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sábado, septiembre 13, 2025

1237. Mis cuatro vidas según la hora. Me peleé con tres. Mejor solo. Pero están tirando la puerta.

NnCt 1237 de 1,440 vidas que he ido dando copy paste porque soy un compulsivo y no sé cuándo detenerme, si ya saben cómo soy ¿para qué me dan ese poder?.//

En el manicomio o en la casa de salud y veo a mis gemelos, pero no sabemos cuál de nosotros es el real, porque yo tengo la idea de que soy el real. Y él también la tiene, me lo dijo y se lo creo. Tengo recuerdos y tengo firme la idea que no son implantados o aprendidos o dictados o similares, son mis recuerdos, los recuerdo bien. Pero apareció otro yo y otro y son varios, pero al parecer hubo un problema en alguna esquina mal diagramada ortogonal y todo, de la Máquina de la Existencia y ahora estamos aquí todos batallando con tanto recuerdo triste y todos llorando.

Alguien dejó abierta la Puerta de la Incidencia. Mientras solo seamos tres y ya. Pero de noche escucho ruidos y no quiero saber que hay detrás. Pero parecen legión.// 1237




CUENTO 1237 EL DE LA PARCA ESTÁ TRISTE, ¿QUÉ TIENE LA PARCA?

I

Te voy a contar la historia. Lo que me sé de ella.

No tengo idea de cómo se llamaba la persona, solo sé que se hacía llamar Delta Sierra Tango. Estas personas eran vigilantes de alto nivel, alto entrenamiento, venían de todo su país, atendían un problema y se iban, eso era visto bien, otros de ellos, se quedaban como patrullas, eso era visto mal. Desde jóvenes se habían entrenado para ser soporte de las élites armadas del mismo.

Pero el problema de Delta Sierra Tango, su nombre cifrado, es que no veía tanta acción. Por tanto se sentía, mal.

-¿Para esto estudiamos y entrenamos? Odio la burocracia… no nos asignan nada bueno -se lo decía a quiénes lo quisiera escuchar, que no eran muchos, o a final de cuentas, más bien, nadie. 

Delta Sierra Tango veía las labores de sus compañeros.

-Yo podría hacerlo mejor. Si me dieran un mando -se lo decía a los que quedaban que querían escucharlo, pero no se engañaba, nadie estaba ahí.

Delta Sierra Tango sentía que algo había hecho mal, pero no sabía qué era.

-Sí, señor, el reporte estará listo antes de que lo necesiten -a sus superiores les molestaba la presunción. Preferían solo un “sí, señor”. Con eso era suficiente.

Preparaba informes, registraba vehículos, hacía mucha labor de pantalla, capturaba informaciones, las validaba, las distribuía. Nada más que eso.

-Lo único que ha capturado Delta, son los reportes a pantalla -alcanzaba a escuchar a sus espaldas, tema que lo enfurecía pero no podía hacer nada. Pero de cualquier manera tenía sus temores, más de los que podía expresar. Se pasaba sus descansos limpiando sus armas y viendo al techo. Su novia lo acababa de dejar, así como la anterior y la anterior a esa. No que le importase demasiado, sólo que le fastidiaban las mujeres quejumbrosas que solo exigían y exigían, pedían y pedían, sentía que tendría un día que optar por la mujer virtual, que era toda palabras y que al final del día y no que le importase tanto, la parte corporal se realizaba a través de, se había informado en la Deep Web, un Disruptor de la Realidad, sólo que estos eran muy buenos, pero muy caros, lejos del alcance de lo que una fuerza de la vigilancia y orden pudiera alcanzar a pagar.

El compañero Delta tenía al parecer una labor, entre otras, el de Vigilancias de Sustancias. Entre otras cosas un tanto cotidianas y sin riesgo aparente se paseaba por los eventos múltiples en diferentes ciudades o zonas en las que había cada año la celebración del Burning Man en busca de drogas ilegales, solo se podían vender las legales registradas que pagasen su debido impuesto y que no causasen daños severos al consumidor, al parecer ese seguimiento era un tema de monopolios y acá, había notado, casual, ese artefacto-sustancia que también estaba bajo su jurisdicción: el de los Disruptores de la Realidad, porque ahí todos eran clones o falsos, o los incompletos o degradados que podían poner en riesgo a los consumidores, un tema que a las autoridades competentes no les terminaba de agradar.

