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sábado, mayo 26, 2007

De narcos, pensiones y librerías.



La verdad que este país tiene varios problemas muy graves. Sí, eso no es novedad. La ola del narcotráfico. La ola de la inseguridad. La ola de violencia. Y esos son nuestros problemas inmediatos. Los de urgencia. Faltan los de emergencia. Y luego los de fondo.

¿Resolver los problemas de urgencia? Ni idea. Veamos lo del narco por una cuartilla: Cuestiones de narcos desatados unos contra otros. Eso es lo que nos dicen. Lucha de carteles sin cuartel. La policía en medio. Los civiles al margen, pero de repente involucrados con las balas perdidas y eso. Si es uno o más bandos, si ellos incluyen las corporaciones policíacas infiltradas, o el poder judicial débil, también corrompido o la misma sociedad civil, tolerante ante el dinero, al que no se le pregunta su origen incierto, probablemente eso es parte de todo.

La violencia está desatada y no hay quien la pare. Pero lo más probable es que ya parará. Esto no puede seguir por siempre. Hay tendencias, son como incendios o como epidemias. Estos se dan por mil circunstancias, arden por todo, hacen masa crítica, llegan a su tipping point, siguen por un tiempo e inexplicablemente se detienen. Claro, los bomberos y todo, por supuesto que ayudan. Pero dejan de suceder. El clima, el cambio de vientos, el aumento de humedad, las lluvias, todo junto.

Las tendencias de las masas así son. Las aguas se tienden a apaciguar solas. Podrán ser años, pero se apaciguarán. No hay ninguna benevolencia en este comentario, pero tampoco hay cinismo. Algo pasará entre carteles. Harán las paces entre ellos. Los mercados dejarán de ser atrayentes. El consumo será menor tal vez. Los precios subirán. Su atractivo disminuirá. Llegarán nuevas drogas. Morirán algunos de los cabecillas líderes y tal vez ascenderán los ineptos, que no serán tan buenos estrategas como los primeros, lo cual hará que le tengan que bajar a los ataques para reorganizarse y afianzarse. De hecho es poco saludable tener guerra en las calles. Eso siempre es malo para sus negocios. Ellos tienen familias también. Familias que desearían vivir en paz. Todos tenemos necesidades primarias que deben de satisfacerse. Ellos, al menos sus familias, deben ser como nosotros. Y tener aspiraciones dentro de lo razonable. Una es la aspiración a la seguridad. De ellos mismos y sus familiares. En algún lugar querrán sus hijos estudiar, ir al cine, comer en restaurantes. Lo que hacemos todos tarde que temprano. Y que todo eso se haga sin problemas de hostigamientos.

El mejor mundo es hacer y dejar hacer. La paz a las calles no se deberá a la policía. Ninguna tendencia puede ascender o descender indefinidamente. Ni llueve todo el tiempo hasta inundar al planeta ni hay sequía suficiente que dure toda la eternidad. Eso sí, habrá zonas de monzones eternos y zonas de sequías de décadas. Pero serán puntos localizados. Vivimos en un planeta cerrado, en un sistema cerrado, por más enorme que nos parezca. Cerrado, pero muy dinámico. Estos sistemas dinámicos tienden a equilibrarse por más tiempo que parezcan entre pequeñas o gigantescas desviaciones pendulares de un lado para otro.

Así sucederá con el clima del planeta. Si ese clima equilibrado será saludable para estar afuera tostándonos al sol o no es otro boleto. Si el clima de status quo que quede después de que se terminen las narcoguerras violentas en las calles no será saludable para la familia o si será extremadamente negativo para las libertades civiles comunes y corrientes, pero con la paz total, eso será también, otro boleto.

Ya luego podríamos analizar este fenómeno desde el punto de vista no judicial o criminal, sino de tendencia social natural. Las aguas buscan su nivel. Etc.

Pero me desvié totalmente. Los problemas de emergencia. O uno de ellos al menos. Dicen los que saben, en el libro Freakonomics de Steven Levitt (del que espero hablar pronto), que hay bases para afirmar que la baja de la delincuencia en las calles de las principales ciudades de los Estados Unidos durante los 90’s fue la aprobación del aborto en los 70’s, una generación anterior.

