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lunes, agosto 18, 2025

1233. Amanece domingo, 1970, repetición total. Noche y amanece de nuevo, domingo de 1970. ///

NnCt 1233 de 1,440 amaneceres que son menos que los 3,654 días que fue lo que se calcula que fueron los que ocurrieron en el Día de la Marmota y que te pudieron servir de aprendizaje. // 17 DE AGOSTO DE 2025




REPETICIÓN REPLAY

Aquí la cuestión, ¿te acuerdas, que Tampico es la ciudad más lenta del mundo en la que ocurren las cosas más lentas del mundo y tú amaneces en ella de pronto como por arte de magia y tus papás se quieren deshacer de ti y te mandan al cine a ver tres películas que les llaman de matinée? 

Ves a tus amigos de la cuadra con los que convives y a los que cada día los miras diferente, y de pronto de la casa de enfrente de la tuya sale Rubén, que dice que vengas a ver algo, escuchas que es futbol y piensas en otro aburrido partido que no entiendes y que es extraño en sí mismo. Con todo y que es el Mundial de México 770 y piensas que sí, algo debe ser relevante, aunque estés en Tampico y todo sucede en DF, en Puebla, en León, en Guadalajara, en Toluca.

Y Rubén no sé si cumple su palabra porque lo que te muestra es algo impresionante en verdad, fuera de rango, lo más grande del mundo desde que el papá de Aureliano le enseñara el hielo y lo recordase el día de su fusilamiento, la televisión a color,  sí, a color, tal cómo es la realidad.

Así ves minutos de un partido olvidado, probablemente el de Rumania-Checoeslovaquia que ganó Rumania 2 a 1, después de ir perdiendo 1 a cero. Y ves frases en la pantalla arriba del juego tales como “REPETICIÓN REPLAY” porque de alguna manera ves como una jugada se repite dos o tres veces la misma, tema que por un lado no alcanzas a entender para qué alguien querría ver dos veces las cosas, pero con el tiempo se verá que se necesita la frase porque la gente pudiera pensar que es otro gol y otro gol y hay que decirle a las personas que la tecnología puede jugar con sus mentes, pero ese anuncio demuestra la honestidad al pueblo, no pueblo, es repetición de la jugada, es para que la observes mejor. Solo eso. Lo hacemos por tu comunidad. A color la honestidad. “REPETICIÓN REPLAY”

Y fue solo un gol.

Pero el color, el color, mi amigo, mi amiga, mi vida adquirió sentido con él. La experiencia fue casi sexual, placer intenso… El pasto verde, los colores de las camisetas, de los anuncios, todo borroso, o sea, una televisión a color, no sabías que los papás de Rubén tenían tanto dinero para tener una televisión a color. Sólo sabrías con el tiempo que a tus abuelos de Monterrey, tus tías le comprarían una, que un tío tuyo de Monterrey, también y que dentro de un año verías un partido de beisbol desconocido, pero también totalmente exuberante en su de nuevo verde pasto maravilloso con sus uniformes increíbles, rojos, azules, amarillos, y con el tiempo también tu papá no sabes a quién robaría o quién le pagaría algo o cómo se endeudaría en abonos, pero tuvo su televisión a color justo para la serie mundial de beisbol de octubre de1976 pero para eso todavía faltaban años para eso y, tal vez, eso quizá nunca sucedería en tu dimensión porque estabas atorado en el mismo día en Tampico, ese día 6 de junio de 1970, el día de Rumania-Checoeslovaquia que tanta historia hizo en tu cerebro y en tu alma en la que de extraña manera sentías que ya lo habías visto todo y que después de eso ya nada podría sorprenderte.

Y luego vas al cine, estás en el camión, toda la Avenida Hidalgo, ves al Dairy Queen, del cual una vez probaste la nieve, pero la nieve del pasado tenía ingredientes del pasado y era mejor que todo lo que dijiste… y que has probado el hoy por hoy, si tan solo hubieras salido de ese loop porque de eso no puedes estar tan seguro.

Era el Mundial de 1970, te dije, y jugábamos futbol, yo un tanto a fuerza y llevado por la presión de grupo, de hecho aun no sabía decir que no y todos querían algo de la fiesta del Mundial y era normal que del grupito que vivíamos en la calle de Avenida del Real que topaba en Avenida Hidalgo, formáramos un equipo pero como yo no quise decir públicamente que a mí no se me daba el futbol, es más, a mí no se me daba nada. Pero tenía demasiada pena para aceptar en público la pena que a mí no se me daba nada. Lo bueno era que ese no decir me mantenía en el grupo

Y el Yayi, amigo oscuro de color de piel, y no por eso lo estoy tipificando, genial jugador, que tal vez por eso él era Brasil siempre, juego místico de personificaciones, y no que yo quisiera ser Brasil, porque en aquellos años el nombre conjuraba habilidades milagrosas y a ese equipo solo le faltaba caminar sobre el agua y tal vez lo intentó y lo logró y no lo supimos, y, bueno, el Yayi, repito, jugaba muy bien al fut, y nadie, pero nadie, le quitaba la pelota al Yayi.

Así fue cuando estuvimos un día todos a punto de jugar en un jardín rodeado por árboles con frutas como mangos, por decir, no sé cómo, así en sucesión, Yayi era Brasil, otro de los compañeros era Italia, no veía mucha lógica en eso de que cada jugador fuera un país personificado, pero, así como quiera, inevitablemente otro compañero era Uruguay, otro era México, otro Inglaterra, a mí me tocaba de entre todos los posibles, inevitablemente, Bulgaria, ¿te das cuenta?, ¡Bulgaria! 

Nunca supe si yo era el último a quien le preguntaban y todos los mejores países ya habían sido ganados. A mí no se me ocurría  ninguno. Nunca.

No recuerdo ningún marcador de nuestro partido de ese día particular ni que sólo hubo un juego formal que perdimos, ganamos, no sé. Y el calor y que a cada minuto preguntaba cuanto faltaba, de hecho, se me hacía muy profesional preguntar algo así y que me respondieran.

¡Bulgaria vivía!

Por fin acabó el suplicio y a cambiarnos rápido.

De alguna manera llegó ese domingo marcado con prodigios comenzando con con la visión de la televisión a color de Rubén y antes amanecimos y… después nos subimos al camión para transportarnos por toda la avenida Hidalgo hasta llegar al cine Alameda.

Ya en el camión le dije a mi hermano:

-Creo que ya vimos las películas.

-No sabes cuáles van a dar. ¿Cómo sabes si no has leído el periódico?

-Sí, es la del Santo contra el Estrangulador. Luego la del Santo contra el Espectro del Estrangulador. Luego es la de Dos Pintores Pintorescos con Viruta y Capulina. Me gustan las tres, pero la del Estrangulador me da cierto miedo.

-No es cierto.

Luego llegamos al cine Alameda y ahí estaban en la marquesina las tres una detrás de otra. De pronto dije:

-Entraremos y cuando estemos jugando en la alfombra, el niño de camiseta azul se va a pelear conmigo porque dirá que lo empujé y no será cierto, se caerá solo porque sus tenis están desabrochados y se tropezará.

-No es cierto. No sabes quién estará en el cine.

-Tú lo golpearás y llegará su papá y el administrador del cine y sacará al señor y al hijo porque nos reconocerá porque somos amigos de Gustavo, que a ti te cae mal, el hijo de la Güera, la inspectora de los cines que a todos manda y que era amiga de mi tía Sanjuanita.

-No es cierto. No sabes qué pasará.

Después de la primera película del Santo contra el Estrangulador se encendían las luces tenues del frente del cine, por eso le daba una sensación fantasmagórica de entrebrumas y en menos de un minuto ya la alfombra estaba lleno de niños y en eso había que aprovechar y así estábamos también nosotros jugando en la alfombra gigante a las luchitas, además nos aventábamos desde la parte superior porque era una pendientita y rodábamos, además ocurría que siempre desearíamos tener alfombra en la casa porque era un lujazo tenerla y se sentía como que fuera de nuestros mundos.

En eso el niño de azul se cayó, tropezándose solo, y de pronto me retó que porqué lo aventé y ahí pensé que necesitaba una imagen que pusiera las cosas en orden con un “REPETICIÓN REPLAY” para aclarar todo, pero como no hubo nada empezó a querer pelearse conmigo y mi hermano llegó como de rayo y le dio un trancazo en el brazo, de pronto vino el papá y éste le gritó a mi hermano, de inmediato vino el administrador del cine, y con la lámpara nos miró con atención y nos reconoció que éramos amigos de Gustavo, el hijo de la señora la Güera, que era amiga de mi tía Sanjuanita. Por eso nos dio la razón. Ya no supimos que pasó con el papá y el niño.

-La película se quedará oscura, a lo mejor se quemará, gritaremos “Cácaro” y ahí me daré cuenta de que perdí el peso del camión de regreso. Me pondré muy nervioso porque te enojarás conmigo.

-No es cierto.

Le dije:

-Te daré uno de mis dos pesos para que lo cuides si no, nos iremos a pie.