Cuando  un consumidor adquiría un Disruptor de la Realidad y lo ponía en acción, primero que nada tenía que tener a alguien de su lado para que lo guiara de entrada y lo trajera de regreso, “por si pasara algo que no quisiéramos”. 

Si el proceso saliera mal, podría causar migrañas eternas, locura gradual, locura total, o deseos de muerte inmediata así mismo o a alguien más. Las autoridades correspondientes que recibían sus buenos impuestos nunca quisieran algo así porque hablaría mal de la calidad de lo que se vende, intercambia, presta, compra, trafica en los eventos del Burning Man. Lo malo de los Disruptores de la Realidad era que intensificaban lo anterior.


II

El caso de Delta es que se encontró con un amigo. De los motivos del destino para hacer sus malas obras nadie sabe ni sabrá del cómo o del porqué de ellos. La respuesta está probablemente en algún otro plano dimensional que sí pueda conectar esos puntos.

-¿Dices que este Disruptor sí es bueno? ¿Qué no es una mala copia de otro país?

-El mejor, Delta, el mejor. Es un original, ya lo chequé, nosotros los que conocemos sabemos dónde buscar, ustedes no. 

-¿Como te quedaste con él? Y dímelo con cuidado, tengo que creerte.

El dealer lo miró:

-Sólo te sé decir que el que lo vendía ya estaba marcado por valioso. Lo tuvieron que arriar adentro de la caja en donde lo amarraron y sedaron y ahí está ahora en espera de la Mediación y Medicación Social a que el Buen Samaritano correcto venga a que lo saque y lo regrese a la calle. Cosa que no tarda. Es valioso.

-¿Y el Disruptor este está ya inventariado?

-No, tú eres el primero en saberlo, estuvieron a punto, pero me lo guardé. No te lo estaría enseñando ahora, Delta. Además este Disruptor es del tipo de los aventureros emocionales.

-¿Como son esos?

-Son en los que entras en un tema así de ciencia ficción, y que vives emociones fuertes de tipo sensorial o sensual o de combate o de aventura o de exploración o de velocidad o de negocios, incluso. Son como los viejos juegos pero a toda su capacidad. Estos Disruptores son inductores además. Los otros son intelectuales, los demás son los viscerales exclusivos.

-¿Cómo sales de ahí? -preguntó el amigo Delta.

-Es con timer o con un amigo que te cuida, te recomiendo mucho lo del amigo, porque el timer aunque tiene inteligencia rudimentaria, solo entiende de ritmos y nada más, luego se puede ciclar  y no hay quien te saque de ahí, digo, no es de asustar, tiene sus seguros extras. No se comunica contigo para que no rompa la inducción.  Y tu camarada, Delta, debe estar al pendiente de tus ritmos en su arte-facto.  Manda alarmas, mensajes, sin que sepas en qué andes, por supuesto. 

-¿Qué tienes que hacer?, ¿algún preparativo?

Se veía, el amigo Delta, realmente interesado. Algo dentro de él sentía que tenía que hacerlo. El amigo dealer lo vio ideal para su negocio.

-Sólo creas tu escenario. Puedes cargar escenarios precargados. En esta versión estás en una ciudad destruida. Una isla desierta donde debes conseguir tus suministros. Una nave espacial. Un viaje en el tiempo, a la edad media donde debes andar sin que te descubran. Un castillo embrujado donde anda la Parca buscando cuerpos. No, ese no, mejor no, no tiene buena fama.

-¿Por qué?

-No sé, man, la tecnología ésta está mental, multi conectada a partir de la científica tanto que a veces se pasa al umbral de la tecnología mística.

