(Antes de seguir con la historia de Magdalena y su no Iglesia, favor de leer lo siguiente que tiene que ver con cómo se forma, conforma y reconforma la historia que da referencia a mucho de lo que percibimos a nuestro alrededor)
La historia está presente todos los días al lado de nosotros sin que le prestemos atención.
Está en los días festivos declarados en el nombre de nuestros héroes que murieron por darnos patria. Están ellos en los museos que erigimos. Están sus efigies en las estampillas, en los billetes, en los billetes de lotería incluso, en los nombres de escuela, en las plazas, en los nombres (o apellidos, como se estila mucho en el centro del país) de pueblitos, en los nombres de las calles.
No son mas que maneras sutiles de manipulación para todos nosotros.
Es como si hubiera un hit parade de héroes que siempre está en suspenso, que valdría revisar como era en los años cuarenta y como ha ido evolucionando hasta esta nuestra primera década del siglo XXI. Un hit parade que hasta cierto punto alguien (o muchos alguien) diseñó o diseñaron.
Así se les da realce a algunos. Así se les oculta también a otros.
Los que manejan la historia, los que pueden hacerlo, lo hicieron (hacen) sin que lo supiésemos (sepamos) en muchas ocasiones. Algo ya es modificar libros de texto, indicando la desaparición de ciertos próceres y destacando la labor de otros.
Así se modifican maneras de pensar. Por carretadas. Por millonadas de personas. Por lustros o sexenios…
Hoy, niños, abran su libro de Historia en la página 56, vamos a leer la lección que corresponde a Benito Juárez, el segundo dictador de México, más de diecisiete años en el poder.
¿Cómo suena? ¿Un poco subversivo? Y los hechos así fueron. Juárez estuvo diecisiete años en el poder.
Maximiliano, emperador con ideas liberales, aún así fusilado. ¿Iturbide? Libertador de México, junto con Guerrero, durante la Consumación de la Independencia. A este último hasta le nombraron un gran territorio con su nombre, ¿y a Iturbide? ¿Sólo dos pequeños municipios de entre dos mil cuatrocientos que consta el país? ¿Duele todavía tanto a algunos el que lo hayan erigido emperador después de casi doscientos años? Y ni hablemos de Díaz ni de Cortés.
Hugo Chávez cambia el himno, cambia la bandera, cambia el nombre de su país. Stalin también lo hizo con sus ciudades importantes. Stalingrado, Leningrado. Muerto Stalin y muerto el comunismo (aparentemente): Volgogrado, San Petersburgo.
Detrás de sus hechos hay motivaciones. Eso es lo que hace el Poder. Ya sea imponer, hacer popular, engrandecer una reputación. ¿En quién? En la población. Los actos de los héroes son manejados como ejemplos de deber, de respeto por la patria y tal vez, de obediencia. De obediencia ciega. En ocasiones cuando se pide unidad en torno a un lema o a un símbolo se pide que no exista lo contrario, lo cual básicamente va en contra de la libertad de expresión, en contra la disidencia en sí de un punto de vista colectivo imperante.
La famosa voluntad de las mayorías. Que en realidad en su tiempo y en su lugar fue la de Hitler. La de Stalin y sucesores. La de Mussolini. La de Mao. La de Gaddaffi. La de los Ayatollahs. La de los Talibanes. La de Kim Il-Sung y de su hijo. La de Franco. La de Chávez (otra vez). La de Díaz Ordaz. La de Bush. ¿La de la misma Iglesia?
En la Iglesia se pide obediencia absoluta (dentro de la libertad de elegir, en teoría). Se pide respeto. Lo que no se está en acuerdo con la iglesia se ve como falla, se percibe como pecado. Y hay castigos para los pecados. Hay penitencias. En los casos extremos hay hasta excomunión.
Así las cosas, en circunstancias especiales se escriben encíclicas. Se dictan modos de actuar. Se dictan reformas. (De hecho, he estado leyendo que el Papa Ratzinger va a pedir, o ya está en eso, que la misa se vuelva a dar en latín, para volver al significado místico de la misa para que, supongo yo, vuelva a imperar ese ambiente de contemplación y sumisión en la grey que tanto se extraña en muchas áreas conservadoras de la Iglesia.)
