NnCt 1,236 de 1,440 de luces interestelares que parecen luciérnagas y que, como decía Borges, es aquella luz, ¿una luciérnaga que parpadea o es un imperio el que se apaga…?//
CUENTO 1236 MI VIDA ES UN DIEZMILESIMO DE UNA VACA PARTIDA A LA MITAD Y LA OTRA VAPORIZADA.
“El día que nos levantamos y vimos la nave en el cielo, la luz, el fogonazo, la distorsión del sonido y del tiempo en el rancho y de inmediato confirmamos que acababan de matar a una vaca partiéndola quirúrgicamente por la mitad y la otra mitad desaparecida, vaporizada y viendo que nadie nos creía y por eso por años creíamos en OVNIs y nos hicimos de pronto fanáticos de conspiraciones y sentía que cada investigación nos llevaba a la verdad. Y la verdad era el reino de Dios. Y este retablo que tienes en tus manos es para que quede como prueba de que Dios tiene algo hermoso destinado para nosotros. Para los que creen y para los que no creen.
En el nombre sea del señor alabado sobre todo y la Familia Nuestra Familia sobre Él."
“Y las estrellas allá arriba nos miran.
Ellas saben que nosotros las miramos.
Es un encuentro de miradas maravillosas
con portentos celestiales en medio de todo,
del tiempo y del silencio
que son tan queridos por Él.”
Lo anterior lo leí varios veces y averigüé por fin donde estaba el campamento de Familia Nuestra Familia. Me fui acercando, estuve en ceremonias abiertas al público y por fin hice contacto. Era Maribel. Una jovencita de 18 años nieta del Abuelo y la Abuela, los patriarcas del grupo.
Ella, Maribel, me contó que también era nueva, que venía ahí a Pensacola, Florida, de Monterrey, México para conocer sus raíces y con eso evangelizar la palabra de Dios con el enfoque nuevo y renovador de Familia Nuestra Familia ya que ahí la fe se volcaría en ella en forma de nube o paloma o los dos al mismo tiempo.
Le agradecí su disposición, me sonrió de manera maravillosa y se perdió en alguna de las tiendas de las demás chicas que estaban separadas del mundo por una cerca de madera de cuarenta centímetros de altura.
Sólo cuarenta centímetros de altura.
Ya que me aceptaron dentro de la Familia, me integré donde me sentí que podía ser más útil y por ello entré al grupo de carpintería donde hacíamos tablas para que otras comunidades hicieran casas, graneros y templos para los hermanos, tal como lo hacían los Amish, y que eso, de hecho, ya lo había visto en películas.
Quería investigar sobre lo de la vaca partida a la mitad pero nadie me miraba en ese instante para poder interrogar a mí manera, o surgían cosas qué hacer como cortar más madera o reunir las astillas para que no provocaran algún incendio.
Por el lado de la investigación sentí que no progresaba.
Estaba a punto de tirar la toalla, terminar mi farsa y solo irme, debido que asuntos en Austin me llamaban.
Pero de pronto algo ocurrió. Mi vida tuvo un giro. Bello y extraño.
Tuvo que ver con Maribel, no sé cómo ocurrió, pero de pronto me atrajo, de pronto hablé con ella y de pronto no quería hacer nada sin su presencia, ella debía estar conmigo. Me dio un ataque de necesidad de estar con ella como jamás me había dado en la vida.
Perdí el control de golpe, de inmediato, como de real rayo.
Y entendí que Maribel, además de amorosa, bella, excelente voz, atractivo perfume natural, sonrisa perfecta, risa magnífica, electricidad en movimiento, estaba demente de la cabeza.
Empezó a hablarme de la gente del espacio, de las naves, de los impulsores, que no tardaban en venir a pacificarnos, que cuando vinieran más de su raza, acabarían con las demás religiones, personas incluidas, decía, y sólo quedaría Familia Nuestra Familia. Al principio no le creí eso de acabar, destruir, destrozar, pero la escuchaba tan determinante, pero conforme avanzaba el verano y comenzaron los fríos, no sabía qué hacer. Sólo le decía:
-Sí, mi cielo, todas las demás razas se irán, solo quedará Familia Nuestra Familia por sobre toda la tierra y los demás se convertirán en polvo! ¡Sí, en polvo!