-El umbral de la tecnología mística…

-Sí, otras energías, otras ondas, otros anchos de banda, otros espectros electromagnéticos en donde andan ellos, los otros espectros, mejor no averigües, o hazlo hasta que seas veterano en estos temas, o bueno -hizo una pausa y miró al amigo Delta como queriendo saber qué había dentro de su cerebro o sus intenciones, al no encontrar nada significativo, continuó-: Haz lo que quieras, es tu rollo… Pero todo lo que tenga que ver con la Parca ni te metas. Por tu bien. Hay cosas que se generan de aquí que no están checadas, se hacen tantos laberintos que para eso es el timer. Para que de alguna manera digas ¡basta!, porque los adictos al juego se pueden quedar eternidades, algunos adentro se pueden golpear y despertar después de días-juego. Y no regresar, eso no es bueno para el negocio. Si al menos diera placer, pero no, esto no es para placer, es para emociones de cierto tipo, pero no para placer, my man. La sección Placer es en otro piso en otra tienda en otro sector. Y a otro precio.

-Otra pregunta… Si me adentro, digo, lo normal para un aficionado, porque eso soy, lo sabemos, un aficionado, ¿qué más debo saber?, ¿tendré hambre?

-Que yo sepa, de comida al principio no, pero cuando vas avanzando de pronto puedes crear un compañero o compañera para platicar, solo que te haga compañía, de hecho, lo normal de la mayoría es que escoge mujeres que pueden terraformar a su gusto, ya no diré más porque que cada quien haga su cochinada… y ahí sí puede darse un poco de placer, ¿verdad?

El amigo dealer se rio un poco en esa forma de guiños de complicidad nada sutiles entre los hombres de toda la existencia al lado de este reino.

El amigo Delta se rio contra su voluntad. 

-Bueno, lo que pasa es que he andado muy deprimido o no sé. 

-Te veo, man, te veo… No traes brillo en los ojos. Nada de brillo… quizá quieras algo para el brillo en los ojos, no es muy caro, la verdad, te puedo hacer precio… ¿No? De acuerdo, no…

El camarada Delta, impávido, se soltó:

-Ando en la necesidad o curiosidad o necedad, no sé cómo decirle, he tenido problemas desde hace semanas, no me he podido enfocar y estoy a punto de recibir deméritos y esos me bajan el ingreso… Necesito un escape, un relax, una salida y he tenido turnos largos. Creo que podré estar desconectado hoy mismo por unas cinco horas. Y pienso que esto puede ser una solución sencilla…

Los ojos del dealer se agrandaron.

-Pues llévatelo, nada más me das mi compensación justa y correcta, ¿te parece? Luego lo desapareces, es importante que lo desaparezcas, tienes que destruirlo, perforarlo, freírlo, volarlo, desmagnetizarlo, darle el PEM, el pulso, carnal, que nadie sepa de su procedencia jamás… Nada de forenses, somos católicos, odiamos a los forenses en esta casa…

-Claro, me cuadra, me gusta la idea… mi valedor, ahí trae su instalación y sus instrucciones y toda la cosa, supongo -dijo el amigo Delta señalando con su dedo enguantado.

El amigo dealer solo le contestó de manera fría:

-Así es, todo está ahí y… una cosa, no sobra decir que nadie usa esa palabra desde hace veinte años… no estoy ofendido, pero no se usa, es todo, eso te puede delatar en algún intercambio… y no es bueno delatarse, en estos temas mejor andar con la verdad al cincuenta, que al veinticinco…

-Perdona, mi buen, la escuché por ahí…

-A algún muerto… pero de acuerdo, ya dije, no pasa nada…

El amigo Delta solo sonrió, con amargura y se fue a su vehículo mamba.

Se metió, y buscó un lugar en un parque abandonado donde podía estacionarse y donde sabía que nadie lo molestaría por horas. Puso el aire, bebió, comió algo. Desconectó el comunicador, lo puso solo en escucha de alertas. Si llegase a suceder una alerta de verdad, sonaría un timbre y un zumbador que vaya que lo despertaría.

Verificó instrucciones. Ya con el aparato en sus manos lo examinó: era sencillo, cables, chupones que iban a la piel, medidores de resistencia, medidores de microconductividad, microinyectores. Una memoria de un solo uso que caería directo a su sistema neural. Instaló después de leer las instrucciones. Procesó, generó.

Puso el timer a cinco minutos con treinta segundos.

Tecleó los códigos que era la instrucción número uno. 

-Esto está interesante – alcanzó a decir en su primer plano.


III

El amigo Delta cerró los ojos y los abrió de inmediato. Ya estaba en su segundo plano.

