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viernes, septiembre 08, 2023

Entrevista a Umberto Eco en The Paris Review (fragmento)


 ENTREVISTADOR

Para el profano la época medieval está impregnada de un aire de misterio y lejanía. ¿Qué te atrae de ella?

UMBERTO ECO

Es difícil de decir. ¿Por qué te enamoras? Si tuviera que explicarlo diría que es porque la época es exactamente la contraria a como la gente la imagina. 

Para mí, no fueron la Edad Media. Fueron una época luminosa, del suelo fértil del que brotaría el Renacimiento. Un período de transición caótica y efervescente: el nacimiento de la ciudad moderna, del sistema bancario, de la universidad, de nuestra idea moderna de Europa, con sus lenguas, naciones y culturas.

ENTREVISTADOR

Tú has dicho que en tus libros nunca estableces paralelos conscientes entre la Edad Media y los tiempos modernos, pero eso parece ser parte del atractivo de ese período para ti.

ECO

Sí, pero hay que tener mucho cuidado con las analogías. Una vez escribí un ensayo en el que establecí algunos paralelismos entre la Edad Media y nuestro tiempo. Pero si me das cincuenta dólares, te escribiré un ensayo sobre los paralelismos entre nuestro tiempo y el de los neandertales. Siempre es fácil encontrar paralelos. Creo, sin embargo, que preocuparse por la historia significa hacer paralelismos eruditos con el tiempo presente. 

Confieso ser monstruosamente anticuado y sigo creyendo, como Cicerón, que la historia magistra vitae: la historia es la maestra de la vida.

ENTREVISTADOR

¿Por qué, siendo un joven erudito medieval, de repente se dedicó al estudio del lenguaje?

ECO

Desde que tengo uso de razón, me ha interesado darle sentido a la comunicación. En estética la pregunta era: ¿Qué es una obra de arte y cómo se comunica una obra de arte con nosotros? Me fascinó especialmente el cómo. 

Además, somos reconocidos como seres humanos en la medida en que somos capaces de producir un lenguaje. Al final resultó que, inmediatamente después de mi tesis comencé a trabajar para la televisión estatal italiana. Esto fue en 1954, apenas unos meses después de que se realizaran las primeras retransmisiones televisivas. 

Fue el comienzo de la era de la comunicación visual de masas en Italia. Entonces comencé a preguntarme si tenía una extraña personalidad dividida. Por un lado, me interesaban las funciones más avanzadas del lenguaje en la literatura y el arte experimentales. Por otro lado, disfrutaba la televisión, los cómics y las historias de detectives. Naturalmente me pregunté: ¿Es posible que mis intereses sean realmente tan distintos?

Recurrí a la semiótica porque quería unificar los diferentes niveles de la cultura. Llegué a comprender que cualquier cosa producida por los medios de comunicación también podía ser objeto de análisis cultural.

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