Sucedió tal cual, la película se quedó oscura, gritamos “Cácaro” y ya no tenía ningún peso, me puse nervioso y mi hermano se enojó conmigo.

Al fin acabó todo.

Sí, descubrí que se me perdió mi peso y al menos salvé el otro dándoselo a él.

Le dije:

-El camión se descompondrá después del Hotel Camino Real, veremos el carruaje viejo, y tendremos que caminar, pasaremos por el Dairy Queen y nos quedaremos viendo como siempre queriendo un cono de nieve Dairy Queen que sólo una vez en la vida nos dieron y que no volveremos a comer quizá en cuarenta años más cuando la vida sea muy diferente a esta que llevamos ahora y no veamos ya nunca jamás a nadie de estos nuestros amigos de ahora y llegará el día que ya no sepamos nunca jamás del Yayi ni de Marina, ni de su hermana Flor, o de Rubén o de quién era el jugador que le tocaba el equipo de México o el de Italia. 

Pero Yayi siempre era Brasil y yo siempre era Bulgaria. 

-No es cierto, me dijo mi hermano.

El camión se descompuso, vi el carruaje con el que siempre quise pararme y verlo de cerca pero nunca me dejaron, y pasamos por el Dairy Queen y me pareció fabuloso recordar el maravilloso sabor y ni lo triste que me puse por no tener dinero y el no poder comer de su nieve me frustró. Son los beneficios de saber que es lo que ocurrirá.

-Mamá se va asustar y nos gritará porque llegamos una hora tarde de lo de siempre.

-No es cierto, me dijo mi hermano.

Mamá, obvio, no tenías que revivir el mismo día las mil de las veces para saberlo que así ocurriría por toda la eternidad. Vaya que nos gritó y regañó.

Después de la rabieta prevista de mi mamá, a sabiendas que no había programación, prendimos la tele nuestra blanco y negro y encontramos de nuevo que no había nada más que ruido y rarezas y líneas y como si bestias extraterrestres enojadas adentro hicieran mil ruidos y el mundo no podía darles más, de ese modo se convertían en conjunto en multitud de rayas grises y blancas de pronto se veía la pantalla una gran raya negra horizontal que se movía para abajo sin detenerse, sin detenerse, de manera misteriosa y dije…

-Es el “vertical”, se arreglará con el control de atrás, la pequeña perilla delgada, pero con cuidado, te va a dar toques.

-No es cierto… 

Me hice un paso para atrás y dicho y hecho gritó:

-¡Ah! ¡Me dio toques!!

Mamá vino y lo arregló así, y a ella no le dio toques.

A las cuatro PM por fin, afuera ardiendo con la torridez, habría dentro imágenes pero será algo llamado “Visión” con un documental de algo industrial de Alemania, y que se nos hacía todo tan lejano, como de otro planeta. No era lo que queríamos. Queríamos caricaturas, queríamos Los Picapiedra, queríamos Monstruos del Espacio. Queríamos al Correcaminos. Queríamos a Speedy González. De pronto apareció Mexico Magia y Encuentro quien venía para matarnos la ilusión y luego  de ahí llegó Siempre en Domingo con una ristra de cantantes y no, no era lo que queríamos, solo sabíamos que en un canal faltaba poco para que saliese Disneylandia y ahí era muy claro, en la pantalla decía que era en color. No nos mentirían, ¿verdad? ¿Y sería posible que ese día, Disneylandia sí saldría en color en nuestra televisión? Todo era posible.

No, no salió en color. Ya después nos dio mamá de cenar. Huevos con tortilla de harina recién  hechas. Nos decía que sí ya teníamos la tarea, le decíamos que sí. Yo era el único que sabía que mañana volvería a ser domingo. No sé cuantas veces había ocurrido esto. Muchas veces. A mi hermano ya había aprendido yo a no decirle nada, no me creía y me miraba como loco.

Solo sabía eso. El lunes no llegaría. Por eso hacía como que hacía la tarea. No tenía caso.

Y dormíamos ya para que fuera lunes.  Pero aparecía de nuevo el domingo. Y las mismas películas. Y la misma caminata desde el Dairy Queen. Y todo igual. Y aquí sigo, porque no hay escapatoria. ¿Por qué?, sigo sin saber. Bueno, no todo es igual. 

De tanto jugar y observar ya le quito la pelota al Yayi. Y siento que me odia cada vez más. Pero no me importa. 

Y me sigo llamando Bulgaria mientras espero a que un día llegue ya por fin, a ser lunes. /// 1233


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