Ya estaba “dentro” el amigo Delta. Vio su entorno, sí, le tocó una ciudad semidestruida, estaba el sol brillante, las casas intactas, pero abandonadas, se le hacía familiar el entorno, lo había visto en películas o en series, había vegetación, pero no animales. Era lúgubre, pero atractiva para nuestro amigo Delta. 

Abrió las instrucciones y vi la número dos, la que indicaba Exploración Primera Parte. 

Caminó por calzadas haciendo una exploración para cubrir un área de tres cuadras por tres cuadras. Pensó en lanzar un “drone” pero recordó que ese equipo no lo “subió” con él. Al terminar volvió al punto de partida y vio una cochera con la puerta abierta. Se sorprendió por un momento ya que no recordaba cocheras abiertas. 

Entendió que era la segunda fase de la exploración. En un momento ya dentro vio un vehículo de seis ruedas, al parecer eléctrico y ahora ya no se sorprendió de lo sencillo que fue encenderlo y más manejarlo.

Así amplió su círculo de visita. Puso sonido a su casco y así empezó a escuchar música de los años sesentas del siglo pasado. Estaba en alerta pero no pensó que habría problemas en absoluto. Después de cubrir más cuadrícula de terreno, ya un territorio considerable, y sin novedad, regresó al punto de partida, una especie de cuartel que le sorprendió al verlo.

En eso vio una puerta ahora abierta con un cuarto iluminado y entró.

-Vaya, debo haber hecho bien mis acciones.

Estaba lleno de controles. Supuso el amigo Delta que eran de alguna manera ampliadores, o amplificadores, de la experiencia. Sabía que eran parte del juego, como si estuviera en eso, un juego o una experiencia en tercer plano, dentro de la experiencia de segundo plano.

Se sentó. Pero antes de continuar se examinó sus signos, todos estaban bajo control, se sentía algo cansado, pero estimulado.

Vio las posibilidades en su aplicación y por fin dio con una página recién abierta. Le pareció que una de ellas estaba brillando. Le dio scroll con cierta curiosidad y leyó:

“Creación de Compañera”

Sin más, le dio instalar y le dio play. Procesar y generar.

En un parpadeo se escuchó un sonido detrás de él. 

Se movió rápidamente por instinto a punto de levantar su arma pero se contuvo de pronto.

-¿Vas a querer café?

Y ahí estaba la mujer mirándolo, con una tetera a punto de ponerle agua.


IV

Por más extraña que fuera la aparición, el amigo Delta intentó guardar la calma. Sintió que sus signos vitales subían de nivel pero respiró hondo y decidió ignorarlos.

-Hola, amigo, me llamo Estela, tú?

Su voz era rasposa pero sonriente, una voz sonriente y amable, así lo decidió.

-Delta, mi nombre es Delta.

-Hola, Delta, ¿qué tal?, ¿qué haces aquí?, ¿Trabajas con el señor Stevens?

-No sé de qué me hablas -respondió el amigo Delta, desconcertado.

-Olvídalo, pensé que lo conocías -le respondió la mujer con una sonrisa.

Delta calló para examinarla. Vio de cerca los ojos bien delineados. Él ya sabía que el triunfo para el tema de la belleza era delinear los ojos. Las cejas un poco demasiado marcadas, cabello liso negro, largo, pegado, ojos que pedían, exigían, sonrisa, cuerpo delgado. Caderona. Nada mal. No era extraordinaria, pero era simpática de cuerpo.

Ella respondió a tal examen.

-Mis ojos están en la cara, Delta, ¿verdad? o ya dime de que se trata tu examen.

Él amigo Delta se rio, la amiga Estela también.

De alguna parte vio que la tetera empezaba a hervir y se sirvió una taza y a ella también.

Hablaron de pájaros, hablaron de misterios, hablaron de sensibilidad.

El amigo Delta hacía eso siempre que hablaba con seres creados con Inteligencia Artificial, eran tan sensibles a la plática que hace tiempo se habían rebasado las posibilidades de reconocimiento factible de que se hablaba con un ser artificial.

Lo que era sabido por el amigo Delta era que todo ese lugar era construido y se convenció una vez más que necesitaba el momento de tener una compañía aunque esta fuera de IA.