Y el asunto con Magdalena es precisamente ese. ¿Qué fue lo que pasó para que cambiara la Magdalena de prostituta a sólo doliente y sufriente? Si hubo un proceso de revisión, ¿qué sucedió por la mente de los que la cambiaron? ¿Con qué objeto? ¿Qué hay detrás de todo eso?
Sé perfectamente que no son conspiraciones como para acabar con la humanidad, pero no deja de ser interesante dar un pequeño (bueno, tal vez no tan pequeño) vistazo a como las voces focalizadas en los siglos mueven sus piezas para, como dije al principio, dar realce a ciertos aspectos de nuestra vida cotidiana y sin que casi nadie preste atención, a ocultar otros. Las cosas no se dan por casualidad. Hay cierta discrecionalidad y selectividad en este, y en muchos otros, tipo de circunstancias.
El artículo del New Yorker en el que me basé para hacer esta reflexión más larga larga larga que la Cuaresma se llama “La Santa Pecadora: la Obsesión de Dos Mil Años con María Magdalena” escrito por Joan Acocella.
Este punto está interesante: Los eruditos bíblicos han entendido desde hace mucho tiempo que la Iglesia ortodoxa fue sólo el segmento de la Iglesia que ganó por sobre todas las demás sectas Cristianas compitiendo en aquél tiempo, los así llamados Gnósticos.
Recordemos que todos aquellos que se desvían de la doctrina imperante son denominados herejes. Aquí el punto es este, tal vez difícil de comprender.
Aquí estoy yo escribiendo esta tercera pieza de blog frente a una computadora HP, pantalla plana, de 3.7 Ghz con 80 Gb de disco y 1 Gb de memoria, que no es mía, por supuesto. Mis fuentes de información por las cuales defino mis verdades son los libros de toda mi vida más los que van apareciendo y el Internet, en ocasiones la TV y en ocasiones los medios periodísticos.
Vivo con ciertas ideas al respecto de la vida y la muerte. Igual con ideas respecto a la política, a la naturaleza, a las artes, al equilibrio y armonía con mi universo que me rodea, con mi propia familia.
Y muchas de estas ideas han sido formadas por una educación fuera de mi casa. Esa educación con algo de diferencia con la que, y me atrevo a decir, no tanto que me la propusieran la Iglesia y el Estado (a través este de su Secretaría de Educación Pública y los medios de comunicación que corrían presurosos en aquél entonces a lo que ella, y otras secretarías, dictaban), y no, no me la propusieron, realmente me la impusieron (como recordando el dicho aquél que dice: “la letra con sangre entra”).
Mucho de la veneración que pueda sentir, poca o mucha, por héroes y por santos me la impusieron ellos. (La devoción que pueda yo sentir por los Beatles y John Lennon y Carl Sagan y decenas más, la adquirí yo en forma definitivamente más libre y en plena conciencia de mis sentidos, gustos, necesidades, aficiones, percepciones y sensaciones a través de los años en incontables epifanías).
Navidad y Pascua. Juan Bautista, Judas Iscariote y Pilatos. Los Reyes Magos y Herodes. Bautizo. Comunión. Confirmación. Matrimonio. Confesión. Penitencia. Circunstancias con las que crecí. En su tiempo las aprendí y nunca las puse en duda, en su tiempo, repito.
¿Me haría daño, realmente daño, saber que la madre de Cristo pudiera no ser virgen? ¿Me podría dañar en el alma saber que Jesús tuvo hermanos? ¿Me podría causar problemas de conciencia el confirmar que Jesús pudo haber tenido hijos? ¿O que no murió en la Cruz? ¿O que Judas Iscariote pudo haber sido en realidad su amigo y no un traidor? ¿O algo de tal vez menor impacto, si hubiera una Santísima Dualidad o Santísimo Binomio en vez de una Santísima Trinidad, como comenté en un blog pasado?
¿La transubstanciación dejaría de serlo? ¿La misa no se daría igual? ¿No se sentiría igual? ¿No reconfortaría de la misma manera? ¿La confesión con el padre y la absolución no serían lo mismo? ¿Dejarían de valer?
¿Es tan malo ser hereje, en esta vida moderna de 3.7 Gigahertz?
Y si los Gnósticos hubieran sido más listos la cosa hubiera sido diferente. Y si la Guerra Civil Norteamericana hubiera sido ganada por el Sur en lugar del Norte. Y si Hitler hubiera descubierto la bomba atómica primero. Y si México hubiera ayudado a Alemania en la Primera Guerra Mundial.
