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jueves, julio 31, 2025

1,225. El limbo era un bar y éramos muchos, al tiempo quedó vacío y sentí el frío en mi espalda.

NnCt 1,225 de 1,440 limbos que tendrás que esperar a que ocurran, y saltar, soltar, cuando sea necesario. ///




Miré la ventana, muy nublado, muy húmedo, muy cargado el respirar. Voltée a mirar a la gente una vez más. Todos callados, todos viendo su celular, no sé para qué, no había señal ya lo había comprobado. Miré al espejo, ahí estaba con esa chamarra de mezclilla que no recuerdo cuando la agarré.

Vi mi bebida, era un café. Lo probé, me supo raro y estaba algo frío. ¿Le puse Splenda? No lo recordaba, Lo más probable, siempre le pongo Splenda. Traté de recordar cuantos cafés llevaba. Ni idea. Miré alrededor para ubicarme.

¿Una estación de autobuses? No recordé cómo llegué ahí. A veces sentía los mareos. Y me desorientaba. Esto pudo pasar. Me había ocurrido antes. Vi a las personas. Unas parejas. Otros unos tipos solos, unas mujeres, una madre con sus hijos. La chica de lentes, de la tienda de fritos, pastelitos y bebidas. Estaba leyendo. Tenía la idea que tenía mucho rato leyendo sin cambiar de página. Uno se da cuenta de eso. Le dije al del mostrador que iba y venía a la tiendita para que no me quitara mi café de la mesa y tener que pagar otro.

Me puse de pie. Caminando miré de reojo a una de las maquinitas infernales esas con pinzas que se desplazan en dos ejes, hacia los lados y hacia atrás y hacia adelante, controladas por un joystick y de pronto dejan caer un gancho desde arriba para cerrarse infructuosamente en un muñeco de juguete. Estaba una chica sola jugando, chamarra blanca, pelo pintado, azul, con mejillas blancas.

¡El oso se movió!, escuché que dijo la chica. Sonreí.

Le pregunté a la chica de la tienda de fritos si tenía Gansitos Marinela. Me miró inquisitiva. Sí, me respondió. Por allá, me apuntó hacia una esquina. Los vi. Me pregunté cuanto tiempo tendrían. Los tomé. Los pagué. Le pedí una servilleta por lo pegajoso de la crema y del chocolate. Me comí uno, me limpié los dedos y el otro lo guardé en mi maleta temiendo que se hiciera masa amorfa. No me supo como siempre.

Escuché una voz. ¡ADO NÚMERO DE VEHÍCULO 1128! ¡Pasajeros del ADO 1128!

Sentí una opresión en el mío, pero no recordaba que me fuera en ese autobús. Vi personas que se salieron. Traté de salir pero me contuve, temí perder mi lugar y mi café, miré a la distancia y… ¿mis periódicos? Tenía periódicos, ¿verdad? Enfoqué mejor y sí, ahí estaba todo en mi mesa. Me regresé y probé el café. Frío como antes, pero no más frío.

Vi a una viejita sentada con una revista leyendo que se acababa de sentar en la mesa del frente pegada a la mía. Su hija al parecer estaba con ella, más cerca de mí. La saludé. Le sonreí. Me sonrío. La mamá seguía en lo suyo.

¡¡SENDA NÚMERO DE VEHÍCULO 9945, Pasajeros del SENDA 9945!!

Voltée a otra parte y la chica y la señora ya no estaban. Me sorprendió y confundió. Ni rastros de ellas. No podía ser. No pasó nada de tiempo. Ni había bostezado. Vi a la tienda de fritos. Ahí estaba la chica en su misma posición. Traté de verla que me viera, pero nunca volteó. La chica y la mamá se debieron de haber ido y no tomé nota.

Me puse a ver a la demás gente. Cada vez la estación se vaciaba aún más. Vi a la chica que seguía jugando, totalmente concentrada. ¿Tendría dinero todavía? ¿La máquina estaría descompuesta? ¿Cuántas veces habría jugado? ¿Qué no entienden que esas máquinas nunca pierden? Los muñecos están como amarrados entre sí. Una vez vi a un empleado hacerlo. Hacen que se abracen, y ponen los más atractivo y pesados y grandes, al frente.

Me volví a sentar, me levanté al mostrador para pedir más café. No estaba el empleado. No vi a nadie, sentí que estaba como apagado. Vi los menús iluminados y estaban ya sin luz.

¡¡FLECHA ROJA NÚMERO DE VEHÍCULO 1187, Pasajeros del FLECHA ROJA 1187!!

No había nadie ya. La chica de la tienda de fritos había cerrado el puesto. El de la cafetería nunca volvió. ¿A quién esperas?, le dije a la chica. Ella me miró y me dijo, ¿ya se fueron todos? Le dije, no sé, no hay nadie. 

Entonces ya me tengo que ir, dijo. ¡Toma los controles! ¡TOMA LOS CONTROLES, SE ME VA MI AUTOBUS, ES EL ÚLTIMO. TÓMALOS, MALDITA SEA!

Los tomé en automático, la chica tenía prisa. Todo fue tan rápido y confuso. Se alejó a un metro de distancia, se veía con ansiedad y como si se salvado de caer en un precipicio. 

Me miró aliviada. Su cabello azul celeste en toda su gloria. Sólo me dijo: Le mueves al joystick así y así, hacia adelante y hacia atrás y cuando creas que puedas capturar tu objetivo, el maldito oso ese, dejas caer el gancho. Deberás atraparás uno. Deberás atrapar a uno, repitió. O si no puedes, un día vendrá alguien y se acercará y le, pues sí, le convencerás, le dirás que tome los controles y le dirás cómo. Nadie había aceptado relevarme en años hasta que llegaste tú. Miró alrededor. ¡Me tengo que ir! ¡Debo recuperar mi vida! ¡Fue mucho tiempo! ¡Gracias, amigo!!

Se fue corriendo hacia la salida. Inmediatamente la música se encendió y entendí de manera instintiva que debía ver de forma intuitiva la posición de los muñecos y mover el eje de izquierda a derecha y el de atrás hacia adelante. Y dejar caer en el momento correcto. ¡Eje X, rápido, hasta ahí, rápido el Eje Y, rápido, hasta ahí, un poco antes, ¡hasta ahí! ¡SOLTAR!

El oso entre los peluches me sonrió. Sentía que se escondía. ¿Sí me sonrió? Me exasperé y ya me voltee a mirar a mi alrededor y de pronto vi todo vacío en la sala de espera, todas las luces apagadas o tenues, la de la cafetería, la de la mesa en la que estaba, la de la tienda de fritos cerrada. No escuchaba nada. No era posible. Había gente. ¿Verdad? ¡Debía de haber gente!

De pronto un timbre, una música y un zumbido, la máquina me exigía, ¡me ordenaba!

Así le di, ¡eje x, basta, eje y, eje x, basta, un poco más, SOLTAR! Nada. Un segundo antes vi como el oso se hizo hacia la izquierda.

Algún día esta estación se llenará de nuevo. Y vendría alguien conmigo, y le pasaría la máquina. Pero mientras, debo atrapar al oso. Debo atrapar al oso. ¡Eje x, eje y, eje x ya, ya, ya, SOLTAR! Y  nada. Y nada. Y nada. Debo atrapar al oso. Es lo único que importa. Atrapar al oso. ¡SOLTAR! ¡SOLTAR! Atrapar al oso. ¡SOLTAR! /// 1225


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