Dicen que el ascenso de Irlanda como país industrial con mejores estándares de vida que muchos de sus equivalentes europeos en esta década es gracias a que un índice de dependientes cambió una generación atrás positivamente dándole más productividad y menos costos a través de las pensiones durante la generación presente. O sea, hay mucha gente trabajadora con menos dependientes detrás de ellos.

Estamos hablando de problemas generacionales.

Se dice que las pensiones son claves en el desarrollo de un país. Mientras menos carga le coloques a un país en ese sector, lo que está directamente mezclado con términos de creación de capital para pagarlas (el capital no es infinito, o sirve para invertir o sirve para pagar lo que debes, y las pensiones las debes de pagar, y si se crearon fue por algo, pero se habla de circunstancias diferentísimas para un país diferentísimo) y con demografía envejeciendo a menos ritmo, significará mejor oportunidad de éxito para un país en particular que esté en su momento generacional correcto y no tanto para el que no lo esté.

China, dice Malcolm Gladwell en un artículo reciente sobre Irlanda, General Motors, y pensiones llamado The Risk Pool, se tiene que dar prisa para hacerse rico. Tarde que temprano pagarán la factura al hecho de tener un solo hijo. Cuando estos hijos únicos se hagan viejitos, no habrá una generación que venga detrás de ellos a ayudarles a soportar la carga, ¿quién hará sus trabajos? La India está en su momento justo. Sus mejores años están por delante, debido a los ajustes demográficos de sólo una generación atrás.

En el lado privado, General Motors, esa corporación automovilística mundial ya tradicional, está batallando con todo y sus records de ventas. No se da abasto para pagar las pensiones a sus jubilados través de sus décadas de existencia ya que decidieron hacerlo ellos todo solo.

El caso de México es inquietante. Primero que nada porque vivimos aquí. En México se está gastando enormidades para pagar a los trabajadores del ISSSTE que tranquilamente buscan ser pensionados y dejar de trabajar a los 48 años. 48 años. Tienen (tenemos, supuestamente) vida en promedio de 25 años más. Y cada año habrá más pensionados. Y el dinero en teoría debe de producirse a mayor ritmo. Y eso no prevé las recurrentes crisis económicas generalizadas que se pueden producir por mil frentes distintos. Recesión industrial, cambio climático lento pero recurrente con sus efectos en cosechas o en producciones de materias primas encadenadas a la producción manufacturera, problemas de terrorismo que afecten el día con día normal de un país, alarmas epidemiológicas, problemas sociales mal manejados (el año pasado se perdió una gran oportunidad respecto al acero, en USA necesitaban grandes cantidades y en México las productoras de acero estaban en huelga debido a los mineros). Triste el caso.

Las pensiones exigen estabilidad. Y la estabilidad no existe en este planeta más que en las fábulas y en los finales de los cuentos de hadas de “vivieron felices para siempre”. Por eso son cuentos de hadas. Peter Drucker habló en contra de ellas en 1950. Desde entonces. Pero no se hace mucho caso al respecto.

No es sólo el ISSSTE, también por decir en Telmex, empresa privada desde 1991: ahí tengo un amigo de mi edad, (de hecho un año menos que yo) que está en en esa empresa desde 1984, o por ahí, que ya me dijo la palabra mágica: retiro. Como siempre, el punto es que no son fenómenos aislados o individuos en soledad. Es la masa, o más bien, son masas que piensan igual. ¿Qué le digo a mi amigo? Estás mal. Renuncia a tu retiro. Ajá. Probablemente siga siendo productivo, tal vez ponga un negocio. Pero recibirá su pensión, claro que sí.

Y como siempre, nos interesan nuestros intereses (perdonando la redundancia) de golpe y porrazo. Que sean inmediatos, gratificantes y al menor costo posible. Piensan que el barril es enorme. Que si no alcanza para todos, es culpa de los que llegaron después. Y que ultimadamente el último (otra redundancia) que se preocupe, total, que falta mucho para ello. Lo cáido cáido. Es lo más natural defender lo que conseguiste, a todas luces, legalmente. No hay nada objetable en ello. El pasado es el pasado, el presente es el presente y el futuro, ese es el problema, es el de todos. Lo bueno es que mi amigo no lee esto.

