NnCt 0013 de 1m440 posibilidades y la inmensa mayoría no muy buenas, así que, ¡a correr, corre por tu vida! ///
CUENTO 0013 EL DEL TERRORISTA QUE PUEDE QUE SEA DECENTE
Debería haber ya sonidos de algo, de viento, de pasos, de ramas quebradas, de aire en la maleza. Me detuve, a menos que me hubiera quedado sordo, troné mis dedos y no los escuché. Debería ser otra cosa. Un shock o algo. Zumbido de tinnitus intenso. Estaba sudando. Mis manos. Todo yo. Me faltaba corazón. Solo sabía que debía correr.
¡Yo no traicioné a nadie, pero lo vi! Algo vi. No sé por qué era eso lo que me sonaba, traición. Pero, ¿a quién traicioné?
¿O nos traicionaron? Pero, ¿por qué pensar en traicionar? ¡Yo no era un traidor!
Pero en medio de todo, esa desconcentración espantosa, ese desenfoque, el más grande que haya tenido en mi vida, eso sí lo recordaba, el más grande… mi pecho sentía la opresión, no podía respirar y estaba sudando, además olor a humo, gasolina, a aceite, lo extraño es que no recordaba más, solo había una gran mancha negra en mi zona de nombres, en mi zona de realidad adyacente. No podía pasar la gran mancha negra, era como desenfocado, era como si hubiera perdido mis lentes y no tuviera remedio más que adivinar letras sin lograrlo.
Me detuve a pensar a lado de un tronco. Miré a todos lados. No veía a nadie, me sentía el corazón, galopaba tremendamente.
Si, algo de un auto, personas importantes, gente corriendo por todos lados gritando algo que no recordaba, todos en movimiento, en alerta o con espanto, oliendo al peligro. Presintiéndolo. Algo grande estaba ocurriendo, algo que todos lo esperaban, ¡yo lo esperaba! Esa sensación…
Recordaba el carro elegante, recordaba que había un chofer, personas dentro, esas personas importantes. Gente en la banqueta. ¿Yo estaba adentro? ¿O afuera?
Entonces todo tuvo sentido. Fue un atentado. Estuve en un atentado. Increíblemente ahí estuve. Hubo una explosión, fuego, llamas, Pero, ¿cuál era mi rol? ¿Qué hacía ahí? Me di cuenta temblando que tenía varias posibilidades y las fui recorriendo una a una.
¡Eran demasiadas posibilidades!
¿Soy un guardaespaldas? ¿Soy un atacante? ¿Soy un chofer? ¿Soy un guardia del lugar? ¿Soy un oficial de tránsito? ¿Soy un espectador inocente? ¿Soy uno de los que iban dentro del carro? ¿Soy contra quien iban? ¿Soy el que ideó el atentado? ¿Soy quién causó el atentado?
Hice una pausa que me quemaba por dentro: ¿Quién demonios soy yo? No creo ser nadie de ellos, entonces, ¿o sí? ¿quién soy?
No recordaba nada, ¿íbamos bajando o subiendo al auto? ¿Iba yo con quién? ¿De dónde venía, a donde iba? ¿Qué hora era? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¡No podía recordar! La explosión, los cuerpos muertos, ¿vi la sangre? Sí, vi sangre, ¡mucha! ¡El humo, el sonido del boom en mis oídos! ¡De milagro me salvé! Pero empecé a correr y a correr. Sin parar. Eso fue muy grave. Terrible. No podía quedarme a ver nada. ¡Era mi sobrevivencia!
Volví a correr sin pensar, solo volteando atrás para ver si me seguían, me sentía la cara llena de sangre o algo así, pegajoso, de pronto el campo, grande, extenso, muchos árboles, no reconocía nada. No recordaba nada. ¡Y no había río o arroyo o espejo para verme la cara, ¡quería reconocerme! Estaba mareado, confundido. Desorientado, no sabía por dónde andaba. ¡Todo me daba igual! Sólo temblaba y temblaba, mi quijada, mi brazo, mi hombro. Era un ataque de pánico. De pronto llegué a un arroyo con algo de agua. Me asomé a verme. Me asusté de verme manchado de sangre. ¡Pero no me reconocí! ¿O sí?
Lo peor, me sentía culpable. Dentro de mi corazón sentía que no había cumplido mi misión. Pero no recordaba cuál era mi misión.
Me revisé mi ropa por si había algo que me indicara, nada, ni cartera tenía. Dentro del saco encontré algo. ¿Sólo una navaja? Lo examiné. Sí, era una navaja suiza. Podría defenderme con ella. No sabía contra quien. ¡Pero al menos ya tenía defensa!
