Mañana primero de junio se cumplirán/cumplieron sesenta años de que la Banda del Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta se reunió a tocar… Y cuarenta años de que los Beatles celebraron ese vigésimo aniversario cuando cantaron precisamente It was twenty years ago today / Sgt. Pepper taught the band to play / They´ve been going in and out of style / But they’re guaranteed to raise a smile / So may I introduce to you / The act you’ve known for all these years / The Sgt. Pepper ‘s Lonely Hearts Club Band…
Fue hoy hace veinte años/ el Sargento Pimienta le enseñó a la banda a tocar / Ellos han estado de moda y pasados también / Pero ellos están garantizados que te harán sonreír / Así que te puedo presentar / al acto que has conocido todos estos años / La Banda del Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta
No poca cosa. Alter egos de cuatro personas que por un momento desearon hacer una pausa de sus existencias. Cuarenta años hace de ello.
La historia del disco fue relevante al máximo. Despojándose de las ataduras de llamarse como los Beatles, la banda del Sargento Pimienta se reunió a tocar. Y sacaron canción tras canción. Relevantes, trascendentes, exploratorias, audaces, retadoras. Me pregunto, ¿había un dejo de complacencia de ello? ¿De querer hacer algo que a nadie se le hubiera ocurrido hacer?
He estado escuchando estos días el disco de Pink Floyd, The Piper at the Gates of Dawn, obra que se ha dicho que es mucho más psicodélica que el Sargento Pimienta, de la misma época, de hecho se grabaron al mismo tiempo en los mismos estudios, sin embargo el SP es más accesible. Y The Piper, dirán lo que se quiera, pero está lleno de humor. Humor inglés, claro. Y el Sargento Pimienta, pues sí, también es inglés. Y tiene humor inglés. Pero también es más universal de cierta manera.
Lo psicodélico de esos años es difícil de explicar hoy día. Muchos creen que fue sólo ropa de colores estrafalaria y sexo liberado, amor y paz, maquillajes raros y consumir drogas.
Yo no lo viví tampoco, obvio, pero me ha tocado conocerlo en varios de sus contextos, en el lado contemplativo, registrando la realidad de manera un tanto directa y sin manipulación como la que venía en muchos ejemplares de revistas antiguas que tengo de Life en inglés y en español, también revisando el contexto un tanto liberal en artículos antiguos de la revista Rolling Stone que de repente se dejan ver, o, del lado conservador y hasta cierto punto objetivo, los de la revista Time Magazine de aquellos años, los cuales como dije hace meses, ya se pueden acceder; finalizando con un lado totalmente conservador como es la revista Selecciones de aquellos años de los sesenta, eso por el lado escrito. No sólo son artículos, son sus anuncios, son los reflejos de esos modos de vida, si un poco filtrados, si al menos en primera línea de lo percibido por la masa de aquella época.
Por otra parte he alcanzado a ver películas de esos años como Blow Up y Zabriskie Point, de Antonioni, o películas más comerciales como las que alcanzaron a hacer los Monkeys, hasta películas de alcance totalmente subversivo para su tiempo, como Easy Rider de Dennis Hooper. En todas se percibe ese intento por asir lo inasible. ¿La psicodelia era la muestra de algo por lo que se mataban (dicho en sentido figurado, por supuesto), o era ese algo?
Es complicado cuando tratamos de asimilar el sentido o significancia de esos nuevos estados de ideologías que estaban apareciendo, que un gran grupo de gente estaba creando y que otro mucho mayor gran grupo de gente comenzó a imitar ya sea por la búsqueda consciente de un nuevo estado de rebeldía en contra de su propia actualidad.
Esa su actualidad llámese Vietnam, o luchas de derechos civiles o la más plena alienación industrial de su época, en ocasiones en estos tiempos no alcanzamos a percibir lo que es estar ante un gran lienzo blanco que nos pide a gritos llenarlo con algo. Hoy por hoy nuestros lienzos son distintos. Son más bien lienzitos.
Primero que nada hay que pensar que hay millones de personas que ni a balazos lo podrán llenar de algo. Otros podrán llenarlo, claro, pero de porquerías, siendo amable. Unos más podrán intentar hacer algo pero sólo se quedarán en intentos.
Los Beatles tuvieron su lienzo, lo llenaron, fueron significativos, fueron trascendentes y aquí están hoy mismo todavía con nosotros. Si eso significa algo es que ellos si encontraron la manera de entender… el mensaje.
