forma de ese ansiado objeto de medida que es el dinero.
Resumen rápido:
Declaremos que al principio en los 30s y 40s existió DC Comics y Marvel bajo otros nombres. Que con el tiempo DC Comics se convirtió en la casa de Superman y Batman, mientras que Marvel en la casa de Spiderman y de los 4 Fantásticos, ambas entre muchos otros más títulos.
Declaremos que lo que no sabía mucha gente, ni ellos mismos, en aquellos años de 1963 (conocida como la Edad de Plata del comic) y siguientes era que de sus manos, como una vez dijo Steve Ditko (creador del aspecto del Hombre Araña) en un documental, saldrían eventualmente millones de dólares, por decir 600 para ser exactos en una prodigiosa primera semana de mayo de 2012 en la que se estrenó en todo el universo conocido, The Avengers.
Declaremos que 600 millones de dólares son casi 8,000 millones de pesos, más que lo que valen muchas empresas en este y en ese y en todos los demás países que se te ocurran alternativos, olvidados, reales o por existir.
Declaremos que nunca supe con claridad, ¿de qué se vengan Los Vengadores? ¿A quién vengan? ¿Por qué lo hacen? ¿Quién les dio esa misión? ¿De qué tamaño es la afrenta, el agravio?
Declaremos que… basta.
Pasar de comic a película no es cosa fácil, ya lo mencioné, para el comic se necesitan sólo dos personas básicamente, la que da el argumento y la que dibuja. Para una película, mas de 8 minutos de créditos.
La maravilla de esos 600 millones de dólares en una semana te obliga a pensar que fueron dos personas las que lo iniciaron, y que probablemente sólo una gana de todo ello (o sea, Stan Lee, la familia de Jack Kirby para nada).
La maravilla estriba que esas personas en Marvel se atrevieron a tomar a la real Nueva York como la base de la existencia de sus historias. No Ciudad Gótica, no Metrópolis.
(Aunque se dice que Nueva York es la base de ambas, sólo que Metropolis es NY de día y Ciudad Gótica es NY de noche).
La maravilla reside en que en Marvel se inventaron los clichés de los héroes en situaciones normales (Los 4 Fantásticos) hasta patéticas (Spider Man con Peter Parker ser un fotógrafo con necesidades de dinero).
La maravilla reside en entender que mucho del sabor de todo esto viene de lo normal en esas páginas: como el encuentro de dos superhéroes por primera vez en el que se pelean en cuanto se ven y luego se hacen amigos, o el posterior entendimiento respecto a que estos héroes se tienen que aliar para enfrentar a un enemigo común que los pudiera derrotar uno por uno.
La maravilla reside en que aún y que este cliché perdura, ese y otros más, la gente va al cine y se maravilla con ellos porque muchos sí aceptan al cine, pero no hubieran tenido la paciencia de leer un comic o serie de comics con lo mismo.
La maravilla de entender que lo que la gente ve en el cine, fotograma por fotograma, movimiento por movimiento, secuencia tras secuencia durante dos horas que se tardan en producir 2 años, los aficionados las han visto incontables veces a través de sus vidas en una historia que está contada de manera diferente en menos de 20 o 40 páginas ilustradas profusamente, y que se tardaron en hacer, ¿cuánto? ¿Dos meses? ¿Tres?
La maravilla de entender que Los Vengadores que acaba de ver la gente, nosotros, los aficionados al comic, lo hemos visto así todos los años, humor y frases ocurrentes incluidas.
La maravilla de percibir que al menos mi taza de Thor después de 19 años de usarla en mis 4-5 oficinas-trabajos en los que he estado y que por fin dio de sí, se agrietó, al final ya todo mundo la entendió.
Ya para qué, ¿verdad?
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