¿Todo hubiera sido tan diferente? Lo acepto, algunas cosas, definitivo, más que otras.
La arqueología vino de manera ciega a ayudar a develar el misterio de la Magdalena. Así como hubo, o están, los manuscritos del Mar Muerto, que su fama se diluyó en el sentido de esperar por más de 60 años una edición satisfactoria de lo que traían escrito, así están los manuscritos de un lugar llamado Nag Hammadi, en el Alto Egipcio.
Estos manuscritos fueron encontrados por el proverbial pastorcito (en este caso, egipcio, el del Mar Rojo fue palestino, árabes a fin de cuentas) que ignorando lo que había encontrado los llevó a su casa iniciando un largo camino entre tratantes de antigüedades, contrabandistas hasta llegar a los eruditos que sí sabían copto, el idioma egipcio que se hablaba en los siglos II y IV de nuestra era en esa zona. (Woody Allen en una de sus deliciosas ficciones breves cuenta que algo así sucedió con ooootro pastorcito que se encontró ooootros manuscritos hassidicos, de antigua tradición judía, y que, en su ignorancia, los vendió a un museo de Filadelfia en tres cuartos de millón de dólares. Ese era el punto, en su ignorancia, ¿eh?)
Bueno, el caso es que los manuscritos de Nag Hammadi eran escritos gnósticos, trece códices abarcando cincuenta y dos textos que eran traducciones del griego de dos siglos antes. Se quedaron estos en un museo de El Cairo y no como otros, estos sí fueron publicados.
Así las cosas estos Evangelios Gnósticos dan sorpresas. En ellos se dice que no es tanto Dios, Dios, Dios el que creo el Universo, sino un Demiurgo, algo así como alguien distinto al que conocemos, no Creador del Universo, pero si impulsor, y la Caída de la Humanidad es contada ¡desde el punto de vista de la Serpiente, amiga de la Humanidad!
Si alguien quiere leer lo que dicen los mentados Evangelios, pudieran seguir a un libro de Elaine Pagel llamado así “Los Evangelios Gnósticos” o el de Marvin Meyer, “Los Descubrimientos Gnósticos: El Impacto de la Biblioteca Nag Hammadi”.
La relevancia de este asunto es que la estrella principal de estos Evangelios es ni más ni menos que la Magdalena. Y no sólo ella no es prostituta; más bien ella es una heroína evangélica y una discípula favorita de Cristo.
Aquí entramos en materia evangélica, pero nada de lo que estamos acostumbrados, ¿de acuerdo? Que cada quién piense como quiera, y que el Dios personal de cada quién tenga piedad de sus propias almas…
Dice el artículo del New Yorker (obvio, ya se han dado cuenta de que esto no es una traducción precisa del articulo en cuestión, no era intención en particular de este blog y bueno, se muestran párrafos para captar todo este asunto), escrito por la multimencionada Joan Acocella:
El texto clave es el Evangelio de María. El texto se abre y es el Cristo resucitado predicando a sus discípulos. No existe tal cosa como el pecado, dice. Los discípulos no deberán seguir autoridades ni seguir reglas, simplemente deben de mirar dentro de sí mismos. Así las cosas, los discípulos se quedan temblando. Temen por sus vidas.
Aquí es donde aparece la Magdalena, ella les dice: “No lloren o sufran o se queden en duda”.
(Lo siguiente son citas de los textos Gnósticos traducidos por Meyer, el autor del último libro).
Pedro dice a Magdalena que todos saben que Jesús la amo más que a otra mujer, y le pregunta si hubo algo que ella hubiera aprendido en forma privada con el Salvador.
La Magdalena le responde describiéndole una visión que ella tuvo del ascenso del alma hacia la verdad, una historia que ella sola compartió con Jesús. La concurrencia queda impactada. “¿Realmente Jesús le habló a ella en privado?” Pedro le pregunta a sus hermanos. “¿Deberíamos escucharla? ¿Él la prefería más a ella que a nosotros? ” Magdalena rompe a llorar y le pregunta a Pedro si cree que miente. Entra otro discípulo, uno llamado Levi: “Pedro, siempre estás molesto… si el Salvador la prefería a ella, ¿quién eres tú para rechazarla?”