Innecesario decir que hay mucho que decir de ese disco. Su portada, reconocidísima como parteaguas en el ya amplísimo ramo de las cubiertas. Su doble cubierta. El haber dejado las letras impresas en ellas. Los regalitos que estaban incluidos. Y eso es sólo la forma. Ya hubieran revolucionado la industria sólo con ello.
(Y sí, me rehúso a hablar de la portada por más atractivísimo que me resulte hablar de ella. Por ejemplo, no quiero mencionar el detalle de tantas ideas incluidas en un cuadro de cartón de treinta y tantos por treinta y tantos centímetros, la audacia de poner mariguana entre tanta ornamentación, la muñeca con la camiseta o sweater referente a los Rolling Stones, supuestos competidores de toda la vida, ni querré mencionar tampoco lo de la referencia a tantas personas vivas y muertas que se veían, a partir de ser incluidas ahí, bautizadas y disponibles a entrar ya de manera propia en el cielo de la inmortalidad pop, no poca cosa que ellos, los Beatles tuvieran la posibilidad de llevarlos con ellos a la eternidad. Pero es tanto lo que todo mundo dice que yo ¿qué podría agregar al respecto?)
El artículo del Time de ese tiempo, septiembre de 1967 dice: Mensajeros de más allá del Rock and Roll, están creando la sonidos más originales, expresivos y musicalmente interesantes que están siendo escuchados en música pop. Ellos están guiando una evolución en la cual los mejores de los sonidos actuiales post-rock se están convertidos en algo que la música pop nunca ha sido antes: una forma de arte...
Y si comparamos la música del principio de ellos como agrupación, tipo Love Me Do y la de She Loves You, con piezas de este album, como She´s Leaving Home y la de A Day in the Life, pues como no mucha gente debió de pensar, esto no es posible, nadie puede crecer de esa manera en tan corto tiempo, y si no fuera porque tenemos materiales documentados de sus obras al día con día (la obsesiva The Beatles Recording Sessions, de Mark Lewishon, que tengo yo, muéranse de envidia), con los músicos que los acompañaron , por ejemplo en Eleanor Rigby y en la misma A Day in the Life, o atisbar de la increíble Strawberry Fields Forever a la siempre fascinante Lucy in the Sky with Diamonds, ya pensaríamos en alguna posibilidad exterior a ellos.
Y si no:
¡Mira a Lucy con sus diamantes en el cielo!
¡Piensa en si te querrán cuando tengas sesenta y cuatro!
¡Diviértete en el beneficio de Mr. Kite!
¡Busca a la que se fue de casa!
¡Excava un agujero!
¡Grita Buenos días, Buenos días!
¡Encuentra lo que está dentro de ti y fuera!
¡Hazlo con la ayuda de tus amigos!
¡Péinate y atestigua el paso de los días, un día en tu vida a la vez!
Me encantaría iluminarte.
George Martin, pero por supuesto estuvo ahí dándoles un oído en cuanto les hiciera falta un arreglito, algún truco técnico, lo que fuera, pero lo que los Beatles hicieron era de ellos, sólo de ellos.
Así las cosas, como dijo Time hace cuarenta años: hubo un largo y sinuoso camino de I want to hold your hand hasta I'd love to turn you on, con sus miles de interpretaciones y reinterpretaciones acerca de sí drogas o no drogas, inspiraciones del más allá y nosotros en los años venideros, preguntandonos en los lapsos en los que la conciencia nos lo permitía si los mensajeros algún día retornarían.
Luego el sueño se desvaneció. Los mensajeros no volverían.
No, hoy no escribiré letras de ellos, y ya no diré más. Sólo les pido que busquen el álbum, lo escuchen con atención una vez más, o miren bien la imagen de la portada y sólo piensen que hubo un tiempo en que la psicodelia reinaba en la tierra y en que hace cuarenta años, alguien celebraba que el Sargento Pimienta se había reunido a enseñar a tocar a su banda hace sesenta.
Me encantaría iluminarte.
No poca cosa.
Fue hoy hace veinte años/ el Sargento Pimienta le enseñó a la banda a tocar / Ellos han estado de moda y pasados también / Pero ellos están garantizados que te harán sonreír / Así que te puedo presentar / al acto que has conocido todos estos años / La Banda del Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta
No poca cosa. Alter egos de cuatro personas que por un momento desearon hacer una pausa de sus existencias. Cuarenta años hace de ello.
La historia del disco fue relevante al máximo. Despojándose de las ataduras de llamarse como los Beatles, la banda del Sargento Pimienta se reunió a tocar. Y sacaron canción tras canción. Relevantes, trascendentes, exploratorias, audaces, retadoras. Me pregunto, ¿había un dejo de complacencia de ello? ¿De querer hacer algo que a nadie se le hubiera ocurrido hacer?
