Nanocuento 906 de 1,440 teleposibilidades, nada nos detendrá en lo que aplicaciones se refiere... así que esta es el teleamor completándose con los teleguantes, próximamente un cupón para obtenerlos en tus gelatinas J-ello!! /// 12 de Agosto de 2025
LAS TELESENSACIONES PERFECTAS
En la zona del café Oppenheimer en el laboratorio espacial afuera de Marte. Se sentía solamente el hiss del aire acondicionado. Algunos lo consideraban ruidoso, otros no.
Trinidad insistía:
-Estos guantes son los mejores, Humberto.
-No creo que los necesites, Trinidad.
-A dónde vamos sí, Humberto. Es un año de soledad.
-Serán ocho meses sin nadie cerca. Es de temerse.
-Es duro estar en la soledad, o si estás con chicas y no eres del agrado de ninguna, ya caminaste, no te quedará más que irte a la Ruleta del Amor. Pero ahora traes a Cordelia.
-No, es muy terca. No llegué jamás. Se enteró que me gustaba la Ofelia. Pero no pude hacer más, muy reclamona, y no éramos nada, me dio hueva y la dejé.
-Con todo lo que eso implica, Humberto…
-Sí, con todo lo que eso implica.
-No te preocupes, dicen que ahí en la Ruleta del Amor en ocasiones se encuentra el verdadero amor desinteresado.
-El problema, Trinidad, es que te tienes que quedar un mes entero con los deberes de pareja. Y he escuchado que nada es perfecto.
-Es que va de ambas partes. A veces te toca a ti ser la Bestia.
-No, claro que no, checa la percha. Seré una Bestia, sí, pero una Bestia perfecta. Haciendo los honores requeridos.
-¡La percha, mangos, Humberto! Ponte del otro lugar de la Ruleta. La distancia es la distancia, la soledad es la soledad y a veces pues… allá están tan desesperadas como acá. La mujer que te toque puede ser o una exigente o una indiferente total.
-Esperemos que sea normal, no aguantaría a una u otra. Y los guantes pues. Los teleguantes perdón, esperando que funcionen como debe de esperarse que funcionen.
-A toda sensibilidad.
-Sí, ¡a toda sensibilidad!
Se puso en marcha la Ruleta y comparó fuerzas, necesidades, deseos, gustos, posibilidades y el factor azar, de ahí salió Alisa, era de España.
El tiempo y las actividades consumen lo que llamamos la vida. Los amigos trabajaron en la parte externa, uno en exploración y el otro en refinación. Debido a sus horarios dispares, jornadas dobles, incesantes llamadas de emergencia, no se pudieron saludar más que hasta el mes.
-¿Y qué paso con ella, Humberto?
Del otro lado de la cámara, Humberto hizo un gesto de menosprecio que se sintió hasta donde estaba Trinidad, a decenas de miles de kilómetros de distancia.
-Mal, muy mal, ni me recuerdes, a la semana sospeché que era artificial.
-¿Cómo? ¿Están ahorrando ahora en eso también?, se lo dijiste en su cara, me imagino. Pero ¿artificial, artificial? ¿No eran filtros?
-Sí, sí están ahorrando con eso, pienso que creen que no nos vamos a dar cuenta. Están ahorrando en seguridad, en almacén, en combustible, en herramientas, cómo no van a ahorrar en estos servicios. Muy mal, la moral de la gente es la que lo paga. O sea, creo que, y ya vi esto en Redit, en donde se están quejando que un 30% de las mujeres a lo lejos que salen en la Ruleta son artificiales. Y a mí también me tocó con Alisa. Pero no se lo dije en su cara.
-¿Por qué no?
-Es muy complicado. Lo artificial. Porque, pues, ella no se estaba quejando de nada, aceptó todo. Le decía, “haz esto”, lo hacía. Le decía, “te parece así?” Le parecía. Por eso no me quejé. ¿De qué me quejaría?, ¿de qué era casi no humana? ¿Casi perfecta? Muy complicado mi caso. Y así será el mes. A cumplir el mes, me refiero.
-¿La reportarás?
-No. Es mi seguro de calidad para cuando me toque otra mujer a lo lejos que no se queje. Y esta es falsa… y nada puedo hacer. Ya que quede de esa forma, así aprendo de la vida. Y así le digo a mis cuates: “Cuidado con algunas, no todo lo que brilla es oro, compa”.
-Eres muy sabio, Trinidad.
-Es algo que me sobra, mi amigo. La vida me hizo así.
En otro lado equidistante, igual de aislado, igual de penoso. Igual de cansado y de matado.
-¿Y cómo te fue con el tipo, Alisa? ¿Cómo se llama?
-Al parecer Trinidad. Eso me dijo, pero no sé si era un avatar o algo. No sé.
-¿Y qué pasó con él?
-Creo que es falso el tipo. Artificial.
-¿Por qué lo dices?
-¿Porque nunca se quejó de nada. Era demasiado perfecto. Me decía “haz esto”, lo hacía, le decía, “haz aquello”, lo hacía, “por aquí”, por ahí, hasta ahí, “hasta ahí”. Todo lo hacía, y pensé en eso, que el factor azar pesaba en esto de la Ruleta. En mi contra, que le costaba a la Madre Fortuna darme un buen hombre, un hombre de verdad, un hombre real con quien pelearme, quejarme, para amarlo. No para sufrir, no te equivoques, ¡para vivir, carajo, para vivir!
-Espantoso, Alisa. Nada de novedad. Ni un poquito de sal. Un muñeco de trapo vacío.
-Así es, se sintió falso. Muy falso. Artificial. Me terminó cansando. Al final eso. Me fastidió. Vi en Redit que el 30% de los hombres de lejos son artificiales. Y así me tocó con este Trinidad. Menuda cosa. Hasta el nombre. Muy predecible. Y así será el mes.
-Lo que pasa, Alisa, es que esas corporativas no tienen llenadera.
Alisa a la distancia por la pantalla hizo un gesto de desprecio.
-Y tampoco me quejaré, si no, ¿cómo sabremos lo falso de lo real? Así sabremos que el hombre de lo lejos y no que coopere siempre, pero que no queje, será falso.
-Eres muy sabia, Alisa.
-Las tragedias, Minerva, las tragedias me hicieron así. ///906
 
 
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