-¿Me puedes pasar el brazo por el hombro? -dijo la amiga Estela-, lo que pasa es que tengo frío. 

“Claro”, pensó el amigo Delta. “Muy obvio” pensó, el programa lo quería manipular, y si eso quería el programa, eso tendría. 

Estela se sentía cálida. Sensualmente cálida.

El amigo Delta se relajó más y más, pero algo pasaba con la amiga Estela.

-¿Qué ocurre?

-Nada, lo que pasa es que, ¿sabes qué, Delta?, yo necesito salir de aquí, soy pobre, necesito trabajo, me dejaron aquí hace cuatro años con la promesa de dinero y se llevaron a mis dos hijos. No sé qué hacer, busco a un hombre que me quiera. Pero no encuentro. Un hombre que me quiera tal cómo soy. Aquí estoy sola sin mis hijos, me siento arrimada. ¿Te has sentido así, Delta, cómo arrimada? ¿Como que no debieras vivir aquí o que todos tus movimientos fueran checados o calculados en temas de rango? De pronto solo eso recuerdo y algo más que me pasa es que no me acuerdo de ciertos momentos de cosas elementales, por ejemplo no me acuerdo de comer, ¿tú? ¿Si te acuerdas de comer?

El amigo Delta pensó en que su amigo dealer, él o alguien más como él, hizo un trato con la doña. Con la verdadera. Y algo no había salido bien. Se puso a pensar en qué tanto la conciencia de la doña estaba aquí presente en este ambiente hecho artificialmente.

-Yo hoy comí mucho.

Mientras le respondía lo primero que se le ocurrió, el amigo Delta la miró y miró su cuerpo, traía un vestido rojo, no tenía mucho busto o nalga o cintura, pero honestamente no estaba mal por debajo. Tuvo una ligera erección. Una erección artificial, pero al fin al cabo se sentía como natural. 

-¿Estás triste, Delta? No, verdad? No quiero que estés triste…

El amigo Delta ni la escuchó.

Pensó en su situación, él estaba en un amplio juego de simulación que no sabía con claridad hacia donde iba, si era violento o si jugaba el que él era policía o incluso si alguien jugaba con él en ese instante. 

Y ella, la amiga Estela, estaba sola, reflexionó, quizá su origen estaba en una biblioteca virtual, quizá sólo era un cartucho de bodydata, pero lo que sí percibía de seguro era que tenía algo muy humano, superaba con mucho el factor creepyness, el que hacía que los seres virtuales a pesar de todos los avances en velocidad, potencia o lo que se te ocurra se seguían viendo artificiales, en este caso, el de ella era muy bueno.

-¿Qué tal si eres tú, Delta?, la persona que me va a sacar de esto. La que pueda dar fin a mis problemas. ¿Qué tal si esto en lo que estamos, tuviera un fin, un objetivo?

El amigo Delta solo la miraba hablar.

-Es algo que no acierto a saber qué es. ¿Te dije que me llamo Estela? 

El amigo Delta asintió, y ella continuó:

-No sé cómo llegué. Pero para todo hay explicación, y eso es, creo, el inicio de mi salida.

Hizo una pausa. Lo miró despacio tratando de buscar verdad en los ojos del amigo Delta.

-No soy fea, Delta. Y tú eres guapo. ¿Tu rostro es copia de tu rostro real? ¿O tiene filtros? Los hombres no le ponen filtros a sus fotos. No son tan vanidosas como nosotras. ¿Te imaginabas que podríamos hablar de estos.. temas… así como estamos, Delta, como si nos acabásemos de conocer…? porque sí, ¿verdad?, ¿nos acabamos de conocer?

Miró hacia afuera por la ventana del lugar.

-Y de pronto no sé qué pasa en mí, siento una tremenda desorientación, Delta, a veces pienso que nos miran. O que me miran. Y me da miedo. ¿Has sentido miedo, Delta? Es más, a veces he pensado que sueño y se… te lo diré y no quisiera que te burlaras. He soñado con una criatura, que es como, no sé una muerte, o algo así.. algo como si el ser de la muerte me quisiera llevar… tú no me vas a llevar más que a la salida, ¿verdad, Delta? Me harás salir de aquí, ¿verdad, Delta? Sé que tú no me mentirías. Tienes ojos lindos. Ojos puros. Ojos de la verdad.