He estado escuchando estos días el disco de Pink Floyd, The Piper at the Gates of Dawn, obra que se ha dicho que es mucho más psicodélica que el Sargento Pimienta, de la misma época, de hecho se grabaron al mismo tiempo en los mismos estudios, sin embargo el SP es más accesible. Y The Piper, dirán lo que se quiera, pero está lleno de humor. Humor inglés, claro. Y el Sargento Pimienta, pues sí, también es inglés. Y tiene humor inglés. Pero también es más universal de cierta manera.
Lo psicodélico de esos años es difícil de explicar hoy día. Muchos creen que fue sólo ropa de colores estrafalaria y sexo liberado, amor y paz, maquillajes raros y consumir drogas.
Yo no lo viví tampoco, obvio, pero me ha tocado conocerlo en varios de sus contextos, en el lado contemplativo, registrando la realidad de manera un tanto directa y sin manipulación como la que venía en muchos ejemplares de revistas antiguas que tengo de Life en inglés y en español, también revisando el contexto un tanto liberal en artículos antiguos de la revista Rolling Stone que de repente se dejan ver, o, del lado conservador y hasta cierto punto objetivo, los de la revista Time Magazine de aquellos años, los cuales como dije hace meses, ya se pueden acceder; finalizando con un lado totalmente conservador como es la revista Selecciones de aquellos años de los sesenta, eso por el lado escrito. No sólo son artículos, son sus anuncios, son los reflejos de esos modos de vida, si un poco filtrados, si al menos en primera línea de lo percibido por la masa de aquella época.
Por otra parte he alcanzado a ver películas de esos años como Blow Up y Zabriskie Point, de Antonioni, o películas más comerciales como las que alcanzaron a hacer los Monkeys, hasta películas de alcance totalmente subversivo para su tiempo, como Easy Rider de Dennis Hooper. En todas se percibe ese intento por asir lo inasible. ¿La psicodelia era la muestra de algo por lo que se mataban (dicho en sentido figurado, por supuesto), o era ese algo?
Es complicado cuando tratamos de asimilar el sentido o significancia de esos nuevos estados de ideologías que estaban apareciendo, que un gran grupo de gente estaba creando y que otro mucho mayor gran grupo de gente comenzó a imitar ya sea por la búsqueda consciente de un nuevo estado de rebeldía en contra de su propia actualidad.
Esa su actualidad llámese Vietnam, o luchas de derechos civiles o la más plena alienación industrial de su época, en ocasiones en estos tiempos no alcanzamos a percibir lo que es estar ante un gran lienzo blanco que nos pide a gritos llenarlo con algo. Hoy por hoy nuestros lienzos son distintos. Son más bien lienzitos.
Primero que nada hay que pensar que hay millones de personas que ni a balazos lo podrán llenar de algo. Otros podrán llenarlo, claro, pero de porquerías, siendo amable. Unos más podrán intentar hacer algo pero sólo se quedarán en intentos.
Los Beatles tuvieron su lienzo, lo llenaron, fueron significativos, fueron trascendentes y aquí están hoy mismo todavía con nosotros. Si eso significa algo es que ellos si encontraron la manera de entender… el mensaje.
Innecesario decir que hay mucho que decir de ese disco. Su portada, reconocidísima como parteaguas en el ya amplísimo ramo de las cubiertas. Su doble cubierta. El haber dejado las letras impresas en ellas. Los regalitos que estaban incluidos. Y eso es sólo la forma. Ya hubieran revolucionado la industria sólo con ello.
(Y sí, me rehúso a hablar de la portada por más atractivísimo que me resulte hablar de ella. Por ejemplo, no quiero mencionar el detalle de tantas ideas incluidas en un cuadro de cartón de treinta y tantos por treinta y tantos centímetros, la audacia de poner mariguana entre tanta ornamentación, la muñeca con la camiseta o sweater referente a los Rolling Stones, supuestos competidores de toda la vida, ni querré mencionar tampoco lo de la referencia a tantas personas vivas y muertas que se veían, a partir de ser incluidas ahí, bautizadas y disponibles a entrar ya de manera propia en el cielo de la inmortalidad pop, no poca cosa que ellos, los Beatles tuvieran la posibilidad de llevarlos con ellos a la eternidad. Pero es tanto lo que todo mundo dice que yo ¿qué podría agregar al respecto?)