Por lo demás era un traje que podía traer un chofer, un guarda espalda, un transeúnte, el líder, el ayudante, la comitiva. El de tránsito no, no traía adornos oficiales. Al menos ya sabía qué no era. Pero no bajaba mi angustia, mi ansiedad, mi pulso. Mi cansancio terrible físico y moral. Probablemente yo era de los buenos… ¿Pero si era un traidor? Era mínima la posibilidad, pero todo podía pasar. Algo sentía que no estaba bien, que todo era una representación. Sí, era eso bien podía ser un traidor entonces. Pero ¿cómo siente ser un traidor con consciencia?
Ya no podía más. Escuché voces como encerradas. Sí, eran personas. Buscaban a alguien. ¿Qué debería hacer? ¿Eran de los buenos o de los malos?
¡Pero todo dependía de quién era yo! Empecé a repasar rápidamente mi moral, mi fe, mis principios, esto que estaba haciendo, sí, repasar mi moral, ¿no era ya indicativa de algo?
Eso sólo lo harían los buenos, ¿no? ¿Los inocentes? Pero en este mundo no hay malos malos, ni buenos buenos. ¡Es un mundo de grises el que vivimos!
¿Por quién votaría? No recordé candidatos. ¿Mi tema de ira? No sé, creo que normal. ¿Mataría pajaritos vivos en la mano? No, no creo, no soy guerrillero de Al Fatah. ¿Podría matar con un martillo a alguien? No, no soy sicario. ¿Tengo hijos?, no recuerdo, ¿Mujeres? ¡Debo tener! ¡Al menos una! ¿Alguna recuerdo? A una mujer de lentes, pero no recuerdo su nombre, María, Ángeles, Nora, Laura, mil nombres, pero ninguno estaba anclado a mi memoria.
¿Qué le pasó a mi memoria?
El tiempo se me acababa. Tenía la idea de que me atacaron a mí. De que iban por mí. De que yo era el objetivo o alguno de mis jefes.
¿Era entonces yo de los buenos? ¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes los malos? Dios, ¡sálvame! Pero, ¿de qué lado está Dios? ¿Creo en Dios? ¿De qué lado estoy yo?
¿Y ellos? ¿Eran los buenos buscando al malo para capturarlo? ¿O eran los malos buscando al bueno para rematarlo? ¿O eran los buenos buscando al bueno para rescatarlo? ¿O eran los malos buscando al malo para extraerlo? ¿O para callarlo para que no hubiera cabos sueltos?
Por cierto, la explosión o atentado, ¿salió bien? ¿O salió mal? ¿Según quién?
Era la confusión mas angustiante que haya sentido… No recordaba nada, ¿sería así?
¡Por fin escuché algo! Todo se tornó terror. Sentí una voltereta en mi estómago. Quería vomitar.
¿Quién viene por mí? ¿Vienen a ayudarme? ¿Vienen a rematarme??
Sentía hostilidad, molestia, sentía hartazgo. Prisa por todos lados. ¡Mi corazón acelerado! ¡No aguantaba más!
Debía tomar una decisión. Cerré los ojos. Me levanté y levanté un brazo. Tenía la navaja lista en el otro brazo, bajo la manga para sacarla y encajársela a uno de ellos en el cuello. Me matarían pero no me iría solo.
No me sabía tan violento, pero tenía tanto miedo. ¡No quería ser rematado!
Los vi, me vieron, traían armas. No pude hacer más. Sólo escuché los balazos. Me caí al suelo por los impactos y ruidos camuflajeados. Sentí la navaja en mi mano derecha. Luego nada.
Algo me hizo abrir los ojos y escuché.
-¡Qué suerte tuviste, David! Alcancé a escucharte. Pues te tocó. Te rociamos las últimas balas. Siempre es parte de la última escena. Nos gastamos las de utilería. Y ya sabes, con cuidado de no mostrarlas, no vayan a pensar que eran armas de verdad…
Me quedé azorado tocándome el pecho, la cabeza.
-Ya, David, levántate. La toma quedó fabulosa. La explosión, las llamas, los efectos de partes del auto volando. Todo en su lugar, todo a tiempo, lo extraño es que saliste corriendo, desconcertado. Diva que eres. Así se fue aquél actor de CSI: New York que se llamaba como tú. David. Ultima toma, y de pronto aplaudieron y se fue corriendo con todo y maquillaje sin despedirse de nadie. Así tú lo hiciste, igualito. Nos miramos asombrados. ¿Qué se creyó ese idiota? La hostilidad total. Pero bueno, tomaste para el parque y pues, ya, venimos por ti. Demasiada presión de la escena final, y se entiende, después de tantas cosas, meses, cualquiera quiere matarse o matar a alguien…
Miré a mi alrededor y con pena y discreción absolutas, tiré la navaja al suelo. ///0013
 
 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario