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viernes, agosto 08, 2025

1,229. Vi la mujer en sueños, ahí dijo que yo me aparecía en los suyos, pero desperté triste y solo. ///

NnCt 1229 de 1m440 sueños dentro de sueños y con una pesadilla y que con solo una pesadilla todo lo bonito y bueno que sueñas, dice mi mamá, lo echas a perder. ///






Has sentido, Sol, ¿eso que le llamamos lucidez de un sueño? Fue extraño, fue saltar de sueño en sueño. Pero éramos dos. Ya llevaba mucho tiempo solo en esta estación de faro aéreo acá en el cerro. Tenía sus atractivos, la soledad, la nieve y la certeza de que era un trabajo muy importante y satisfactorio. Tomaba cursos de lo que se me ocurriera, negociación, liderazgo.

Y así era, nos quedábamos dos meses o tres dependiendo. Y la soledad es canija. Y había un acuerdo de premio extraoficial de que si cumplíamos un reto nos llevaríamos un premio y así lo hice. Sólo cumplir el trabajo, solo eso. Tomarme fotos y así. Pero solo una al día. Lo demás del tiempo era estudiar y así. Y navegar por internet.

Pero el tema es que en las fotos algo raro pasaba, sin explicación salía una mujer conmigo. Una mujer, no una sombra, una mujer. Pero su rostro estaba borroso.

Y era una foto diaria y ella salía en la foto. Sentía que se acercaba a mí, en las fotos ¡y sacaba ella un cuchillo pero yo estaba solo!

Pudo pasar que era demasiado cansancio o que leí una leyenda urbana y la adecué en mi imaginación a lugar este devorado por lo solitario o qué sé yo.

Ya después era la pura curiosidad. Pensé que era un recuerdo de algo, de una película o escena de un libro especialmente descriptivo, de mi adolescencia o niñez, y estaba seguro de que si yo le enseñaba la foto, digital, a alguien objetivo, iba a salir yo solo en ella, la mujer era invención, pelirroja, con chamarra amarilla, con gorra roja, pantalones de mezclilla y botas.

En esa soledad no es difícil que uno invente cosas. Que uno proyecte cosas. Que enloquezcas un poquito, me deprimí también un buen porque me sentí eso, un poco delirante y con demostración clara.

Luego, pues lo raro es que a los pocos días, tocaron a la puerta, era una científica de otra universidad, de otro campamento, se había perdido. La escuché en su explicación, pero me en ese instante me asombré lo de su gorra roja, su cabellera pelirroja, su chamarra amarilla. Sin decir nada, lo primero que hice disimulado y sonriendo estúpidamente sin razón, casi diciendo en voz baja, “no puede ser, no puede ser” fue esconder los cuchillos de la diminuta alacena en otro cajón.

Poniendo mis sentidos al máximo escuché todo lo posible.

Me contó que estaba en el Laboratorio Astronómico Universitario Haro como a cinco kilómetros, pero se perdió en una vuelta en un arroyo con creciente y dio un rodeo y llegó a una vereda, luego al camino de terracería, vio los letreros y se dejó venir hacia acá.

Que se sentía un tanto estúpida por confiada, que estaba en un proyecto de menor tiempo, un proyecto astronómico de tomar fotos a estrellas, medir su corrimiento al rojo, que no entendí que era, espectrografías y cosas técnicas así. Y que por motivos de presupuesto parecía un reto similar al mío, el de quedarse los dos meses y que ella se tomaba fotos y leía para pasar el tiempo y en eso guardó silencio. Hizo una pausa. Se me quedó mirando. Al instante me dijo, pero su tono había cambiado, era más agudo. Más alarmado, quizá.

“Sí, ¿sabes? Un misterio se cierra y otro se abre: eres el extraño que sale conmigo en las fotos, Sales como un amigo que intentara salir de aguafiestas en mi foto...”

 Pero en este caso, el aguafiestas, el de la foto, era solo yo quien salía en sus fotos. Me las enseñó lentamente y me di cuenta de que se hacía un poco para atrás. Y ahí también estaba yo con ella y también le sacaba un cuchillo.

El aire se hacía muy pesado. La tensión se podía cortar como con un… sí, un cuchillo.

Para no hacértela larga, temiendo lo peor, me sacó un cuchillo de una funda de su cinto y me lo enterró. Y ahí estaba desangrándome en medio del shock y de como habían salido las cosas. Me negaba a creer que estaba ocurriendo todo eso. Levanté una mano a mi vista y estaba totalmente roja de sangre y en eso vi a la chica, en la pared con el cuchillo, diciendo entrecortada: “tuve que hacerlo, me ibas a matar, me ibas a matar las fotos me lo advirtieron…”

Y en eso desperté y estaba solo. No estaba herido. Mal sueño. Terrible, espantoso, muy real. Me vi las manos y estaban secas. Obvio, sin sangre. Y miré la foto y estaba solo. Ni rastros de la chuca. En eso escuché la puerta y me sorprendí, veo a la chica y vi su gorra roja y pelo rojo y de inmediato la dejo entrar. Y me fui rápido a la alacena y saqué entonces el cuchillo y se lo clavé varias veces.

Y en eso ella se despertó y me contó el sueño, muy extraño, de que hacía estudios de estrellas y no sé qué, que se perdió en la mañana, y que encontró mi estación del faro, de que entró, me conoció, yo azorado por el grado de detalle. Luego me contó con cierta ansiedad que me enseñó las fotos y mirándolas, me di cuenta de que ella afirmaba algo extraño y que dudé de su cordura que porque vi con atención las fotos y no, ¡no salíamos nadie! y me siguió contando de todo lo extraño que resultaba y que en eso se escuchó la puerta y no había nadie. Y de pronto sí me encontraba yo en las fotos en el suelo y estábamos los dos y quemé las fotos.

Y en eso yo desperté y ya no sabía en qué sueño estaba y en eso llegaron mis amigos y me llevaron a la ciudad muy preocupados por como encontraron la estación llena de sangre y mis manos manchadas y revisaron si estaba herido y nada, y de pronto al llegar a mi casa, me dejaron, bajó mi esposa del cuarto de arriba, me vio, sonrió, fue a la cocina y sacó un cuchillo y me lo clavó con furia, y en eso ella despertó y me dijo que tuvo una pesadilla de una chica y unas fotos y cuchillos y sangre y sintió celos porque eran muchos meses allá arriba y tenía miedo que me pudiera pasar algo malo.

Y me contó el sueño que dentro le contaba el mío sobre que la chica astrónoma tenía un cuchillo y que ella me enseñaba una fotos y sacaba un cuchillo y me lo clavaba con furia y locura.

Y en eso desperté y estaba con mis amigos riéndome en las pizzas que hacía mucho tiempo no había comido por estar arriba en la estación del faro y de pronto estaba con el espagueti y se me llenó las manos de salsa Ragú, que era roja y pensé en algo raro, que algo malo me iba a pasar y en eso llegó la científica y en eso tomó un picahielos y lo puso a un lado y ya no quise comer porque tenía años de no ver un picahielos y en esas pizzas ni hielo había y empecé a temblar buscando servilletas para quitarme lo rojo de las manos.

Y en un momento de lucidez yo ya no sabía que eran sueños y que no eran sueños, solo me sentí tan ansioso por despertarme y no podía, mi corazón estaba al cien y solo quería saber en donde estaba y si estaba completo y si me dolía algo en forma aguda.

Y de pronto estaba en mi casa escribiendo un nanocuento de estos y el celular se encendió y en eso vi a la científica en una foto de un lugar que parecía que era mi casa y que estaba en la puerta con un cuchillo sonriendo a una cámara de vigilancia y golpeando y en eso escuché que tocaban a la puerta y no quise abrir y ella seguía golpeando y pensé en los vecinos y en los perros y en los gatos y me dije, solo es una pesadilla de la que despertaré. Sabía que tenía que confrontarla, pero mi corazón ya estaba al doscientos y sabía que debía dormir mis horas porque mañana tenía que presentar mi bitácora y mi informe de resultados de estar en la estación allá arriba pero me sentía aturdido porque la puerta sonaba y sonaba y sonaba y no quise levantarme en la desesperación, el terror y el miedo. Cerré los ojos. La oscuridad me abrazó por mencionar un lugar común. Cuando estás tan cansado, tan fastidiado, tan lleno de agobio de origen desconocido y sin razón alguna, no puedes ser original aunque lo desees. Así dicho, la oscuridad me abrazó.

En eso desperté, abrí los ojos, vi que habían pasado horas, y con toda ansiedad aun así mejor decidí quedarme dormido y ya soñé con otras cosas, fastidiado como estaba de tanto soñar y no saber en qué sueño de quién estaba o donde aparecería mañana matando a alguien o matándome a mí lleno de sangre o de salsa Ragú. A todo te acostumbras excepto a no comer pizza que te hizo daño en algún momento en el día después de estar en una estación del faro o lo que sea que ya no sé si era cierto o era otro sueño. Pensando en donde vivía y si estaba casado y si realmente había estado en una estación de faro aeronáutico allá en el cerro en medio de la soledad donde me tomé mil millones de fotos en soledad y en algunas, ya no recordaba si había alguien conmigo o no.

Y en eso todo se me aclaró, despertar de despertares entre capas y capas graduales de la vigilia, sentí mucha humedad a mí alrededor y era porque estaba acostado dentro de una capsula llena de agua en estado de deprivación sensorial, con mi cabeza libre y respirando aire oxigenado con cintas en mis ojos y que estaba todo tranquilo y con la idea de que estaba plenamente advertido de que bajo esas condiciones prolongadas de aislamiento tendría alucinaciones y delirios y pesadillas pero que en la conciencia o desconciencia tendría problemas para separar la realidad de la fantasía y así estuve las horas o los días hasta que alguien abre la tapa superior de mi cápsula sensorial, siento el repentino cambio de luz en mi oscuridad total, alcanzo a quitarme una cinta del ojo con la luz maltratando mi vista, tratando de acostumbrarme a la iluminación mortecina pero de cualquier manera brutal y de pronto veo sorprendido a la científica de la gorra roja y pelo rojo, sacando un cuchillo y aquí estoy, embotado, creo que sangrando esperando despertar por completo. O que me despierten ignorando yo si el líquido que me rodea es agua o sangre.

Ya debería despertar ya. Ya. Sí, ya. Alguien despiérteme. Por favor. //1229


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