El artículo del Time de ese tiempo, septiembre de 1967 dice: Mensajeros de más allá del Rock and Roll, están creando la sonidos más originales, expresivos y musicalmente interesantes que están siendo escuchados en música pop. Ellos están guiando una evolución en la cual los mejores de los sonidos actuiales post-rock se están convertidos en algo que la música pop nunca ha sido antes: una forma de arte...
Y si comparamos la música del principio de ellos como agrupación, tipo Love Me Do y la de She Loves You, con piezas de este album, como She´s Leaving Home y la de A Day in the Life, pues como no mucha gente debió de pensar, esto no es posible, nadie puede crecer de esa manera en tan corto tiempo, y si no fuera porque tenemos materiales documentados de sus obras al día con día (la obsesiva The Beatles Recording Sessions, de Mark Lewishon, que tengo yo, muéranse de envidia), con los músicos que los acompañaron , por ejemplo en Eleanor Rigby y en la misma A Day in the Life, o atisbar de la increíble Strawberry Fields Forever a la siempre fascinante Lucy in the Sky with Diamonds, ya pensaríamos en alguna posibilidad exterior a ellos.
Y si no:
¡Mira a Lucy con sus diamantes en el cielo!
¡Piensa en si te querrán cuando tengas sesenta y cuatro!
¡Diviértete en el beneficio de Mr. Kite!
¡Busca a la que se fue de casa!
¡Excava un agujero!
¡Grita Buenos días, Buenos días!
¡Encuentra lo que está dentro de ti y fuera!
¡Hazlo con la ayuda de tus amigos!
¡Péinate y atestigua el paso de los días, un día en tu vida a la vez!
Me encantaría iluminarte.
George Martin, pero por supuesto estuvo ahí dándoles un oído en cuanto les hiciera falta un arreglito, algún truco técnico, lo que fuera, pero lo que los Beatles hicieron era de ellos, sólo de ellos.
Así las cosas, como dijo Time hace cuarenta años: hubo un largo y sinuoso camino de I want to hold your hand hasta I'd love to turn you on, con sus miles de interpretaciones y reinterpretaciones acerca de sí drogas o no drogas, inspiraciones del más allá y nosotros en los años venideros, preguntandonos en los lapsos en los que la conciencia nos lo permitía si los mensajeros algún día retornarían.
Luego el sueño se desvaneció. Los mensajeros no volverían.
No, hoy no escribiré letras de ellos, y ya no diré más. Sólo les pido que busquen el álbum, lo escuchen con atención una vez más, o miren bien la imagen de la portada y sólo piensen que hubo un tiempo en que la psicodelia reinaba en la tierra y en que hace cuarenta años, alguien celebraba que el Sargento Pimienta se había reunido a enseñar a tocar a su banda hace sesenta.
Me encantaría iluminarte.
No poca cosa.
2 comentarios:
Cojones mi hermano, por mucho tiempo me he negado hablar de los beatles, por ser La Banda, sinceramente creo que Sgt. Pepper... no fué el mejor disco de los Beatles (no me odien), se que la mayoría no estará de acuerdo conmigo, pero Revolver o Abbey Road deberían ocupar ese lugar, en fin, es lo grandioso de la escencia de The Beatles, la genialidad impresa en la mayuoría de sus álbumes.
Por cierto, se que te debo las otras partes del anáisis de The Wall (no creas que se me a olvidado), nada mas que el sentarse a redactar sobre "Las Pasiones" se vuelve día a día meos viable, ahora ando enrolado con un ensayo de Psicología del mexicano, que evetualmete subiré (el miércoles), se si seguro porque es para un trbajo, si tienes la oportunidad chécalo porque es un tema que me fascina.
Sludos Cordiales. Buena entrada
Wow hermano, hasta la fecha no me he atrevido a escribir de los Beatles por dos principales razones, primero porque escribir sobre su grandeza es mas trillado que el I'll be back de Arnold, y segundo, que bueno... Son The Beatles, ellos generaron la música moderna, en fin, si hay algo en lo que no estoy de acuerdo con la mayoría de los fanáticos, es en considerar al Sargento Pimienta... como el mejor álbum de su carrera, creo que por encima esta Revolver e incluso Abbey Road. Pero bueno, ahi radica su genialidad, no lo crees.
En un punto aparte, se que te debo las siguientes partes de mi análisdis de The Wall, pero últimamente se ha vuelto poco viable dedicarle tiempo a esta pasión en particular. pronto.
lo que si te puedo asegurar es un ensayo sobre a psicología del mexicanoq eu debo terminar el miércoles y me encantaría que lo criticaras.
un saludo cordial
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