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jueves, septiembre 07, 2023

JOHN STEINBECK SOBRE LA PUBLICACIÓN DE LIBROS (De una carta a Pascal Covici, 1952)

 






Aunque a veces he sentido que tenía fuego en mis manos y extendía una página con resplandor, nunca he perdido el peso de la torpeza, de la ignorancia, de la dolorosa incapacidad.

Un libro es como un hombre: inteligente y aburrido, valiente y cobarde, hermoso y feo. Por cada pensamiento floreciente habrá una página como un mestizo húmedo y sarnoso, y por cada vuelo en bucle un golpe en el ala y un recordatorio de que la cera no puede mantener firmes las plumas demasiado cerca del sol.

Bueno, entonces el libro está terminado. Ya no tiene virtud. 

El escritor quiere gritar: “¡Tráelo de vuelta! Déjame reescribirlo”, o mejor: “Déjame quemarlo. No lo dejes salir al frío hostil en esas condiciones”.

Como sabes mejor que la mayoría, Pat, el libro no pasa del escritor al lector. 

Primero llega a los leones: editores, editores, críticos, correctores, departamento de ventas. Lo patean, lo cortan y lo desgarran. 

Y su padre ensangrentado es abogado.

EDITOR: El libro está desequilibrado. El lector espera una cosa y tú le das otra. Has escrito dos libros y los has unido. El lector no lo entenderá.

ESCRITOR: No, señor. Va de la mano. He escrito sobre una familia y he utilizado historias sobre otra familia también... bueno, como contrapunto, como descanso, como contraste de ritmo y color.

EDITOR: El lector no lo entenderá. Lo que llamas contrapunto sólo ralentiza el libro.

ESCRITOR: Tiene que ser más lento; si no, ¿cómo sabrías cuando va rápido?

EDITOR: Ha detenido el libro y ha entrado en discusiones sobre Dios sabe qué.

ESCRITOR: Sí, lo he hecho. No sé por qué. Solo quería. Quizás me equivoqué.

DEPARTAMENTO DE VENTAS: El libro es demasiado largo. Los costos han aumentado. Tendremos que cobrar cinco dólares por ello. La gente no pagará cinco dólares. No lo comprarán.

ESCRITOR: Mi último libro fue breve. Entonces dijiste que la gente no compraría un libro breve.

CORRECTOR: La cronología está llena de huecos. La gramática no tiene relación con el inglés. En la página tal y cual, un hombre busca en el Almanaque Mundial las tarifas de los barcos de vapor. No están ahí. Lo comprobé. Te has equivocado con el Año Nuevo chino. Los personajes no son consistentes. Describes a Liza Hamilton de una manera y luego la haces actuar de otra manera.

EDITOR: Haces que Cathy sea demasiado negra. El lector no le creerá. Haces que Sam Hamilton sea demasiado blanco. El lector no le creerá. Ningún irlandés habló jamás así.

ESCRITOR: Mi abuelo lo hizo.

EDITOR: ¿Quién lo creerá?

2.º EDITOR: Ningún niño jamás habló así.

ESCRITOR (perdiendo los estribos como refugio de la desesperación): Maldita sea. Este es mi libro. Haré que los niños hablen como quiera. Mi libro trata sobre el bien y el mal. Quizás el tema entró en la ejecución. ¿Quieres publicarlo o no?

EDITORES: Veamos si podemos arreglarlo. No será mucho trabajo. Quieres que sea bueno, ¿no? Por ejemplo, el final. El lector no lo entenderá.

ESCRITOR: ¿Y tú?

EDITOR: Sí, pero el lector no lo hará.

CORRECTOR: Dios mío, ¿cómo se puede colgar de un participio? Pase a la página tal y cual.

Ahí estás, Pat. Entraste con una caja de gloria y ahí estás con el brazo lleno de basura húmeda.

Y de este encuentro ha surgido un nuevo personaje. Se llama El Lector.

EL LECTOR:

Es tan estúpido que no puedes confiarle una idea.

Es tan inteligente que te encontrará el menor error.

No comprará libros breves.

No comprará libros largos.

Es en parte idiota, en parte genio y en parte ogro.

Hay algunas dudas sobre si sabe leer.

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