Ella empezó a ser tan persistente que me comencé a creer que sí era la enviada del espacio, la diosa de la salvación. Me sentía raro y me detenía entre golpe de hacha a la madera pensando en qué instante se me dio el cambio. Pero era tan pesado pensar en irme.
-He hecho tantas cosas que ya me sale caro irme... Debo quedarme hasta lograr el objetivo…
Sólo que había olvidado el objetivo. La amaba y sólo la amaba. Maribel. No había deseo carnal. Sólo sensación de estar con ella cerca. No lo podía entender. Me descubría pensando en ella. Pero no olvidaba pensar a qué había ido a ese lugar.
Un día me lo dijo con todas sus palabras. Estábamos tomando café en unos vasos desechables en el crepúsculo. Hacía fresco. Traía sweater y me estaba contando chisme de sus primas. Nos estábamos riendo.
De pronto nos callamos. Yo todavía sonreía y ella comenzó a hablar:
-Yo fui quien llamé a los Rayos del Cielo y por accidente maté a la vaca.
Hizo una pausa. Estaba como en trance.
-La Navaja de Dios bajó y cortó. La mitad, la otra se hizo humo o vapor o qué sé yo. Es todo, Dios lo decidió. Punto. No se sabe lo que Dios piensa. Los que afirmen que sí lo saben merecen ser cortados por Dios.
Me le quedé mirando. Sólo tomaba, apurado, sorbos del café.
-Los rayos que venían del cielo -me contó Maribel- eran los días sin nubes porque son los preferidos por Dios. Nadie puede explicarse un rayo sin nubes. Dios es el Gran Misterioso.
Hizo una pausa. Y sonrió:
-Yo le digo a Dios que es Misterioso. Le encanta el misterio. El Gran Misterioso.
Me empecé a poner inquieto.
Ella continuó:
-He visto tanta cosa. Hasta cosas violentas que no debieron pasar. Todo por los caprichos de Dios. Lo vi enojado una vez. Con un animal que no lo merecía. Me molesté con él.
-¿Dónde lo viste? -le pregunté, así, casual.
Me miró con seriedad en ascenso.
-¿Escuchaste lo del caso de aquí cerca, Pensacola? Ah, sí, ya te dije, lo de la vaca. La partida por la mitad. Como por un gigantesco bisturí o guillotina.
Su voz se quedó en silencio.
Asentí. Digo, lo acababa de decir ella. Ya esta era la segunda vez.
-Bueno, yo estuve así de cerca -me mostró lo poquito que estuvo de cerca con su gesto de sus dedos pulgar e índice. Muy cerca, al parecer.
No es disculpa o explicación pero siempre me han llamado la atención esos casos de OVNIs en los que no se resuelven si sí o si no. He devorado toneladas de informaciones relacionadas, y unas me convencen y luego leo otras que ya me desconvencen. Así de cualquier manera leo que hay 99.99 casos de OVNIs descubiertos como falsos, pero me impacta ese .01, esa pequeña fracción hace mi vida completa.
Y ahí estaba Maribel resplandeciente.
-Sé que vienes a sacar sopa, Manuel. Dios dijo que ya estuvo. Dios me ordena que te diga qué te fueras. Que te dejara de querer. A Dios se le hace caso. Y… te dejé de querer. Esas cosas pasan. No son justas. Pero no hay nada justo en el Universo. Sólo Dios es justo, el Gran Misterioso.
Recuerdo verla brillar. Ella brillaba. Magníficamente brillaba. En eso me golpearon por detrás.
Entre el dolor, sólo escuché de su hermosa voz, y no sabes, me encantaba su voz:
-No lo golpeen mucho. Dios tiene planes para él. Muchos planes. Pero debe aprender a amar a Dios el grande. No merece estar aquí. Sí, me equivoqué con él. Lo acepto, Abuelo.
No sé si dijo “Abuelo”. Nunca supe quién era “Abuelo”.