En griego gnosis significa “conocimiento”. Para las comunidades griegas, significaba un tipo de entendimiento espiritual –el objetivo de todo creyente— que se lograba a través de una intensa reflexión, típicamente acompañada de visiones.
El Evangelio de María muestra a la Magdalena como una experta en esta práctica. También la presenta como líder, llena de confianza y pasión.
En otro texto gnóstico llamado Sabiduría de la Fe, “Pistis Sophia” muestra un diálogo de cuarenta y seis preguntas que se le hacen a Jesús, de estas, treinta y nueve son de Magdalena. Pedro se queja que no deja hablar a nadie más.
Se notaba que Pedro tenía ganas de expulsarla, definitivamente. Al parecer Jesús la prefería. Se le menciona en alguno de los textos como “compañera”, característica basada en que se le consideraba a su convicción de su entendimiento superior.
Mientras la Iglesia Ortodoxa, antecesora de la Iglesia Católica, esta ocupada en ese tiempo, siglo III y IV, eliminando mujeres de posiciones de poder, la secta de los Gnósticos parece haber estado siguiendo otra ruta distinta. Otro texto más dice que Jesús tuvo entre sus discípulos siete mujeres además de los doce hombres.
Y si se piensa que todo esto es muy feminista y “arriba las mujeres” y todo eso, hay textos que indican que Jesús pensaba que los hombres eran más espirituales de todo a todo que las mujeres, más terrenales, lo que era parte de las creencias generalizadas de esos tiempos.
El asunto del género, uno más inferior que otro, también estaba en la discusión entre los Gnósticos.
El hacer a Magdalena prostituta arrepentida le permitió a la Iglesia Ortodoxa resolver el problema y el como lo estaban resolviendo los Gnósticos y su líder pudo ser una causa, entre otras, para que estos fueran considerados, entre otras cosas, herejes.
Estaba el otro espinoso asunto: el del rechazo de los Gnósticos a las reglas y a las jerarquías, punto totalmente incompatible con la institucionalización de cualquier, redundando, great-power-to-be.
Los Gnósticos también eran elitistas. No todos pueden llegar a su Nirvana divino con la intensa reflexión. La Iglesia Ortodoxa quería ser para todos y quería decirle a esos todos lo que era divino-to-be a través de sus sacerdotes, que para algo habían estudiado mucho y que, a través de una rutina semanal, los todos confesaran ciertos prescritos artículos de fe y observasen ciertos rituales sencillos, y así ellos también, podrían entrar al Reino de los Cielos.
De hecho, dice Pagels, una de las escritoras mencionadas arriba, sin estos humildes puntos, no hubiera podido haber religión cristiana, tan sencillo como eso.
Hay más detalles, más feministas con los que no me pienso meter. Digo, estos están claros en ciertos puntos como para involucrarme en camisa de once varas en retóricas fuera de este texto. No es el punto de analizar a Magdalena como mujer en sí en su totalidad y excluir lo demás fuera de ello, sino de observarla como el ser humano digno de estudio que es.
Mejor pensemos que desde hace treinta años, con tantos cambios en los puntos de vista de pensamiento, ideas, intelectualidades y demás, las cuestiones del postmodernismo, las cuestiones de las investigaciones exhaustivas desde todas perspectivas, desde todos los frentes, todo todo todo ha sido puesto en duda, todo ha sido objeto de escrutinio, todo ha sido sujeto a la exploración de dobles y terceras intenciones, todo puesto a un cross-examination en la pesquisa de dobles y triples sentidos, y todo en medio de mil de caleidoscópicas circunstancias.
No dudo que haya personas, que hayan leído hasta aquí (todo puede pasar y soy optimista), que se estén preguntando cuáles serían mis reales intenciones al escribir todo esto. Y si yo escribiese aquí que no había más objetivo que trazar un punto de vista leído de otra fuente que consideré valiosa, ¿me lo creerían? ¿Cambiaría en algo las cosas?
¿O es mi plan destruir la fe de la Humanidad? ¿O la misma Iglesia? ¿O sería mi objetivo el socavar los pocos valores que quedan a nuestra juventud descarriada?
No lo creo así.
No sé si esto que relato aquí sea popular. Lo que sí, es que se me hizo importante. Se me hizo relevante.
Y todavía falta la conclusión. Será de proporciones bíblicas.
Literalmente.
La historia está presente todos los días al lado de nosotros sin que le prestemos atención.
Está en los días festivos declarados en el nombre de nuestros héroes que murieron por darnos patria. Están ellos en los museos que erigimos. Están sus efigies en las estampillas, en los billetes, en los billetes de lotería incluso, en los nombres de escuela, en las plazas, en los nombres (o apellidos, como se estila mucho en el centro del país) de pueblitos, en los nombres de las calles.
No son mas que maneras sutiles de manipulación para todos nosotros.
Es como si hubiera un hit parade de héroes que siempre está en suspenso, que valdría revisar como era en los años cuarenta y como ha ido evolucionando hasta esta nuestra primera década del siglo XXI. Un hit parade que hasta cierto punto alguien (o muchos alguien) diseñó o diseñaron.
Así se les da realce a algunos. Así se les oculta también a otros.
Los que manejan la historia, los que pueden hacerlo, lo hicieron (hacen) sin que lo supiésemos (sepamos) en muchas ocasiones. Algo ya es modificar libros de texto, indicando la desaparición de ciertos próceres y destacando la labor de otros.
Así se modifican maneras de pensar. Por carretadas. Por millonadas de personas. Por lustros o sexenios…
Hoy, niños, abran su libro de Historia en la página 56, vamos a leer la lección que corresponde a Benito Juárez, el segundo dictador de México, más de diecisiete años en el poder.
¿Cómo suena? ¿Un poco subversivo? Y los hechos así fueron. Juárez estuvo diecisiete años en el poder.
Maximiliano, emperador con ideas liberales, aún así fusilado. ¿Iturbide? Libertador de México, junto con Guerrero, durante la Consumación de la Independencia. A este último hasta le nombraron un gran territorio con su nombre, ¿y a Iturbide? ¿Sólo dos pequeños municipios de entre dos mil cuatrocientos que consta el país? ¿Duele todavía tanto a algunos el que lo hayan erigido emperador después de casi doscientos años? Y ni hablemos de Díaz ni de Cortés.
Hugo Chávez cambia el himno, cambia la bandera, cambia el nombre de su país. Stalin también lo hizo con sus ciudades importantes. Stalingrado, Leningrado. Muerto Stalin y muerto el comunismo (aparentemente): Volgogrado, San Petersburgo.
Detrás de sus hechos hay motivaciones. Eso es lo que hace el Poder. Ya sea imponer, hacer popular, engrandecer una reputación. ¿En quién? En la población. Los actos de los héroes son manejados como ejemplos de deber, de respeto por la patria y tal vez, de obediencia. De obediencia ciega. En ocasiones cuando se pide unidad en torno a un lema o a un símbolo se pide que no exista lo contrario, lo cual básicamente va en contra de la libertad de expresión, en contra la disidencia en sí de un punto de vista colectivo imperante.
La famosa voluntad de las mayorías. Que en realidad en su tiempo y en su lugar fue la de Hitler. La de Stalin y sucesores. La de Mussolini. La de Mao. La de Gaddaffi. La de los Ayatollahs. La de los Talibanes. La de Kim Il-Sung y de su hijo. La de Franco. La de Chávez (otra vez). La de Díaz Ordaz. La de Bush. ¿La de la misma Iglesia?
En la Iglesia se pide obediencia absoluta (dentro de la libertad de elegir, en teoría). Se pide respeto. Lo que no se está en acuerdo con la iglesia se ve como falla, se percibe como pecado. Y hay castigos para los pecados. Hay penitencias. En los casos extremos hay hasta excomunión.
Así las cosas, en circunstancias especiales se escriben encíclicas. Se dictan modos de actuar. Se dictan reformas. (De hecho, he estado leyendo que el Papa Ratzinger va a pedir, o ya está en eso, que la misa se vuelva a dar en latín, para volver al significado místico de la misa para que, supongo yo, vuelva a imperar ese ambiente de contemplación y sumisión en la grey que tanto se extraña en muchas áreas conservadoras de la Iglesia.)
Y el asunto con Magdalena es precisamente ese. ¿Qué fue lo que pasó para que cambiara la Magdalena de prostituta a sólo doliente y sufriente? Si hubo un proceso de revisión, ¿qué sucedió por la mente de los que la cambiaron? ¿Con qué objeto? ¿Qué hay detrás de todo eso?
Sé perfectamente que no son conspiraciones como para acabar con la humanidad, pero no deja de ser interesante dar un pequeño (bueno, tal vez no tan pequeño) vistazo a como las voces focalizadas en los siglos mueven sus piezas para, como dije al principio, dar realce a ciertos aspectos de nuestra vida cotidiana y sin que casi nadie preste atención, a ocultar otros. Las cosas no se dan por casualidad. Hay cierta discrecionalidad y selectividad en este, y en muchos otros, tipo de circunstancias.
El artículo del New Yorker en el que me basé para hacer esta reflexión más larga larga larga que la Cuaresma se llama “La Santa Pecadora: la Obsesión de Dos Mil Años con María Magdalena” escrito por Joan Acocella.
Este punto está interesante: Los eruditos bíblicos han entendido desde hace mucho tiempo que la Iglesia ortodoxa fue sólo el segmento de la Iglesia que ganó por sobre todas las demás sectas Cristianas compitiendo en aquél tiempo, los así llamados Gnósticos.
Recordemos que todos aquellos que se desvían de la doctrina imperante son denominados herejes. Aquí el punto es este, tal vez difícil de comprender.
Aquí estoy yo escribiendo esta tercera pieza de blog frente a una computadora HP, pantalla plana, de 3.7 Ghz con 80 Gb de disco y 1 Gb de memoria, que no es mía, por supuesto. Mis fuentes de información por las cuales defino mis verdades son los libros de toda mi vida más los que van apareciendo y el Internet, en ocasiones la TV y en ocasiones los medios periodísticos.
Vivo con ciertas ideas al respecto de la vida y la muerte. Igual con ideas respecto a la política, a la naturaleza, a las artes, al equilibrio y armonía con mi universo que me rodea, con mi propia familia.
Y muchas de estas ideas han sido formadas por una educación fuera de mi casa. Esa educación con algo de diferencia con la que, y me atrevo a decir, no tanto que me la propusieran la Iglesia y el Estado (a través este de su Secretaría de Educación Pública y los medios de comunicación que corrían presurosos en aquél entonces a lo que ella, y otras secretarías, dictaban), y no, no me la propusieron, realmente me la impusieron (como recordando el dicho aquél que dice: “la letra con sangre entra”).
Mucho de la veneración que pueda sentir, poca o mucha, por héroes y por santos me la impusieron ellos. (La devoción que pueda yo sentir por los Beatles y John Lennon y Carl Sagan y decenas más, la adquirí yo en forma definitivamente más libre y en plena conciencia de mis sentidos, gustos, necesidades, aficiones, percepciones y sensaciones a través de los años en incontables epifanías).
Navidad y Pascua. Juan Bautista, Judas Iscariote y Pilatos. Los Reyes Magos y Herodes. Bautizo. Comunión. Confirmación. Matrimonio. Confesión. Penitencia. Circunstancias con las que crecí. En su tiempo las aprendí y nunca las puse en duda, en su tiempo, repito.
¿Me haría daño, realmente daño, saber que la madre de Cristo pudiera no ser virgen? ¿Me podría dañar en el alma saber que Jesús tuvo hermanos? ¿Me podría causar problemas de conciencia el confirmar que Jesús pudo haber tenido hijos? ¿O que no murió en la Cruz? ¿O que Judas Iscariote pudo haber sido en realidad su amigo y no un traidor? ¿O algo de tal vez menor impacto, si hubiera una Santísima Dualidad o Santísimo Binomio en vez de una Santísima Trinidad, como comenté en un blog pasado?
¿La transubstanciación dejaría de serlo? ¿La misa no se daría igual? ¿No se sentiría igual? ¿No reconfortaría de la misma manera? ¿La confesión con el padre y la absolución no serían lo mismo? ¿Dejarían de valer?
¿Es tan malo ser hereje, en esta vida moderna de 3.7 Gigahertz?
Y si los Gnósticos hubieran sido más listos la cosa hubiera sido diferente. Y si la Guerra Civil Norteamericana hubiera sido ganada por el Sur en lugar del Norte. Y si Hitler hubiera descubierto la bomba atómica primero. Y si México hubiera ayudado a Alemania en la Primera Guerra Mundial.
