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lunes, julio 28, 2025

Nanocuento o nanofabula 1,212 de 1,440...

 1212. Te prometí un amor que durara siglos, quizá dos o tres, pero ya van ciento quince. ¡Basta!





NnCt 1212 de 1,440 años, o sea, catorce siglos que es mucho, mucho tiempo, demasiado…

-Tuvimos tanto tiempo imaginando la boda y estaba feliz, Alejandro, ¿te acuerdas? Hasta que la muerte nos separara. Y la beca especial que firmamos los dos y por la cual pudimos hacer la boda. El Gran Proyecto de Alfa Centauri II, La Madre de Todos los Experimentos de Supervivencia. 1,440 años encerrados en dos Bases aquí, en Texas… el tiempo eterno, una nuestra eterna juventud que probaría que podríamos llegar un día a Alfa Centauri, la estrella más cercana después que el sol. 1,440 años, Alejandro. Nosotros, no nuestros descendientes, nosotros mismos, los del equipo, los 14 que éramos. El gran proyecto. Extender la existencia.

-Todo eso ya lo sé, Reyna, es parte de lo que me harta esto. Tú me hartas. Te lo dije. Pero soy educado, y creías que jugaba. ¿Ya todo qué importa?, los que hicieron las reglas ya están muertos. Tu familia, amigos, enamorados. Todos. ¿Qué les lloras?

Seguí hablando:

-Raro. Se me aparecieron tantas oportunidades en este lugar encerrado, ¿prueba para ver si podemos viajar en las estrellas? Ha sido triste como el tiempo aquí dentro pasa despacio y allá afuera, el tiempo tiene otra velocidad, y así vi pasar a operadores a través de ventanas, pantallas, en los siglos, a Marcelo, a Silvio, a, Oscar. A tantos. Me enamoré y callé y no podía hacer nada. Quizá debí salirme. Tantas oportunidades. Eran gente buena.

-Sí, de todo me enteré, Reyna, discreta no eres.

-¡Nunca hice nada! Porque estoy, estaba, aquí contigo, Alejandro y lo que era una maravilla al principio, que ahora es un tormento y no puedo más, nunca me imaginé que te convertirías en un indiferente, y acepté todo, hasta eso, tu indiferencia, Alejandro. Todo lo hice por el pacto.

-¿Ya que te puede importar? Ya acabará, demostramos que, sí, podemos llegar a Alfa Centauri cuando queramos. Tantos años, nada dura para siempre, Reyna. Nada, ni el amor, ni nada.

-Alejandro, te dejaba de ver y yo pensaba que era para que descansáramos, te ibas a la otra parte de la base, la 2, era necesario descansar. Los diseñadores dijeron eso… ¡vivimos esos catorce siglos cada uno de sus días!

-Que están muertos, te dije. Todos los que nos lanzaron, solo quedan sus sucesores. Gente que a siglos sí les entusiasmaba el proyecto y siglos en los que no.

-Alejandro, sabía que querías a Victoria, y me cansó todo, hubo un momento que pensé en salirme, en romper el pacto, pero no podía, mi sentido de la responsabilidad.

-Te hubieras salido, a nadie le hubiera importado.

-No digas eso, me hieres más, como cuando te fuiste a esa otra parte de la base… con ella. Nunca me imaginé… Nadie se podía salir, nadie…

-Fuiste elegida por responsabilidad, no por imaginación, Reyna. Yo soy, era, de paciencia infinita, pero me cansé. De todo.

-¿Por qué terminas conmigo? Habíamos hecho un pacto eterno, dijiste.

-Los pactos son para que se rompan. Me voy a la Base 2 y la cerraré, falta poco para que vengan a abrirnos y vean el éxito de la misión. Adiós.

Pero ya no escuché.

Sólo pensaba en ese momento en la dulzura de Marcelo, en la bondad de Silvio, en la conversación con Oscar y como a cada uno los fui rebasando y como envejecían y se iban y morían todos frente a mis ojos.

Por eso decidí a cerrar a la Base 2 el oxígeno en forma temporal, Alejandro. Quería castigarte, hacerte mal. Así no era el pacto. Sólo era cerrar un poco, para que sufrieras. Nunca te hubiera hecho daño. Pero… estaba enojada, por ello me tomé las pastillas con las que dormimos lapsos de dos horas. Me equivoqué, alterada. No sé. Me tomé las de dos semanas. Acabo de despertar. Sí, han pasado dos semanas desde que te cerré el oxígeno y que te quité el acceso para que abrieras, Alejandro. Iban a ser sólo dos horas. Nadie se muere por dos horas que falte el oxígeno. Hay sus reservas. Pero no para dos semanas. Nadie te escuchó. Era otro de tus tantos retiros. 

Espero que me perdones, Alejandro. Pero así no era el pacto. ///1212



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