Desperté en un Walmart. Un Walmart como miles de Walmart. Sólo hasta que pregunté supe que era uno de San Antonio. Habían manejado no sé, más de mil kilómetros. Más de diez horas. Me dolía todo. No solo de los golpes, sino de estar mal acomodado atrás, en una caja de camioneta descubierta. Sólo tenía una leve y breve cobija en la que entraba frío por todos lados.
Hablé a mi casa, me mandaron dinero y regresé a Monterrey con todas las dificultades.
Pasó el tiempo y trabajé en varios periódicos, conocí a muchas personas creyentes en OVNIs y cuando lo comentaba, casual, nadie de esas personas había escuchado de la Vaca Cortada a la Mitad y la Otra Vaporizada de Pensacola.
Siempre me dio por regresar con esa gente. Pero tenía qué hacerlo y sé que lo haría era cuestión de tiempo, estaría preparado. Debía encontrar a Maribel. No sé porqué con claridad, era un impulso, una necesidad, un “pending” importante en mi lista. Pero de pronto sentía que era a lo más irracional, de más necesidad, no había explicación lógica ni sé qué le iba a decir. Sólo que necesitaba saber de ella, qué hacía, porqué lo hacía, y hacia donde iba ella y los demás.
Por amigos de amigos y conocidos de conocidos llegué a otras comunidades en la zona y de pronto me llevaron a un grupo religioso al muy poniente de la zona urbana, debajo del Cerro de las Mitras y sus pedreras que eran como pedazos de montaña, sí, vaporizados también. Había otra razón por la que supe que Monterrey era el lugar correcto.
Llegué a la zona. Era de nuevo La Familia Nuestra Familia. Andaba yo ya cambiado, barba, lentes, bigote, otro tono de voz. Nadie se me hizo familiar. Era otra gente prácticamente, obvio, allá eran de USA, acá era México. Conocí personas, me parecían un grupo, una comunidad, muy unidos, también por supuesto, me parecían una secta. Lo que sí, es que eran más lideresas que líderes. Por ahí vi un papel donde había mencionados varios de ellos y lo comprobé: Eran El Abuelo, La Abuela y las Tías.
Sí, ahí decía Maribel, aún sin decirlo. La busqué, lo mismo, dentro de mí, sin saber que la buscaba algo como decía Cortázar y necesitaba saber de ella. Había un hueco. Eso me lo decía mi corazón y yo sabía que no lo tenía. Así de fuerte. Algo me había hecho para quererla, y con todo algo había hecho para desquererla. Aunque eso había sido hacía catorce años. Y había visto más casos de vacas divididas a la mitad faltando la otra mitad, vaporizada, dicen, en los ranchos, como que eso seguía una ruta que llevaba hacía, pues, sí, Monterrey. Sí, esa fue la segunda razón.
Y ahí estábamos ya. En la comunidad. Primero fue el olor. Su perfume, su intensidad de humor, sensual, extraño, enloquecedor tal vez, era la química. Ajá, la química. Por supuesto que la reconocí ahora con el pelo pintado, dorado, ella con lentes de contacto de color. Se había puesto muy caderona. Muy atractiva.
Ya no quise pensar y me fui a las mesas de atrás a hacer un café y darme un autoreset que necesitaba tanto.
Ella llegó y me saludó como si nada.
-Te ves muy bien, Raúl, ¿has estado haciendo ejercicio?
Se me hizo imprudente responderle, penar que imaginaba este instante desde aquella vez que amanecí en Walmart. Pero todo se me hizo tan real y posible al mismo tiempo que irreal e imposible.
Me hizo una seña. Salimos, empezamos a hablar.
-Bueno verte de salud radiante. Te seré breve porque a ti siempre te gustó la brevedad, pues no te quedó de otra -sonrió maliciosamente mientras miraba hacia mi cintura como de rayo-, bueno, ya seria, ya tengo otra de mis crisis, y hoy me tengo que salir de aquí, el que te vea aquí mismo es una señal segura que me manda Dios El Gran Misterioso. Sólo que, no sé a dónde. Si con mi otra mamá, la que me educó cuando mis papás salían de gira, no, nunca te conté de ella.
Me hablaba despacio, asegurándose que nadie la viera hablar.