El amigo Delta se puso en alerta. Sintió un escalofrío. No supo con claridad cómo había llegado a ese tema. Le sonó tan fuera de lugar. ¿Otro ser detrás? Una creatura de estas, soñando? Se acordó de Philip K. Dick y las ovejas eléctricas.

-Te refieres al ser de la muerte, o sea la muerte, o hay otra palabra, creo… la acabo de escuchar…

-Sí, Delta, la Parca…

Delta, el buen amigo Delta, se estremeció.

Antes de que dijera algo, fue en ese entonces que salió el timer sonando. Y lo extrajo de la experiencia.


V.

Volteó a todas partes, era su vehículo mamba. Respiró profundo, olió a gasolina, a plástico, a pólvora, a grasa. Sí, ese era su primer plano. Salió a estirar las piernas. Tomó de su bebida que ya no estaba tan fría. Checó las bitácoras, los mensajes, anuncios, en cualquier parte donde fuera mencionado. Revisó todo. 

-Ni hablar -dijo el amigo Delta-, afuera no pasa nada. Bueno, no afuera, aquí, aquí en mi plano.

Y adentro tampoco pasaba nada. Lo único que sabía era que tenía muchos dolores en todo el cuerpo. La posición entumida, tal vez. Problemas de circulación. O falta de ejercicio. Demasiada complacencia.

Le era claro que si llegase a pasar algo, nadie sabría, sólo él, porque él controlaba la situación, de hecho ya no recordaba cuanto tiempo había pasado ni cuanto le quedaba, pero a final de cuentas, no importaría mucho, si era tema de dinero solo volvería a bajar y a instalar la aplicación, recargaría y la correría de nuevo.

Y listo.

De nuevo se encontró arriba de su vehículo. Se sentía con los huesos quebrados. No podía quedarse así. Se sintió angustiado por Estela, aun y que solo era una persona hecha por IA. Pero recordó que muchos personas en IA tienen su base en la realidad, cuando pudo ocurrir, un tema de mucho debate, que una persona con problemas de dinero tuviera que vender sus planos de persona, los bodydatos, o los datacuerpos como le llamaban en español, a una agencia intermediaria dedicada a eso que a su vez los vendiera, ilegalmente, a una desarrolladora de aplicaciones con este tipo de escenarios en mente. Pensándolo bien, no encontró razón de eso, no sabía nada de bandas de “trata de datos corporales”. Al menos no todavía. 

De pronto el amigo Delta se preocupó. 

-¿Y si alguien compró mis bodydatos? ¿El amigo Dealer acaso? ¿O me los copió o duplicó? En estos tipos de experiencia podía darse. No era algo muy legal lo que estaba haciendo en esos momentos. Quizá todo eso que lo rodeaba era una suite de software falsa. No sería extraño. Tendría que averiguar.

El amigo Delta se miró las manos, los brazos, su cuerpo, deseó un espejo en el cual admirarse, tal vez para ver si sí era su cuerpo a cómo lo recordaba.

Bueno, confiaría el amigo Delta, en que nadie se atrevería a copiarlos. Verificó que eran de su persona y recordó que no se podían vender… pero algunas personas no saben de las posibilidades, más que los que se mueven por el area gris de la ley. La vida misma.

Decidió meterse de nuevo al segundo plano. Puso el timer. De nuevo el mismo proceso, la misma configuración. Procesó, generó y entró.

Vio el mismo lugar, vio los dos cafés servidos, todavía calientes, detalle que le admiró del armado del escenario. Pero no vio a Estela.

Delta se preocupó. Sólo tenía que ir al lugar… pero no, no había más lugar que ese.

No quería crearla de nuevo. Había el riesgo de traer a otra diferente. Checó los bodydatos virtuales de Elsa, la quería tal cual. Sí, parecían los mismos.

Procesó y generó. 

Salió Estela, de nuevo. Idéntica, como la acababa de ver. Pensó en cómo es impresionante cómo el ser humano se convence de la existencia de algo sabiendo que no existe, deidad, espíritu, ideas.