¿Todo hubiera sido tan diferente? Lo acepto, algunas cosas, definitivo, más que otras.
La arqueología vino de manera ciega a ayudar a develar el misterio de la Magdalena. Así como hubo, o están, los manuscritos del Mar Muerto, que su fama se diluyó en el sentido de esperar por más de 60 años una edición satisfactoria de lo que traían escrito, así están los manuscritos de un lugar llamado Nag Hammadi, en el Alto Egipcio.
Estos manuscritos fueron encontrados por el proverbial pastorcito (en este caso, egipcio, el del Mar Rojo fue palestino, árabes a fin de cuentas) que ignorando lo que había encontrado los llevó a su casa iniciando un largo camino entre tratantes de antigüedades, contrabandistas hasta llegar a los eruditos que sí sabían copto, el idioma egipcio que se hablaba en los siglos II y IV de nuestra era en esa zona. (Woody Allen en una de sus deliciosas ficciones breves cuenta que algo así sucedió con ooootro pastorcito que se encontró ooootros manuscritos hassidicos, de antigua tradición judía, y que, en su ignorancia, los vendió a un museo de Filadelfia en tres cuartos de millón de dólares. Ese era el punto, en su ignorancia, ¿eh?)
Bueno, el caso es que los manuscritos de Nag Hammadi eran escritos gnósticos, trece códices abarcando cincuenta y dos textos que eran traducciones del griego de dos siglos antes. Se quedaron estos en un museo de El Cairo y no como otros, estos sí fueron publicados.
Así las cosas estos Evangelios Gnósticos dan sorpresas. En ellos se dice que no es tanto Dios, Dios, Dios el que creo el Universo, sino un Demiurgo, algo así como alguien distinto al que conocemos, no Creador del Universo, pero si impulsor, y la Caída de la Humanidad es contada ¡desde el punto de vista de la Serpiente, amiga de la Humanidad!
Si alguien quiere leer lo que dicen los mentados Evangelios, pudieran seguir a un libro de Elaine Pagel llamado así “Los Evangelios Gnósticos” o el de Marvin Meyer, “Los Descubrimientos Gnósticos: El Impacto de la Biblioteca Nag Hammadi”.
La relevancia de este asunto es que la estrella principal de estos Evangelios es ni más ni menos que la Magdalena. Y no sólo ella no es prostituta; más bien ella es una heroína evangélica y una discípula favorita de Cristo.
Aquí entramos en materia evangélica, pero nada de lo que estamos acostumbrados, ¿de acuerdo? Que cada quién piense como quiera, y que el Dios personal de cada quién tenga piedad de sus propias almas…
Dice el artículo del New Yorker (obvio, ya se han dado cuenta de que esto no es una traducción precisa del articulo en cuestión, no era intención en particular de este blog y bueno, se muestran párrafos para captar todo este asunto), escrito por la multimencionada Joan Acocella:
El texto clave es el Evangelio de María. El texto se abre y es el Cristo resucitado predicando a sus discípulos. No existe tal cosa como el pecado, dice. Los discípulos no deberán seguir autoridades ni seguir reglas, simplemente deben de mirar dentro de sí mismos. Así las cosas, los discípulos se quedan temblando. Temen por sus vidas.
Aquí es donde aparece la Magdalena, ella les dice: “No lloren o sufran o se queden en duda”.
(Lo siguiente son citas de los textos Gnósticos traducidos por Meyer, el autor del último libro).
Pedro dice a Magdalena que todos saben que Jesús la amo más que a otra mujer, y le pregunta si hubo algo que ella hubiera aprendido en forma privada con el Salvador.
La Magdalena le responde describiéndole una visión que ella tuvo del ascenso del alma hacia la verdad, una historia que ella sola compartió con Jesús. La concurrencia queda impactada. “¿Realmente Jesús le habló a ella en privado?” Pedro le pregunta a sus hermanos. “¿Deberíamos escucharla? ¿Él la prefería más a ella que a nosotros? ” Magdalena rompe a llorar y le pregunta a Pedro si cree que miente. Entra otro discípulo, uno llamado Levi: “Pedro, siempre estás molesto… si el Salvador la prefería a ella, ¿quién eres tú para rechazarla?”