Y lo más gracioso es que la gente no se muere. Está viviendo más y más. Y lo digo desde el punto de vista práctico. Sí, tengo a mi mamá vivita y todo. Y tiene 66 años. Y puede que viva 15 años más por la edad alcanzada promedio de mi abuela y bisabuela. Pero no es el caso de mi mamá. Es el caso de todo el mundo en México que vive cada día más. No sé si mejor, pero sí cada día más. Por eso la gerontología y asuntos geriátricos va en ascenso, así como la industria de los asilos, de las enfermeras, de los retiros de ancianos y mil cosas similares. (Por eso la frase, quiere mucho a tus hijos, ellos elegirán el asilo en el que te meterán.)

Los pensionados viven de sus pensiones. Y las pensiones alguien las tiene que pagar. (Aunque muchas son insuficientes también, pero he leído cada caso en ciertas circunstancias que, uff.) Pero ya no está la circunstancia de que había muchos trabajadores por pensionado. Cada vez hay menos por cada jubilado. Así se comportan las burbujas demográficas.

De hecho en Europa también reventarán, en lo que es Francia, Alemania, España, e Italia, ya veremos cuando empiecen a ser más laxos con los latinoamericanos en cuestiones de migración para que vayamos a vivir allá. Somos menos complicados que los árabes, ya veremos, y tal vez somos mas afines a ellos. Al menos sus iglesias ahora vacías tendrán más feligreses. Nos lo suplicarán. Eurabia es más peligrosa para ellos y sus costumbres que Eurotitlán. Paciencia, paciencia. Ya llegará ese momento.

En Estados Unidos hará treinta años que había cinco trabajadores por viejito. En diez años más habrá sólo dos. El problema ahí está y llegará. Claro que llegará. Tendrán que compartir la carga.

El dinero es finito, ¿eh?

Los viejitos siguen ahí. Ya con el problema encima, ¿qué hacer con ellos? Nada. Seguir igual. Pero si las cosas están así hoy, ¿qué pasará el día de mañana? ¿Lo sabes tú, lo sé yo?

Apres moi, le deluge. Después de mí, el diluvio. Lo dijo supuestamente el rey Luis XIV de Francia. Nada importa más que mis intereses. Él vivió super. Lo máximo sobre la tierra. El Rey Sol. El esplendor del absolutismo europeo. Quince años después, Luis XVI perdió su país y la cabeza. Literalmente, ambos.

El problema es que insisto, la gente no entiende que esto nos afectará el día de mañana y a nuestros hijos también. Debemos de ser más productivos desde el día de ayer, desde el de antier, desde el de hace veinte años. Pero no podemos. Debemos hacerlo desde el día de hoy: ya mismo. El mejor día para sembrar un árbol enfrente de tu casa fue un día de verano de hace veinte años. El segundo mejor día es hoy mismo.

No perdamos el tiempo en tonterías. (Tan fácil de escribir: No-Perdamos-El-Tiempo-En-Tonterías. Se escribe facilísimo. Sí. Lo sé.)

Cambiar las cosas ya. Los superpetroleros actuales pesan como 400,000 toneladas o más. Casi ya ni pasan por los canales, ni el del Suez ni el de Panamá. Son gigantescos. Para detenerlos necesitas media hora de maniobras anticipadas. Para cambiar de dirección algo similar. Sentido de la anticipación, no es mucho pedir.

De repente no hay volantazo que sirva. Si eso es con un simple superpetrolero, ¿que será de un país entero?

Pero en un superpetrolero sólo están la pericia de los marineros, de su capitán y de la física. No hay más. En un país son sus ciudadanos, los poderes elegidos, los tres y la inercia. El problema es convencer a la gente de que existe un futuro. Y que no necesariamente mi futuro es el único. Está el de mis hijos. Y el de los demás hijos de los demás.

Pero para que se convenza a la gente que el país que dio pie a las pensiones, al ISSSTE y al IMSS, es otro muy distinto al actual, está difícil. Para convencer de eso a un país que está viendo al futuro arraigado a las reglas del pasado, está canijo. Pero se tiene que hacer.

Las aguas llegarán a su curso. Pero nadie se ha preguntado a qué nivel. Si nos taparán por encima, o si sólo será un simple arroyito secándose al sol, el mismo sol de la historia. De nuestra propia historia.

De librerías hablo en el siguiente blog, para que no digan que este es muy largo… y con temas todos revueltos... ;-)

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