1192. Con esa ____ vi mil mundos todos perfectos, todos. Pero regresé. Y choqué con un árbol. ///
NnCt 1192 de 1,440 pociones que a cualquiera hacen ver chicas con ojos calidoscópicos, y me trasladaba a otros mundos, al revés unos, al derecho otros, al de desiertos, al de pantanos, al de todo morado, al de todo magenta, al de todo azul, al de todo cristalino y de pronto el silencio, y de pronto había muchas puertas como las de Donald en el País de las Matemáticas, puertas cerradas que yo, cómo Donald, quería abrir, tenía tanta curiosidad, y hacía un zumbido extraño y esa poción del mal en lugar de darme risa o de darme hambre o sueño, o de hacerme grande o pequeño y mostrarme orugas fumadoras o gatos sin sonrisa o sonrisas sin gato me daba curiosidad y así patee una puerta que me latió demasiado y de tanto insistir se abrió y ahí mi corazón se aceleró porque estabas tú, mi amiga Magdalena, de cuarto de primaria, que me dejaste marcado, sabía que eras tú, Muñeca Reina, ya mayor, hecha mujer, tus curvas, tu cintura, tus senos, tu bajo vientre palpitando, esas tus cejas, Magdalena, pero he aquí que mi mente derivó y pensé que al igual lo hizo Amilamia en la historia de Carlos Fuentes que la niña Rocío Brambila había impactado a Juan Antonio Edwards o a alguien similar y que de grande ya era Enrique Rocha y ella era Ofelia Medina hermosa, evasiva, soñada o soñadora, burlona y lejana, pero sí, estaba el recuerdo de Amilamia en esa puerta, Amilamia era Magdalena era Ofelia era Muñeca Reina que por medio de alguna magia sabía que yo le gustaba y que tendríamos un bello futuro, pero regresaba a cuando éramos entonces de 9 años cada uno y ella, no sé, realmente nunca hablé con ella, pero dentro de ese cuarto, recién abierto, estaba la solución, estaba la respuesta, y quería entrar para saberlo pero me resistía, porque Amilamia, la de la historia de Fuentes, nadie quería hablar de ella porque estaba quebrada o peor, estaba muerta y había terror en las risas en la noche, había miedo en los quejidos/crujidos/gemidos detrás de las paredes y todo era negro y fue cuando tomé fuerzas y decidí mejor cerrar la puerta, y sí, nunca sabría que pasó con Magdalena y pensé que era mejor así, dejar al pasado en paz y la poción empezaba a dar de sí y ya no había zumbidos ni crujidos ni gemidos ni quejidos y yo me sentía ya con mucho sueño con todo mi corazón acelerado y mi respiración fallando y fue cuando reuní fuerzas por esos pasillos y caminé por donde había andado y tal vez soñé con taxis de papel periódico y papel celofán de amarillo y verde que me revoloteaba y esa chica de ojos calidoscópicos que me llenaba la vista y el corazón... la chica del sol en los ojos... que se fue para siempre... 1192
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