En griego gnosis significa “conocimiento”. Para las comunidades griegas, significaba un tipo de entendimiento espiritual –el objetivo de todo creyente— que se lograba a través de una intensa reflexión, típicamente acompañada de visiones.
El Evangelio de María muestra a la Magdalena como una experta en esta práctica. También la presenta como líder, llena de confianza y pasión.
En otro texto gnóstico llamado Sabiduría de la Fe, “Pistis Sophia” muestra un diálogo de cuarenta y seis preguntas que se le hacen a Jesús, de estas, treinta y nueve son de Magdalena. Pedro se queja que no deja hablar a nadie más.
Se notaba que Pedro tenía ganas de expulsarla, definitivamente. Al parecer Jesús la prefería. Se le menciona en alguno de los textos como “compañera”, característica basada en que se le consideraba a su convicción de su entendimiento superior.
Mientras la Iglesia Ortodoxa, antecesora de la Iglesia Católica, esta ocupada en ese tiempo, siglo III y IV, eliminando mujeres de posiciones de poder, la secta de los Gnósticos parece haber estado siguiendo otra ruta distinta. Otro texto más dice que Jesús tuvo entre sus discípulos siete mujeres además de los doce hombres.
Y si se piensa que todo esto es muy feminista y “arriba las mujeres” y todo eso, hay textos que indican que Jesús pensaba que los hombres eran más espirituales de todo a todo que las mujeres, más terrenales, lo que era parte de las creencias generalizadas de esos tiempos.
El asunto del género, uno más inferior que otro, también estaba en la discusión entre los Gnósticos.
El hacer a Magdalena prostituta arrepentida le permitió a la Iglesia Ortodoxa resolver el problema y el como lo estaban resolviendo los Gnósticos y su líder pudo ser una causa, entre otras, para que estos fueran considerados, entre otras cosas, herejes.
Estaba el otro espinoso asunto: el del rechazo de los Gnósticos a las reglas y a las jerarquías, punto totalmente incompatible con la institucionalización de cualquier, redundando, great-power-to-be.
Los Gnósticos también eran elitistas. No todos pueden llegar a su Nirvana divino con la intensa reflexión. La Iglesia Ortodoxa quería ser para todos y quería decirle a esos todos lo que era divino-to-be a través de sus sacerdotes, que para algo habían estudiado mucho y que, a través de una rutina semanal, los todos confesaran ciertos prescritos artículos de fe y observasen ciertos rituales sencillos, y así ellos también, podrían entrar al Reino de los Cielos.
De hecho, dice Pagels, una de las escritoras mencionadas arriba, sin estos humildes puntos, no hubiera podido haber religión cristiana, tan sencillo como eso.
Hay más detalles, más feministas con los que no me pienso meter. Digo, estos están claros en ciertos puntos como para involucrarme en camisa de once varas en retóricas fuera de este texto. No es el punto de analizar a Magdalena como mujer en sí en su totalidad y excluir lo demás fuera de ello, sino de observarla como el ser humano digno de estudio que es.
Mejor pensemos que desde hace treinta años, con tantos cambios en los puntos de vista de pensamiento, ideas, intelectualidades y demás, las cuestiones del postmodernismo, las cuestiones de las investigaciones exhaustivas desde todas perspectivas, desde todos los frentes, todo todo todo ha sido puesto en duda, todo ha sido objeto de escrutinio, todo ha sido sujeto a la exploración de dobles y terceras intenciones, todo puesto a un cross-examination en la pesquisa de dobles y triples sentidos, y todo en medio de mil de caleidoscópicas circunstancias.
No dudo que haya personas, que hayan leído hasta aquí (todo puede pasar y soy optimista), que se estén preguntando cuáles serían mis reales intenciones al escribir todo esto. Y si yo escribiese aquí que no había más objetivo que trazar un punto de vista leído de otra fuente que consideré valiosa, ¿me lo creerían? ¿Cambiaría en algo las cosas?
¿O es mi plan destruir la fe de la Humanidad? ¿O la misma Iglesia? ¿O sería mi objetivo el socavar los pocos valores que quedan a nuestra juventud descarriada?
No lo creo así.
No sé si esto que relato aquí sea popular. Lo que sí, es que se me hizo importante. Se me hizo relevante.
Y todavía falta la conclusión. Será de proporciones bíblicas.
Literalmente.
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