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domingo, junio 22, 2025

21 días sin Gansito Marinela.


Han sido días difíciles, a veces veo el horizonte y me pregunto porqué lo hice, quién me obligó, si era necesario. 

No veo respuestas fáciles. 

En ocasiones paso por un Oxxo y lo visualizo. 

Fresco, rico, delicioso, sabor orgásmico. 

Sería tan fácil ir por uno. Sólo uno.

Estar frente a la chica de la caja del Oxxo.

Me miraría. 

Me juzgaría. Vería a su amiga y le haría una señal con la ceja, con los ojos. "Míralo. Ya vino por su Gansito. No aguantó ni 21 días."

Al menos no me pasaría a la siguiente caja.

Me cobraría. Me preguntaría por la tarjeta de puntos. 

Le diría que no. Quizá se lo diría con seriedad pero apresurado, viendo al señor que seguiría de mí. Que vendría a cargar saldo o a pagar tarjeta. Me miraría con cara de afirmar mi culpabilidad.

No querría dejar rastros. Los lentes oscuros no me los quitaría. Ustedes saben, las cámaras.

Nadie lo sabría.

Ocultaría la sensación. Procuraría no sonreír. Fingiría.

Sí, me mancharía de chocolate los dedos. Al abrirlo, mmm, la crema, la fresa, el pan, el chocolate, ¡¡el chocolate!! 

La crema, repito, la ricura, la dulzura, la combinación, la textura, la sensorialidad. La sensualidad de comerte un Gansito.

Al final, después de hacerlo. La culpabilidad. No debería hacerlo. 

El remordimiento me perturbaría.

Pero no importa. 

Porque sé fingir. 

Nadie supo de mi gusto extremo por el Gansito hasta que se los dije. A nadie le importó. Estoy solo Siempre he estado solo.

Y tengo que aguantar.

Pero no, resisto todos los Oxxos. 

Hay muchos Oxxos. 

Nunca supe que había tantos Oxxos en las calles. 

Uno por cuadra. Y paso despacio y miro la puerta, un anuncio. 

Ahí está, enseñándolo todo. La tentación maldita. 

Sería tan sencillo. 

Procuro mirar a otra parte.

Ven, ven por mí. Estoy abierto. Para ti, me dice.

Nadie nos ve. No hay cámaras. Nadie sabrá.

Era tu pecado. Soy tu pecado. Seré tu pecado.

Un pecado más. Nadie lo notará.

La tentación del Infierno más grande a mi alrededor inmediato.

Y hay un Oxxo por cuadra.

Pero sé resistir.

Veo a los cielos. Veo las estrellas y pido resistencia. Resiliencia.

Todos pretendieron que no les importaba. 

Hacían un gesto al final de que se los contaba y me ponían una sonrisa por cortesía y se iban con su Gansito a comérselo a otra parte. 

Y mi angustia y ansiedad crecía por segundos.

No me importa su indiferencia. Sé de su preocupación.

Y todos saben que mi relación con el Gansito Marinela ya iba por los no sé, al menos 56 años.

56 años con un producto de tu predilección. 

De tu gusto. De tu necesidad. 

Sólo la superan el Corn Flakes y la Coca Cola. 

La Coca Cola, pues... ya sería sin azúcar y no es lo mismo, ¿verdad? Además, pues es Pepsi Light. 

Antes era la Pepsi Max, pero nadie se acuerda hoy de la Pepsi Max.

(Del Corn Flakes no me preguntes, por favor no me preguntes. Es algo más de dentro, mas interno.  Prefiero no externarlo. Hay violencia que lucha por salir y no lo permito, ni lo permitiré. La leche helada. La necesaria leche helada a 4 grados)

Y el Gansito Marinela, pues... ya son 21 días. 

Recuerdo tantos eventos juntos, tantas ocurrencias, sonrisas, encuentros secretos, íntimos, personales. No podía hacerlos públicos, ustedes me entienden. 

Es embarazoso hablar del placer. 

Es inexplicable. Es personal. Es experiencia personal.

Es una relación que decidí dejar porque, ya me estaba haciendo daño.

No, no digo que el Gansito Marinela era tóxico. 

No. lejos de eso. Pero ya no me satisfacía, ya el placer no era el mismo. 

Tenía que dejarlo. 

Ya son 21 días. 

El dolor sigue, pero creo que hay esperanza. 

Después del abismo de la noche, están las estrellas y luego sale el Sol.

Luego sale el Sol. 

Al menos ahí está el Corn Flakes con su leche helada a cuatro grados.

Resistiré. Sí, resistiré.


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