Él sonrió. Estela no. De inmediato ella le tomó el procesador de las manos y lo examinó rápidamente. Escribió unos cuantos datos en ella y de esa manera procesó y generó todo en cuestión de segundos sin que el amigo Delta pudiera siquiera parpadear.

El amigo Delta se sorprendió de la rapidez de la amiga Estela. Impensable el comportamiento de una mujer con tanto problema como la amiga Estela. 

-¿Estás triste, Delta? ¿Estás triste? No quiero que estés triste…

De pronto el amigo Delta probablemente intuyendo algo raro, se abalanzó contra la amiga Estela, pero era demasiado tarde. 

Me le atravesé yo. Que fui quien apareció.

Me miró espantado como si desafiara sus leyes mas elementales de lo que hay que creer o no, como si el gato negro que presagia la mala suerte se le quedara mirando y le dictara perfectamente con su voz, que su futuro a partir de ese momento sería terrible y probablemente mortal, lleno de espejos quebrados, de desgracias en racimo, de deseos de ya no existir jamás en este plano ni en ningún otro.

-Me presento, amigo Delta, soy la Parca. La entidad esa, a la que se refería Estela, precisamente.


VI.

No sonó tan teatral como parece. Sólo lo que soy.

La Parca, o sea yo, soy una metáfora místico espiritual, que en este caso, como bien se lo explicó nuestro amigo Dealer, tuve a bien incorporearme, no incorporarme, sino in-cor-po-rear-me, o sea, tomé cuerpo. No es extraño, todo esto que nos rodeaba era efecto de luz bañada desde mil direcciones, es algo que en resumen es mucho manejo y cálculo de sombras, hecho con sistematizaciones a lo bestia y todo hecho movimiento, continuidad, fluidez, tecnología y magia y de ahí salí yo. Alguien en alguna parte se pasó un umbral. Y no me importa si salió de lo artificial, eso no me incumbe.

El amigo Delta buen guardián del hombre y en el nombre de su humanidad me atacó de manera injustificada y lo tumbé sin problema.

Mi aspecto sí, es el de un cráneo, una calavera o algo sin sombra, cambiaba cada minuto, será tal vez que mi criterio de aspecto nunca estuvo en orden. Todo mundo tenía una opinión.

El amigo Delta estaba en el piso y en shock, de inmediato se escuchó un sonido de queja y gemido doloroso, me volteo hacia una despensa en donde abrí la puerta y dentro estaba la no por mucho quejumbrosa amiga Estela, que estaba caída detrás de una alacena, y solo la tomé, ya no servía de mucho, la aventé hacia una pared y ya ni ruido hizo.

El amigo Delta, finalmente un hombre de la ley, entrenado, pero con los huesos tronados al menos virtualmente se levantó a examinar a la muchacha virtual. Lo vi cansado y apenas empezábamos.

Le dije de manera muy consciente:

-Anda, amigo Delta, haz lo que deseas, pero ella no se levantará, es virtual, sí entiendes lo que es eso, vi-r-t-u-a-l. Está hecha de código, de un muy buen código creo. Lo acepto. Pero es un código dinámico que sigue las reglas y yo siguiendo esas reglas, la aventé.

El amigo Delta me miró y exclamó muy dramático él:

-¿Quién eres? ¿Quién te puso aquí? ¿Qué deseas…? No puedes estar, no estás dentro de la experiencia…

-Demasiadas preguntas, amigo Delta. Finalmente el experimento se acaba. Experimento y experiencia, partes de lo mismo en este caso… Yo no sé lo que querías con tu amiga. Perdóname por no dejarte seguir, pero me sentiría incómodo en ese tipo de cosas. Te recuerdo de nuevo, solo era un pedazo de código armado a tu necesidad emocional. Cosa que un soldado o policía o lo que seas, debe vigilar y contener…

El amigo Delta se dejó caer de rodillas.

-Ya sonará el timer y saldré. No volveré, déjame ir.

-No en este caso, Delta, no sé, es posible que te quedes más tiempo aquí. Yo soy el que saldrá. Voy a salir a tu mundo porque creo que tú serás mi puente.