-Aquí hasta te leen los labios -dijo tapándoselos, pero no sé si era broma o en serio. Nunca se sabía si Maribel hablaba en serio o en broma.
Hizo una pausa.
-Pero luego me sale la duda y pienso si este es mi lugar y así me quedo en la indecisión. Además de mis otros problemas, grandes problemas o como les dicen ahora, mis grandes issues. ¡Imagínate que hasta ya tengo novio con quien tal vez me case!
Le pregunté que cuáles grandes problemas. Lo del novio, no le puse atención.
-Los míos, los grandes, los que me dan cuando me toca lo del mal de mujer.
Siempre me había llamado la atención esa manera de referirse a la menstruación, se sentía muy arcaico-levítico.
Entonces le pregunté directamente si se saldría o no.
Miró al cielo y me respondió por fin:
-Debo salirme. Ya me tienen marcada como problemática superior pecadora incitadora del pecado el Abuelo, la Abuela y las Tías. Saben que no comulgo con las ideas del grupo. Anoche tuvimos sesión, y de nuevo me dijeron que no tuviera esas amistades porque no eran parte de nosotros, que teníamos que ser puras.
Me miró.
-Tú estás incluido, Raúl, sí, después de tantos años todavía te recuerdan, me reprochan de ti, y la verdad, te seré sincera, yo no fui la de la idea de mandarte golpear, yo solo hice como que te mandé golpear y les pedí que fueran suaves contigo y ya veo que sí lo hicieron, no se te ve deformación en los brazos y hasta donde yo sé caminas bien… Pero, bueno, tengo la idea de que ya no debía verte, contigo rompí muchos votos. El de obediencia, el del placer, el de la sumisión, el del silencio. Pero sí, pero, pensándolo bien, no debo verte por la otra situación. La de los issues.
Mientras se soltaba hablando verifiqué en mi corazón o alma o lo que fuera que tuviera dentro de mí si estar con ella en ese instante significaba algo en esa rara búsqueda. Todo parecía apuntar que sí. Me sentía en las nubes. Era una extraña intoxicación muy sutil, nada me hubiera podido arrancar de ahí, ni con grúa.
Aun así le dije que no entendía esa otra situación. Le recordé que le había dicho que ella no pertenecía a este lugar. Y le dije, casual, como soy yo en la vida, casual, que ella dijo que había sido la que había cortado por la mitad a esa vaca. Y vaporizado la otra mitad.
Se río mucho.
-¿Como crees mis tonterías?, me cae que sí eres tonto, Raúl.
Además, le dije que algo notaba en ella.
Ella me miró, miró a los cielos, a la carpa, a la gente y luego al suelo y al final a mí:
-Ya lo decidí, esta es la última vez. No, no debiste haber venido. Ahora vienes con todo, y si sigo contigo me embarazarás y no es mi camino, aunque acepto que por ello tengo pendiente una gran discusión con Dios El Gran Misterioso.
Y me miró y me tomó de la mano y fuimos a un lugar que no supe con claridad que era.
Siempre me preguntaré que tamaño de tormenta salvaje con vientos, rayos, relámpagos, estruendos anidaba la cabeza hermosa de Maribel. Lo malo es que entre lo grandioso del momento, supe de los issues. De la peor manera. ¿Será castigo? ¿Mi castigo? ¿El de ella? ¿Será que no sabía? No supe la respuesta.
Así fue que aprendí mi lección, con la que me alejaré lo más posible de todo. No pararé de estar lo más lejos de ella. Y todo porque…
Esa noche a pesar de todo y todas las contradicciones del cielo y de la tierra, hicimos el amor y fue cuando ella se desnudó y su piel se hizo traslucida y se volvió de luz y más que de luz, y así me di cuenta como un láser salió de ella, que lo fue cortando todo a la mitad, todo a la mitad. Me vestí lo más pronto posible y corrí y corrí y vi como la casa explotó y como el carro de mi izquierda de pronto también voló la mitad por los aires.
La noche me abrazaba, las estrellas también, el cansancio me duele en todo el cuerpo y todo ya lo veo borroso. Pero sigo corriendo. //1,236
 
 
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