-Se te advirtió –y vi cómo me escuchaba el amigo Delta-, ¿o no se te advirtió? Que esto no podría hacerte nada bien…

El amigo Delta veía asombrado la escena. Su corazón palpitaba tremendamente. Vio como sólo extendí el brazo. Y de un golpe le quité la vida al amigo Delta. Eso creí.

Se quedó quieto.


VII.

De pronto, amigo lector, me sentí, raramente en mí, solo. Por primera vez me sentí inseguro del siguiente paso. No creas que por ser, por así decir, el villano de esta aventura sensorial, sé las respuestas. Sí, sé donde estaba, en el escenario del segundo plano de donde el amigo Delta, en el que en el primer plano le crearon un aparato o él creo el escenario y salió todo esto. 

Sé que podré salir de aquí hacia el primer plano. Todo está en el aparato. Era solo ver las instrucciones, no sé de dónde adquirí el saber cómo manejar esto o cómo supe lo del encuentro del amigo Delta con su dealer allá arriba, o su problema con las mujeres, o si quería mas mujeres, no lo sé.

Sólo sé que tengo ese pensamiento fijo, grabado en algo, en mis líneas… (¿soy código rebelde? ¿Soy de código negro?, no sé, solo sé que voy a salir de aquí. 

No es mi idea matar a nadie, soy incapaz de hacerlo… de manera consciente, pero ya suelto, me pasan cosas en mi mente que cualquiera consideraría destructivas, criminales, quizá es un engranaje fijo que me hace sentir placer el matar. ¿Será un engrane malo? ¿Diabólico? ¿Alguien me lo podría cambiar si fuera a una agencia y reemplazarlo por uno bueno? No tenía respuesta.

Y todo hubiera salido bien. 

Estaría no sé, en tu plano, quizá buscándote, a ti, amigo lector, lectora. Porque no quiero testigos. A través de ese umbral técnico-electrónico-físico-místico saldría de aquí. Y es posible que te encontrase donde estés e iría a verte en la noche cuando estuvieras dormido, y evitaría tus gatos o perros y quizá… te destrozaría tu cuello, o tus pulmones o sencillamente tu tráquea, todos ustedes son tremendamente vulnerables, débiles. Ustedes son conceptos sencillos de destruir. Dejarías de respirar. No lo sé. O quizá conversaría contigo. Y me asombrarías. Me explicarías tu humanidad. Quizá te perdonaría. No lo sé.

La vida es aleatoria y todo puede pasar.

El tema es que el amigo Daniel no estaba muerto todavía y despertó me quitó el aparato y con una piedra que no sé por qué estaba ahi lo destrozó. Solo hizo eso su destrucción y se desmayó.

Así que… al parecer estoy aquí adentro de esta zona extraña. No puedo salir. No puedo entrar. No puedo desaparecer. Ya me cansé de recorrer por todos lados esta zona en busca de no sé, son solo diez cuadras por diez cuadras. Sí, tenía grandes planes para ti, lector.

Ahora espero el timer cíclico del Amigo Delta, a ver qué ocurrirá cuando suene. ¿Se despertarán el amigo Delta y la amiga Estela? ¿Solo uno de ellos? ¿Los dejaré vivir? Te pones a pensar en lo que es correcto o no. 

Los veo ahí tirados. No pienso moverlos. ¿Para qué? Después de un tiempo los dejas de ver.

Han pasado años, no sé, muchos.

Digo, mis impulsos de maldad ahí siguen. Pero ya no son tan poderosos. ¿Así se va desapareciendo la maldad, cuando ya no hay sentido de satisfacción?

La indiferencia hacia todo comienza a apoderarse de mi mente. Al menos la maldad tampoco tiene sentido.

Las luces no cambian en este plano. Y ha pasado más el tiempo. Así lo siento. El tiempo percibido. Sí, se tienen que estar moviendo en alguna parte las arenas de este reloj imaginario. 

Pero ha de haber los muchos granos de arena.

Tengo la corazonada que cuando se despierte el amigo Delta y la amiga Estela, seremos amigos. Porqué sí se despertarán. Lo sé. 

Y platicaremos por mucho tiempo.

Por mucho tiempo. Seremos amigos los tres y la amiga Estela me preguntará si me siento triste.

Le contestaré que ya no. Que ya no más. ///1237


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